POEMAS DE MARCO MARTOS CARRERA
DE “VOLVER A TUS ARENAS”
Ofidio
He soñado con una serpiente que moraba en una gran botella,
una diosa congelada, con dos cabezas y dos lenguas punzantes,
tenía el cuerpo blanco que lucía sus esplendores en esos vidrios
trasparentes,
moteada de verde y de negro, cuerpo de aceitunas en los vinagres.
Venía mucha gente y le hacía reverencias a la diosa bicéfala.
Pasaban los oficiantes con bandejas que lucían cirios encendidos
y aceites perfumados. Las sacerdotisas recibían los saludos
y el ofidio movía sus ojos diminutos, inquietantes.
En el silencio de la noche, el brujo fumó sus tabacos,
mezcló en la marmita, con mano diestra, los brebajes,
y la pócima llamada soga de la muerte, ayahuasca,
quedó lista para satisfacer a los cófrades. De nada más me acuerdo.
Cuando desperté, encontré escrito este poema.
La letra era mía y los temblores de cada línea.
Bruja
La bruja que conozco, la que admiro,
hace magias para que alcance el dinero,
inventa conjuros contra la ignominia,
maneja menjunjes y emplastos para sanar heridas,
vuela para ayudar a los misérrimos,
corre a reparar injusticias.
Conversa con las plantas y los animales
y utiliza la telepatía para querer a los suyos.
Su intuición resuelve todo lo difícil,
me hechiza con su risa y su dulzura.
Es lo mejor del mundo, me fascina,
hace conmigo lo que quiere, como buena bruja.
Gente de Piura
Nosotros somos como el viento,
soplamos en cualquier parte,
somos como el polvo,
hacemos los caminos, los recodos,
parecemos la greda, el fango,
el yucún somos, lo más seco.
Somos como los números,
millares de millares, millones,
nos expulsan de todos los lugares,
a otras partes llegamos.
El agua que tanto queremos,
arrasa nuestros árboles, nuestras casas,
nuestras flores y animales,
mata a los mejores que tenemos,
pero volvemos, hacemos más fuertes
nuestros puentes, nuestros canales,
como la tierra misma, duramos,
como el viento, como los pájaros.
Guayusa
Nos
encantan esos sabores que sabemos de memoria de la guayusa,
ligeramente
amargos, profundos en el fondo de la garganta,
que
vienen de los montes, más allá de los valles cálidos,
arriban
de lo enmarañado del tiempo, nacen
en
los días y las noches circulares, alrededor del fuego.
Traen los
afectos de las primeras personas, sus ganas de vivir,
sus
plenos conocimientos. Los bebemos y los paladeamos
con
naranjilla, con chancaca, con grandes silencios,
con la
dicha de estar juntos, con la hilera de nuestros padres,
abuelos,
choznos, que viene humeando en la taza amada,
y se
queda para siempre en nuestros maravillados corazones.
Piura inundada
En los ariscos arenales, en las ardientes espinas,
en los huraños algarrobos donde moran
las esquivas lagartijas, los cañanes diminutos,
los zancudos emperadores de las aguas estancadas,
levantamos los espacios simbólicos de la infancia retornada.
Y todo se mezcla con los nombres de los muertos queridos.
Hay desdicha en las calaminas ahuecadas,
en las paredes de adobe derrumbadas,
en la gente que clama encaramada en el techo de su casa.
Nunca hemos visto tanta desgracia,
tanta furia de las aguas desatadas.
¿De qué sirve la palabra? ¿De qué sirve?
Al parecer de nada. O tal vez sí importe,
para que quede constancia
de que empezaremos de nuevo
a levantar la esparrancada esperanza.
en los huraños algarrobos donde moran
las esquivas lagartijas, los cañanes diminutos,
los zancudos emperadores de las aguas estancadas,
levantamos los espacios simbólicos de la infancia retornada.
Y todo se mezcla con los nombres de los muertos queridos.
Hay desdicha en las calaminas ahuecadas,
en las paredes de adobe derrumbadas,
en la gente que clama encaramada en el techo de su casa.
Nunca hemos visto tanta desgracia,
tanta furia de las aguas desatadas.
¿De qué sirve la palabra? ¿De qué sirve?
Al parecer de nada. O tal vez sí importe,
para que quede constancia
de que empezaremos de nuevo
a levantar la esparrancada esperanza.
Yucún en San Miguel de Piura
Vengo de estos desiertos, de estos matorrales,
mis días fueron vientos, ventarrones,
con ese polvo metido en el alma
que llaman yucún y que enloda las entrañas.
Serrán, Ñácara, Narihualá, Chusís,
parecen vocablos de idiomas desconocidos,
pero son nombres sagrados ligados a los principios,
a la noción de patria. Ahí llueve y llueve, en diluvios,
o hay años despiadados sin una gota de agua.
