sábado, 22 de diciembre de 2018

SOLO UNA CARTA DE NAVIDAD… HOLA PAPA NOEL. Por FANNY JEM WONG



SOLO UNA CARTA DE NAVIDAD… HOLA PAPA NOEL.

Por FANNY JEM WONG


Callao, 08 de diciembre del 2005
09.45 p.m. Lima – Perú.


Hola PAPA NOEL:

Soy Fanny Jem Wong, supongo que me recuerdas… Aunque hace tannnnnnnnnnto tiempo que no te escribo...

-¿Sabes?

-Las Navidades, hace mucho que dejaron de ser bonitas. Ya no tengo a mi papá. Debes conocerlo, se llama Julio Víctor Wong Espinoza más conocido como Wong Wu Yong, “El Guerrero Valiente”.

- ¿Ahora te acuerdas?

-Dime que sí….

Supongo que mi padre estará en uno de tus enormes talleres del Polo Norte, preparando juguetes para otros niños.

A él, le encantaba la carpintería y hacer muñecos de trapo. Debe ser, uno de los mejores trabajadores en tus talleres y debe también llevarse bien con los duendes que allí laboran, ya que es muy cordial y gran amigo porque, conoce el valor de la lealtad.

Aunque pienso que, podría quizás estar cuidando a los venados, porque adora a los animales y es muy cariñoso con ellos.

Andador, Saltador, Donero, Blitzen, Cometa y Cupido estarían felices en compañía de mi padre.
Te cuento Santa una vez papá dijo:

-Si fuese millonario, quisiera tener una casa en un terreno enoooorme para tener un par de perros de cada raza, que existe en el mundo.

Luego rectificó:

-Mejor una granja, así también tendría conejos, pollitos, patos… Muchas flores y árboles frutales de todos los tipos y un pequeño lago, con miles de peces.

- Entre nos Santa…No sé, si eso era tan cierto porque, siempre me dejo tener perros. Es más, hubo un tiempo que tuve once.

- ¡Sííí! Once, aunque no lo creas.

-También periquitos australianos, una pareja hámster llamados “Napoleón” y “Josefina” y a todos sus hijos que fueron catorce.

-Ardillas, una rata blanca enorme, llamada “Lulú”.

-¡Vayaaaa! Me olvidaba de “Priscilo”, mi pequeño ratón blanco. Comía chocolates y comida china, tenía una casa en forma de circo de techo colorado.

-Pero cuando una vez aparecí con “July” un mono, papá casi me vota de casa. Jaaaaaaaaa.

La historia de esa mona fue triste y conmovida le ofrecí todo el dinero que tenía a un organillero, para que me lo vendiera y lo hizo.

Fue una hazaña llevarlo a mi casa, encima la mona se me trepo en la cabeza y me hizo ¡puffffffff!.

Llegué a casa hecha un asco, pero, contenta.

Papá dijo:

- ¿Estas loca?

- ¿Un mono?

- ¡Noooooooooooo!

-Te lo llevas al zoológico, mañana mismo.

En fin, con el dolor de mi corazón, doné el mono al Parque de las Leyendas, pero la verdad, es que en un solo día que paso en mi casa, rompió muchas cosas. Una desgracia total.

Arturo, quien en ese tiempo era mi novio, me acompañó en mi dolor de regalar a “July” la mona.

Bueno Santa te sigo contando…

Recuerdo que papá un año cuando salió de vacaciones, se pasó un mes completo recortando moldes y fabricó a mano muchos muñecos para mí. Todavía tengo varios. ¡Era increíble!

Me hizo una pareja de patilargos con zapatos de fieltro negro, cabellos de motas y trajes muy coloridos con muchas blondas.

Todavía los tengo y están como nuevos, los cuide por años.

También tengo un burro de paño lenci muy negro, con alforjas tejidas en lanas coloradas.

Un canguro rosado y un pequeño pirata de gamuza que ya está tuerto. Los demás se perdieron en el tiempo, pero, se quedaron en mis memorias.

Como colecciono muñecas y muchos otros cachivaches, fue mi padre quién preparó todas las repisas en donde hoy se exhiben.

Él decía:

-No te haré, ni una más. Tu cuarto está lleno de cachivaches

- ¿Dónde vas a meter más?, esto no parece un dormitorio, parece una tienda.

Pero al ver mi cara de luna enfadada decía:

-Buenoooooo, ¿Dónde pongo otra?

-Pero tú compras tus maderas

- ¿Y para qué será esta vez?

-Osos, payasos, búhos, bolas de nieves, unicornios, más muñecas, ¿o, ¿qué?

Y se reía… Es más, cierro los ojos y lo veo sonriéndome.

Santa, la Navidad en mi casa era mi padre, cuando murió se llevó la Navidad en sus alforjas. Era él quien desde los primeros días de noviembre armaba conmigo el Árbol, el Nacimiento y todo lo demás.

Planeábamos qué se cenaría y qué se pondría en la mesa, y eran todos los antojos de papá, que eran muchos, por cierto, porque era muy comelón.

Algo que me enseñó desde muy pequeña, fue siempre compartir la cena con alguna persona que no tuviera nada y así se hizo siempre en casa. Alistábamos lugares de más, para así hacerlo.

Papá nos enseñó que la Navidad no eran los regalos, porque estos en sí mismos carecen de valor. Me enseñó que un regalo valía por significado y no por su precio. Y si no se podía regalar algo, un abrazo y un beso eran mucho más valiosos.

Siempre quise tocar piano, mi padre no podía comprarme uno de verdad, pero si me pudo dar mi primer piano de cajita musical y años más tarde un pequeño órgano.

Para nosotros la Navidad era la unión de la familia y la simbología del Nacimiento del Niño Jesús.

Aunque no te niego que siempre tuve todo, a diferencia de tantos niños que no tienen nada, ni siquiera algo que comer.

Tuve muchas, muchas navidades hermosas, las cuales agradezco porque fui afortunada.

Perdóname Santa, te debo haber mareado con todo mi rollo, ahora si te diré que es lo que te pediré para esta Navidad.

Lo primero, que, en cada hogar del mundo, se encienda una luz para cada familia que exista.

Para mí si puedes, deseo que te lleves parte de la tristeza que tengo dentro, porque pesa demasiado.

Arrójala muy lejos en un abismo, para que nunca más regrese.

Permíteme soñar que me encuentro con mi padre y lo ayudo como siempre en la fabricación de los juguetes o preparando los dulces para los niños del mundo.

Pero, si no puede ser, lo único que te pido y no es para mí, es que le digas a Dios que no se lleve un día de Navidad, al papito de ningún niño del mundo como se llevó al mío.

Eso es todo lo que deseo, si puedes concedérmelo.

Adiós Santa, gracias por leer mi carta.

Un besoteeeeeeeeeee

FANNY JEM WONG.


PD: A quienes la lean resultará quizás infantil lo que acabo de escribir pero es lo que siento, después de casi ocho años de la muerte de mi padre. Él me prometió no morirse en Navidad y cumplió su promesa.
El 24 de Diciembre, se sentó por última vez a la mesa. No pudo cenar, tenía mucho dolor. Ya no podía comer, solo pesaba 32 kilos pero nos acompañó.
La mañana del 25 de diciembre de ese año, salió de casa conmigo para una clínica y no regreso. Falleció catorce días después.

1 comentario:

  1. MUCHÍSIMAS GRACIAS POR PUBLICARL , ES MUY IMPORTANTE PARA MÍ Y LO SABES. TE ABRAZO MUYYYYY FUERTE.

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