LASA. Lima, 2017. Pontificia Universidad Católica del Perú.
Gamaliel Churata: Potencial político y desafíos estéticos del escritor menos comprendido en el siglo XX.
José Luis Ayala.
Comentario a la exposición de Elizabeth Monasterios
Con este meditado ensayo de Elizabeth Monasterios, empiezan los
análisis y estudios en referencia a un tema sorprendente y puntual: el
pensamiento filosófico llamado también cosmogónico de Gamaliel Churata.
¿No es acaso una provocación aseverar que Churata desarrolle un
pensamiento filosófico americano? La otra pregunta es: ¿Por qué Churata
escogió a Platón para establecer un diálogo en el que finalmente le
dice que está equivocado? La enciclopédica cultura filosófica de Churata
pudo haberle permitido discutir por ejemplo con Sócrates. Sin embargo,
prefirió hacerlo con el autor de los Diálogos porque quiso hacer una
revisión de las ideas.
De hecho, Elizabeth Monasterios señala que
Churata es un autor “complejo y polémico”, pero que en torno a él se
han formado varias logias que tratan de explicar el significado de su
obra. Elizabeth sin duda lidera la churatiana logia del Illimani. El
embrión de este texto está en su libro La vanguardia plebeya del
Titicaca, pero ahora su visión crítica se ha ampliado y puede aseverar
que al convertir a “Platón en interlocutor”, se estableció “un mundo no
regido por verdades universales ni por el supuesto conceptual de que
para hacerse ente histórico el ser humano requiere de entidad divina”.
Asevera que: “De aquí la pertinencia de leer a Churata absorbiendo
la tajante desautorización que hace del sistema filosófico de Platón. La
crítica que se ocupa de Churata ha identificado con precisión los
aspectos antiplatónicos que atraviesa su obra, destacando como las más
relevantes:
1.- Una interpelación a Platón en cuanto fundador del modelo de representación dualista.
2.-Una recreación del diálogo socrático con el propósito de interpelar
la filosofía platónica echando mano a códigos de la ironía andina.
3.- Una crítica a la explicación teológica y divina del ser humano y la muerte”.
Sin embargo, Elizabeth Monasterios propone una lectura e indagación
al anti-platonismo para entender mejor gran parte de la literatura
latinoamericana. Afirma que: “Desde sus primeros escritos hasta los
últimos, Churata desafió las jerarquías estéticas, políticas y
pedagógicas propuestas por el pionero de la cultura occidental y
cuestionó su aplicabilidad en los procesos políticos y culturales
andinos”.
En efecto, “El pez de oro” se inscribe en esta
axiología o filosofía de los valores, es un campo de la filosofía que
estudia la naturaleza de los valores como los juicios valorativos. Dice
bien Elizabeth Monasterios al afirmar: “Emanciparse del régimen de los
valores absolutos, cancelar el destino de la caverna platónica, se
convierte así en un proyecto intelectual orientado a gestionar una
intelección no platónica”. Pero la emancipación a la que alude Elizabeth
Monasterios se expresa en la escritura, en la creación literaria,
específicamente desde cuando Churata empezó a escribir “El pez de oro”.
En efecto, desde entonces desafió no solo a la crítica literaria que no
observó este acierto, sino que además fue desterrado del Parnaso de la
literatura latinoamericana.
Consciente de que no había sido
entendido, se vio en la necesidad de aclarar diciendo: “El idioma
que utiliza este libro resulta desconocido por los americanos y es que
América casi ya no existe. La obra que debe imponerse al régimen de la
cultura americana es aquella que partiendo de la universidades enseñe a
los hombres, que no tiene el derecho a poseer, una personalidad si niega
sus raíces. Y, ¿cuáles son las raíces del hombre? La raíces de la
tierra”. (El ángel iluminado, p. 33).
En lo que se refiere a
una literatura americana con genuina personalidad, Elizabeth
Monasterios dice que se expresa: “En el pez de oro a través de un
énfasis en la posibilidad de engendrar una literatura nacional y
descolonizada. En Resurrección, explorando la posibilidad de engendrar
un conocimiento animal emancipado de las deshumanidades del
hombre-letra”.
Efectivamente, Gamaliel Churata, permaneció
desterrado, incomprendido, menospreciado y mal valorado por una crítica
adversa. No obstante, es preciso reconocer el pionero juicio de José
Varallanos cuando apareció la primera edición de “El pez de oro” y en la
segunda en 1957, el juicio de Ricardo González Vigil.
Una
novedad y acierto en la exposición de Elizabeth Monasterios, es advertir
que mientras Churata era bibliotecario en Puno, leyó no solamente la
vanguardia literaria europea, sino sobre todo los fundamentos de la
física clásica y logros de Einstein, publicados en la Revista de
Occidente. “Las citas a Einstein – dice Elizabeth Monasterios – que
encontramos en El pez de oro y nutrido uso del lenguaje científico que
atraviesa el libro son sintomáticos de la claridad con que Churata
vislumbró vínculos entre las humanidades y los hallazgos de la
vanguardia literaria”.
