ARMANDO
ALVARADO BALAREZO
LOS
CAMINOS DE LA VIDA
Una mañana en mis años
primaverales el camino que conducía a mi destino se bifurcó en dos: uno llano
muy transitado, el otro cubierto de abrojos y ausente de pasos. Tenía que
escoger uno de ellos para seguir avanzando a la conquista de mis sueños;
entonces recordé las palabras de un arriero añejo de Tupucancha: "frente a dos caminos escoge el más difícil,
te hará más fuerte". Después de un buen rato de contemplación opté por
el camino cubierto de abrojos. Tiempo después un abismo profundo me impidió
avanzar en línea recta, abajo discurría un hermoso arroyo. Con la decisión de
no retornar tras mis pasos andados descendí como pude. Exhausto y con llagas en
el cuerpo toqué la orilla y bebí de las limpias aguas del arroyo. Mitigado el
cansancio continué andando a la vera del arroyo, luego de un río hasta pisar la
blanca arena del mar azul de mis sueños, donde sanaron mis heridas en el
verano. El otro sendero aguarda todavía mi llegada, sólo Dios sabe si será en
otoño o en invierno.
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