CON
IGOR IGNACIO EN CARAL
(Para Gladys Mendía,
poeta nuestramericana.
Sin puentes)
poeta nuestramericana.
Sin puentes)
Oh mujeres y
hombres de Caral/ Qué idioma rebotaba qué palabra
En estos muros
flor de fuego y arena pétalos desbordados ya medio
Descuajeringados
de piedra y arcilla neblinosa 8 siglos sin callanas ni odio
Llegué con mi hijo
Igor Ignacio y una caravana de disonancias metonímicas
Cielo abierto
debajo de nuestras pisadas y búsqueda vehículo de luz habría
Sido un quechua
incunable y camino camino medio frío medio tostado
Por el sol bolsas
negras de plástico convertidas en espantapájaros advenedizos
Insolentes agitan
su rechazo de alas indeseables llegamos envueltos en luz
De ventana
desplegada mundanos como la santificada poesía de la vida somos
Una interrogante
filosa destazando verdades y vestigios indudables distantes
Habladores hasta
no más y me pregunto si puede el excremento de las golondrinas
Lastimar el
testimonio arenoso glaseado de estos hombres de esta calma
De luna nueva
inclusivos que construyeron ciudades definitivas diviesos pétreos
Benignos pétalos
ígneos precerámicos ah noche y anoche casi no hubo un alma con
Extremidades y
leímos ante la indiferencia que es sello y esperanza de la civitas
Y sus desconsuelos
todos juntos fantasmas constipados empujados el viento
Está salmodiando
la utopía cordiforme de un harawi todos los puentes caerán
Porque nunca
existieron porque no es cosa de acercarse sino de estar cerca Gladys
Nuestramericana
pone en mis manos unos pétalos engarzados con inscripciones de vías
Y días y su libro
resplandece áureo en mis ojos y mis manos de verdad
Y mentía quien
pudo soñar que las brechas no son llagas y materia desprendida
Evacuación
tornasolada donde exhala hedores inerte un gladiolo y su sonrisa
Adherida a la
sombra que gotea yace cubierta por periódicos rugosos alucinados
Entrecomillados y
sádicos amarillentos las palabras son guirnaldas despercudidas
Están las tardes
perdidas desperdiciadas en conversaciones afónicas y urgentes
Palabras
ensalivadas al peso Baltasar explica su voz es brújula que este pedazo
De flor hecha de
piedras aderezada con algodón y cabellos y achiote
Y anchovetas y
lloque es el altar del fuego sagrado que traga invocaciones insufladas
Expelidas exudadas
shicras repiten su edad de eco vehemente y calcinado en mi pecho
Casi desnudo 5 mil
años sabían quién sabe de metáforas las diosas
Desvirgadas al
solsticio de verano sin un cálamo que incruste surcos expresivos
Y semánticos en
templos absortos de letanías y fornicando candorosas
De cara a la
poesía de esencia y raíz no grabada en la perpetuidad deleznable de
La nieve como una
ofrenda que puede matarnos pero nunca nos quitará la vida
Que nos siembra en
el desierto como una contradicción nutricia en el desierto
Fueron sembrados a
pesar del viento estos abrumadores rasgos o trazos o
Alucinaciones o
pesadillas táctiles mi asombro de monje deshonesto supino
En la arena como
bandera y buitre casi sonoros como flauta traversa
Los cadáveres
elocuentes casi sonoros como una confesión inesperada que la
Guerra huele a
podredura y aquí no hubo guerra tal vez fue un manto de música
Desgarrado por las
sonrisas y el sosiego ante los garabatos órficos del violinista
Impenitente y
candoroso que se anexa a los hemistiquios de esta hora tornasolada
Decepción del
bochorno a la rústica e imberbe imprecación del curaca
Sabio si tú
hubieras sido hombre hoy supieras ser dios y suma un estío con ofrenda
De conchas marinas
y medusas envueltas en neblina nacarada
Acaramelada de
metal y melancolía aquí donde el poder no nació de la muerte
Creo sentirme
eterno excesivamente duradero en la paz aún tibia
De esta nostalgia
como el pan en horizonte que vibra sediento de miradas
Perennidad
fragmentada quién destruyó este Florecimiento cataclismo o
Vorágine santa o
non sancta sin herencia distinta a la perplejidad del orgullo
Que me emociona en
una irritación tornasolada de gemido urticante
Caral la tuya es
una historia masiva de amor
Hombres y mujeres
ni padres ni hijos de la guerra caliginosa sacerdotisa
La Doctora Ruth
Shady tiene la mirada fértil y sus manos acariciaron estas piedras
Que me conmueven
con mucha razón también a Igor Ignacio y a Giuliana y a
Óscar y a Eduardo
y a Johnny y a Rodrigo y a todos los poetas que soñamos
Con serpientes
cóndores y embriones como un cántaro de agua
En los yacimientos
expuestos de Chupacigarro/ Oh mujeres y hombres de Caral!
(Diciembre,
2009)
Excelente poema, Bernardo. Captas la esencia de la historia de Caral, de los siglos, de las raíces de la tierra, de la cultura que succiona del suelo de siglos su esencialidad, su naturaleza.
ResponderEliminar