sábado, 29 de abril de 2017

"ANTES DEL TRIZIAGO" DE GERARDO GARCÌA ROSALES Por MARTÍN FIERRO ZAPATA.

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GERARDO GARCÍAROSALES.


En unas más que en otras de las 35 historias atractivas y entretenidas, del libro de Gerardo Garcíarosales, la ficción se expresa no únicamente mediante el lenguaje de los sucesos, de hechos literarios, sino también a través de la magnitud verbal de la poesía.
El mencionado escritor nacional, que es un talentoso poeta, ha escrito, con admirable versatilidad –pasando de la poética a la narrativa- los contenidos de Antes del trisagio, impreso en Soluciones Gráficas SAC 2013, utilizando el lenguaje de las imágenes verbales en sus dimensiones literarias.
De manera que, en los tres grupos de cuentos breves que contiene el libro, las locuciones narrativas se alargan o acortan según la magnitud de los sucesos; las expresiones se dilatan o comprimen en altitud o profundidad, atravesando la superficie de la realidad real y proyectándose hacia perspectivas imaginarias; y la luz o la sombra se contrastan clarísimas y precisas en el volumen de las metáforas y símiles de la prosa poetizada; asimismo, la dimensión del tiempo ficticio se desliza por los hilos sutiles de una analepsis o una prolepsis, configurando unidades espacio-temporales de historias creadas y recreadas por la dinámica imaginativa del autor.
Los hechos y sucesos están escritos con técnicas y recursos vinculados a la gramática poética, que posibilitan al autor, de amplia trayectoria y experto en el manejo del arte de la palabra bella, escribir ficciones de encomiable factura literaria que tienen, la mayoría de ellas, como fuente de motivación a referencias y noticias propias de la creativa oral.
Las narraciones de la tradición oral tienen su propia estructura de contenido y su belleza formal; están configuradas con palabras artísticamente expresadas a través de bellísimos kenqos y watuchis (metáforas e incógnitas); han sido elaboradas con la magistral kapaq maki (mano animadora) de la imaginativa popular. Tienen su propia y especial literatura, su literatura oral; si requieren de la escritura es solamente para perennizar su contenido verbal en el sostén de la memoria escrita. No necesitan ser literaturizadas por la palabra escrita. Y el autor lo entiende así, y las toma únicamente como referencias, no las rehace ni las recrea; antes bien, las ubica en la literatura escrita, las dimensiona en contextos de espacio y tiempo, en hablantes y lectores de la actualidad.
Veamos nuestra afirmación en uno de los contenidos del libro.
En ¡La inolvidable María!, de la primera parte del libro (Cuentos de ternura), la ficción refiere una historia de sanación tradicional de unos niños que sufren el trauma psicológico provocado por el ímpetu geológico de un sismo. Los galenos no los curan, los curanderos tampoco. Finalmente, el narrador-protagonista testimonia que él logra sanarse no por la curación popular, sino por la aparición de un fantasma, el fantasma del “ama afectuosa” que “apareció de la nada”, después de haber sido “sepultada” por el sismo.
Las heridas psicológicas y espirituales, en la realidad real de la actualidad, son atendidas por los correspondientes profesionales de la salud y, cuando no es posible la presencia de estos, los encargados del asunto son los curanderos de la sabiduría ancestral. El remedio tradicional contra el mal de susto de los niños, incluyendo los adultos, en la medicina pan-andina es la frotación con huevo de gallina, o con el cuy o recurriendo al prodigioso influjo y al fermento de las flores, como la retama.
Pero, en el texto que comentamos, la curación se realiza con la aparición del fantasma de una tierna sirvienta que, ante el desvarío del niño asustado, le diagnostica cerrar la puerta de la memoria, con calma y silencio, para que el susto que lo desespera salga y se vaya por la contrapuerta del olvido.
Y, esta manera de curación –digamos fantasmal-, es así porque el contenido de ¡Inolvidable María! es un cuento, una historia ficticia, una fantasía; no es una guía de sanación folclórica; es la imaginación libre sobre la realidad de la curación tradicional. El autor se informa de un contenido de la oralidad literaria, sin imitarlo ni plagiarlo; ni se limita a repetir lo que cansinamente se redunda en la tradición oral; antes bien, inventa con la técnica del raconto y el flashback, y propone otras posibilidades de curación anímica y espiritual: con la presencia de un fantasma bueno y tierno, como el de María.
Sabido es que un producto de la oralidad literaria, en sus inicios, en su texto original, tiene autoría personal, individual; alguien del grupo, del pueblo, lo crea embelleciendo y haciendo arte con la palabra oral; después la colectividad lo hace suyo con la dinámica de la anonimia y confrontándolo con su realidad real, con su identidad cultural.
En el cuento del escritor Garcíarosales, el fantasma bueno, que sana el mal de susto enquistado en la memoria por causa de un sismo, es, precisamente, una propuesta poética de curación emotiva, que la oralidad podría hacer de su autoría colectiva. Y no es una aporía esta posibilidad, porque el argumento de la historia sale del pueblo con posibilidad de volver a él, es como un hilo narrativo que se desovilla del contexto popular, informa, enseña y entretiene al lector de literatura escrita, para luego poder ovillarse en el lenguaje oral, presto a expresarse como producto colectivo.
En los contenidos del libro, el lenguaje de imágenes escritas en prosa se desarrolla como cuadros de sucesos y párrafos líricos, Y, más que prosa poética o poesía narrativa, el lenguaje que utiliza el autor es una prosa poetizada, escrita adecuando los recursos e instrumentos de la creativa poética a la narración. El resultado es el maravilloso florilegio de narraciones cortas de un escritor que cuenta, con fondo de atmósfera poética, historias y argumentos vinculados a la oralidad literaria.

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