Es importante resaltar que para Elizabeth
Monasterios, la antigüedad en Churata no es una resurrección del
incanato y mucho menos imponer desde el Estado, una posmodernidad por
decreto o de modo compulsivo. Lo que ha sucedido es que los escritores y
críticos peruanos no se han fijado en Churata porque no sabían quechua
ni aymara, salvo Arguedas pero no era un crítico. Además, como señala
Monasterios: “Pero en ninguno de sus trabajos encontramos referencias a
Churata ni críticas a un sistema filosófico que, como el de Platón,
sostiene el edificio de la razón colonial. Lo que me lleva a concluir
que en el campo del latinoamericanismo, Churata es una ‘idea impesada’.
Tal vez por lo inconcebible que hasta hoy resulta imaginar un mundo sin
Platón. O lo que es lo mismo, habitar un mundo desjerarquizado”.
Elizabeth Monasterios ha escrito esta primera reflexión. Ahora es
preciso continuar la tarea de explicar la interrelación activa entre
cosmopercepción y filosofía. Es decir responder: ¿Cómo es ahora esa
realidad donde dialécticamente todo es mutación y permanencia? Como
sabemos, en América Latina lo cotidiano es maravilloso y permanente,
pero todo cambia.
Comentario a la exposición de Maritxell Hernando. LASA 2017
Maritxel Hernando, después de fecundas lecturas de El pez de oro,
asevera que Gamaliel Churata tuvo que recurrir a la escritura híbrida
para registrar una literatura emergente, propia, creativa y
descolonizante. Este recurso usado por Huaman Poma de Ayala y Garcilaso
de la Vega: “Contiene –dice Maritxell Hernando– la heterogeneidad que
tiene históricamente dos direcciones: capaz de modificar el pasado de la
coloniedad, marcado por el silenciamiento de las voces no hispanas y
generar nuevas expresiones por venir, asegurando la potencialidad de su
programa en praxis artísticas contemporáneas”.
En efecto,
Gamaliel Churata consciente de pertenecer a dos universos culturales en
conflicto, decidió escribir en español andino conceptos esenciales
provenientes del quechua y el aymara. Quienes conocemos estos idiomas
podemos aseverar que no se trata solamente de palabras esenciales
incrustadas, sino de expresiones híbridas con gran contenido estético y
literario. Ahora falta un trabajo que precisamente se ocupe de este tema
tan provocativo y necesario. Es una tarea reservada a una persona que
conozca bien el quechua y aymara para escribir con propiedad.
Maritxell Hernando, a pesar de no haber utilizado la edición crítica de
El pez de oro, ha logrado penetrar en lo esencial de un libro complejo.
Como no puede haber literatura sin lengua, menos sin escritura y un
pueblo que hable un idioma, la idea es descifrar sus valores. De allí
que asevere: “La lengua constituye para Gamaliel Churata una energía
social, vinculada estrechamente a aquellos que la usan: ‘el punto de
partida de toda literatura (y de todo hombre está en el idioma que la
sustancia (p.152)”
Esta afirmación permite pensar que nuestra
expositora, ha logrado interpretar magistralmente a Gamaliel Churata,
debido a estar convencida que la lengua, es el único vehículo social
capaz de articular una comunicación en varias direcciones. Es decir, en
español y a la vez en quechua y aymara. Pero además establecer otra
forma que proviene de la concurrencia las tres corrientes idiomáticas
que corresponden a distintas sociedades humanas.
Pero
en la vida diaria se producen conflictos como asimilaciones culturales
idiomáticas. Es por esa razón que Maritxell Hernando afirma: “El
problema es ingente, envuelve la propia concepción de la lengua, la
tensión colonial entre la lengua impuesta, soportada por las escritura y
las instancias judiciales y pedagógicas, y una variedad de lenguas
minorizadas, circunscritas al ámbito no institucional, la valoración de
formas culturales orales y escritas”.
Churata estaba
seguro que era la mejor forma de escribir aunque no lo entendieran. Ha
tenido que pasar mucho tiempo para que sea no solo comprendido sino
analizado desde la lengua como energía social, como lo ha hecho
Maritxell Hernando. Además, observar una evidente potencialidad política
en los libros El pez de oro y Resurrección de los muertos.
Particularmente para mí escuchar a Elizabeth Monasterios, Maritxsell
Hernando y Mauro Mamani, es altamente reconfortante. Ahora falta
publicar cuatro libros que poseo, pero sobre todo recuperar los 17
libros inéditos, cuyo reclamo aparece en el libro de Churata: Vocación
el escritor. Ojalá que en esta histórica tarea podamos ser apoyados por
ustedes.
Una inteligente observación de Maritxel Hernando, es
aseverar que: “El nudo del problema es Platón, o mejor dicho, una
concepción platónica de la lengua. La oposición a Platón es el motor
filosófico que pone andar El pez de oro y una de sus empresas más
osadas”. Si Churata no hubiera conocido con tanta propiedad la
dialéctica del mundo andino, hubiera sido imposible contrastar dos
concepciones distintas. Es decir, dos diferentes racionalidades de
distantes realidades culturales. Churata le explica a Platón otra forma
de entender el tiempo, la vida y la muerte. Le pregunta: ¿entiendes
plato? ¿Entiendes chua?, esta palabra se usa tanto en quechua como en
aymara, es un platillo rústico de greda cocida para servir alimentos.
Pero ninguna cultura ni lengua permanece estática en el tiempo
porque todo se mueve, mezcla, transforma y renueva, según la particular
dinámica social que se establece entre sociedades dominantes y
dominadas. Por esa razón por la que Maritxell Hernando, asevera: “Si la
índole de la lengua es la transformación, el español instalado en
América no constituye un sistema inmóvil, codificado por la metrópolis,
ajeno a la vida que le rodeó después de la llegada de los
conquistadores”. (Por los invasores de España monárquica diría yo).
Así, en la necesidad de crear un sistema fonémico tanto para el
quechua como para el aymara, como bien observa Maritxel Hernando, el
aporte de Francisco Chuquihuanca Ayulo fue importante, texto que
efectivamente apareció en el Boletín Titikaka en 1928. Ahora hagámonos
una pregunta cuya respuesta no ha sido debidamente estudiada hasta hora.
¿Qué clase de grafías usó Gamaliel Churata para escribir sus libros?
¿Todos están escritos con la misma expresión y contenido fonético?
Churata decidió escribir escuchando el quechua y el aymara, es decir
desde la oralidad como asevera Maritxell Hernando, para después inventar
sus propias grafías y así resulta el registro de su literatura
contenida en los 17 libros inéditos, que ahora falta rescatar.
Pero Churata no estuvo solo en esta terea de darle a la
Literatura Latinoamericana una personalidad translinguística distinta y
propia, como dice Maritxell Hernando: “La potencialidad de su programa
queda aseverada en praxis artísticas contemporáneas. Escritores como
el argentino Néstor Perlongher, el brasileño Wilson Bueno, el uruguayo
Fabián Severo, el paraguayo Damián Cabrera o la inglesa-boliviana Alison
Spedding fundan su creación en el contacto de las lenguas”. Maritxell
Hernando, entonces ha venido volando en las alas de las palabras para
devolvernos la fe y confianza en la interculturalidad dialéctica con
derechos humanos, cuya dinámica borra todas fronteras y desencuentros
históricas para humanizarnos cada día mucho más.
Comentario a la intervención de Mauro Mamani Macedo.
Según la concepción de la cosmogonía y cosmopercepción andina, el
tiempo sideral tiene su propia dinámica y dialéctica. Es un solo corpus
constituido por el pasado, presente y futuro, todo en una sola
dimensión. No existen fronteras divisorias como en la concepción del
tiempo en la cultura occidental. El tiempo andino se desarrolla por
eras, no por fechas sino por acontecimientos que marcan la memoria
ancestral de los pueblos y personas. Así por ejemplo, el pueblo quechua
está a la espera del retorno de Pachacuti y la Nación aymara, asegura
que pronto volverá Tunupa para que se restituya el equilibrio, los
campos vuelvan a florecer y sea abolido para siempre el dolor humano.
Esta distinta racionalidad cósmica, ha sido perfectamente asimilada
por Mauro Mamani Macedo y por esa razón, puede manejar acertadamente el
concepto del tiempo infinito en el ensayo: El pasado actual. El tiempo
como estrategia política e ideológica nativa en la obra de Gamaliel
Churata. En efecto, Mauro Mamani Macedo, empieza aseverando: “El
propósito de esta ponencia es observar la concepción del tiempo en la
obra de Gamaliel Churata; él sostiene que el pasado no es un tiempo que
se queda relegado y solo se recuerda , sino que es un tiempo presente
que se siente y se vive de manera cotidiana. Esto se cifra en su
enunciado: ‘un pasado que no pasa. Es el tiempo revulsivo y dinámico
porque no se clausura y se cierra sino que se renueva y abre sin
abandonar la raíz, la célula”.
En efecto, Mauro Mamani Macedo,
acude y amplía su afirmación al referirse al concepto cosmológico del
ajayu-watan, para señalar que el alma amarra. Es decir, que el pasado no
pasa porque está digamos mezclado con el presente y el futuro. Pero
sucede que los quechuas y aymaras tenemos tres almas que funcionan como
una sola. Cuando muere un quechua o aymara, el primer ajayu o alma a
los ocho días regresa a la casa y convierte en uywiri, es decir en
vigía. La segunda alma regresa a los dos años para vivir en la memoria
de la comunidad, de acuerdo a los registros del libro de oro y de plata.
A la tercera alma, a los cinco años se le hace una ceremonia que se
llama despacho. Luego se convierte en pasado, presente y futuro. Las
tres almas no mueren, se convierten en lluvia, sueños, viento, celajes,
moran en las apachetas junto a los achachilas y apus tutelares. Sin
embargo el ajayu es uno solo.
Teniendo en cuenta esta visión de
la cosmopercepción andina y acertado conocimiento de las ideas de
Churata, Mauro Mamani Macedo dice: “El ajayu es entendido también como
‘parte de un ser viviente con la naturaleza y las fuerzas
sobrenaturales’. A ello se suma el jañayu, que es “la energía del ser
viviente en relación con las fuerzas sobrenaturales. Estos elementos
forman una triada con el animu, (ánimo) que es ´la fuerza espiritual y
seguridad de sí mismo”. En efecto, para Churata el ajayu (alma) es uno
de los conceptos centrales para explicar la idea de que los muertos no
mueren, que viven en nosotros. Para ello propone el categorema
ajayu-watan (El alma amarra). Además se distancia del concepto de alma y
psiquis porque considera que estos pertenecen a la cultura occidental y
no guardan equivalencia con el ajayu”.
Un acierto de Mauro
Mamani Macedo, es sin duda señalar que cuando se traducen conceptos
abstractos de una lengua a otra, se pierde mucho por más eximio y culto
sea el traductor. (¿Es verdad que todo traductor es un traidor?) Aquí
cabe hacer varias preguntas que vienen desde el fondo del tiempo: ¿Cómo
hacen los churatianos para escribir sobre Churata si no hablan quechua
ni aymara? ¿Se puede trabajar a Churata recurriendo a diccionarios
hispanos que no consignan conceptos de la cosmopercepción andina?
¿Bastan acaso los diccionarios aymara-español o quechua-español? Sin
embargo, hay muy buenos trabajos de investigación pero se nota un
marcado desconocimiento de conceptos cosmogónicos que provienen del
quechua y el aymara.
En fin, Mauro Mamani Macedo establece una
inseparable vinculación entre la vida y la muerte, de acuerdo al
pensamiento de Churata. Afirma que: “Churata corelaciona la muerte del
hombre con la semilla, así muere el hombre para volver a nacer, se
reinstala en las fluidez de la sangre de los vivos, así como la
vocación es volver a la vida de los vivos, de la misma forma como la
semilla busca al surco para volver a florecer porque ‘los muertos son
semillas”.
La idea de unidad y relación entre la vida y la
muerte; el pasado, presente y futuro, recorre todo el trabajo de Mauro
Mamani Macedo. Remarca el vínculo indesligable entre oralidad y
escrituralidad de Churata. De esa manera su trabajo resulta un verdadero
aporte para un esclarecimiento de la dialéctica andina, que funciona de
distinta manera como la usó Platón, personaje tan cercano a Churata.
Por eso, Mauro Mamani Macedo dice: “De esta forma Churata va
conectando semilla con alma, con ajayu: Y el alma – como recuerda
páginas más allá un kukani (persona que chajcha o consume coca) de este
Khori-challwa – es la semilla en que el hombre está con su destino, su
osatura, su intelección, su sistema neurovital, su k´’epi (palabra
aymara que significa atado) de existencias laceradas. Si hay ese dios
hacedor de que las confesiones hacen pie, su nombre está equivocado. Se
llama Génesis. Y la sustancia con que opera el licor seminal’ toda esta
explicación se enmarca dentro del discurso germinador, de vibrante
vitalidad”.
Termina su exposición con una expresión literaria
audaz de Churata: “Tú eres naya”. ¿Qué significan estas tres palabras,
dos en español y una en aymara? Literalmente: “Tú eres yo”. Es decir,
Churata usa la magia del lenguaje y raciocinio andino para
transfigurarse de padre en hijo. Otra vez volver a ser semilla y así se
prolongue la vida. Significa el eterno retorno. En consecuencia la
muerte no existe. Nada permanece estático. En otras palabras: Todo está
en movimiento continuo, traslación, desplazamiento, acción, alteración y
oscilación en la eternidad sideral del universo andino. Todo se
sustenta en los cambios continuos de la vida, que no es sueño como
escribió Pedro Calderón de la Barca, sino una evolución cósmica continua
donde la muerte no existe, como lo afirmó el genial Gamaliel Churata.