Hay un río chocolate en el fondo de mis ojos
que viaja a la punta de mis dedos agarrotados,
a la página que escribo de greda roja y de líquidas palabras.
mis días fueron vientos, ventarrones,
con ese polvo metido en el alma
que llaman yucún y que enloda las entrañas.
Serrán, Ñácara, Narihualá, Chusís,
parecen vocablos de idiomas desconocidos,
pero son nombres sagrados ligados a los principios,
a la noción de patria. Ahí llueve y llueve, en diluvios,
o hay años despiadados sin una gota de agua.
Hay un río chocolate en el fondo de mis ojos
que viaja a la punta de mis dedos agarrotados,
a la página que escribo de greda roja y de líquidas palabras.
Esteros
En los
esteros, serena transcurre la vida.
Vuelan
las fragatas, negras, silenciosas,
perfectas
acróbatas en el mediodía.
A lo
lejos, el mar con sus perfecciones,
lo salado
de la existencia y las heridas.
Las
toninas, ¡oh las toninas impecables! y las ballenas.
Súbito
todo cambia y entran las aguas con su potencia.
Una
lengua líquida inunda los esteros, los fecunda de hermosura.
Raspadilla
con César Vallejo
En este
rincón, con árboles que me cercan, siento los latidos del corazón,
el
acompasado gemir de los días aciagos que cobran presencia
en el
presente eterno , frágiles cristales, sueños rotos,
y aquello
que amamos flotando en la desesperación.
Es diurno
el pesado sueño, y nocturna la gracia de la garúa del amor.
Todo dura
demasiado en el mediodía estancado entre relentes,
la calma
se parece a la enfermedad y al temor.
Una
vaharada de aire seco y caliente entra por la boca y da pesar.
A lo
lejos aparece la infancia como una isla de perfección,
la rada y
los acantilados de Paita, la cuesta del sol.
En el
parque vendían hielo majado y mieles intensas
y había
risas de muchachas que aliviaban los impacientes latidos del corazón.
Duende
Las casonas de San Miguel de Piura
crujen y tiritan en las noches de julio.
Circulan duendes en sus zaguanes y corredores
y hay brasas calientes todavía en sus cocinas
silenciosas.
Se vendrán abajo cualquier tarde,
un temblor, un viento huracanado.
Nadie tiene las llaves de sus candados
herrumbrados.
Las aldabas lucían hermosas en tiempos de fastos.
Nadie sabe nada de los fantasmas,
salvo la poesía que intuye los comienzos.
En una de esas casas de paredes agrietadas
vivió Joaquín recitando a Heine, a
Goethe,
en el jardín de los papelillos, del mango ciruelo.
Un día se fue volando por la ventana,
se confundió con el cielo añil, con las uvas
azules.
Regresa cuando quiere en las noches de luna,
se queda en el patio, hablando solo, a la
intemperie.
Guanábana
Esta guanábana de la tarde
trae a la mesa las esencias
de la infancia, allá lejos.
Ácido tiempo de rescoldos,
de blandos cartílagos enterrados
y dátiles de oro.
Ramajes de papelillos y noches
de solitarias estrellas.
Cúmulo de nubes
que dibujan en el cielo
una blanquísima garza.
Enigma
¿Por qué escribo poesía?
No encuentro respuesta cabal a tal enigma.
Tal vez tenga que ver la bahía de Paita
con sus intensas luces de luna llena,
o la ría del Chira entrando poderosa
en el mar querido de Colán en las
mañanas del verano,
o el yucún del camino que hace cerrar los ojos a
los viandantes,
o los libros desordenados en todos los rincones de
la casa,
o la voz de mi padre poniendo orden en lo
desconocido,
o el rostro de mi madre, gemelo de la ternura,
o la inclemencia de la gran ciudad de Lima con los
forasteros.
O la soledad, la magnífica soledad de los
desiertos.
Mujeres del verano
A las mujeres del verano de algarrobos
se les extraña más en los húmedos inviernos,
Houdini, en los pantanos de la pena, en la tristeza
de los bares,
en la demencia inacabable de tus días.
Mariposas que volaron sigilosas entre flores,
que se hicieron niebla en el fragor de los años,
aleteos de la dicha que nada olvida y permanece
incólume.
¡Qué hermosas son¡ Viven mientras sueñas en tu
alcoba.
Guardan todavía sus inquietos ojos, sus rápidos
fuegos.
Las tienes en los dedos de las manos, en tu
oreja que zumba
cuando escucha sus nombres de
maravilla, sus risas
tormentosas en la noche que principia y nunca
acaba
en lo febril de tu memoria que no descansa
mientras escribes.
POEMA INÉDITO
en sus delicados brazos y el sabor de la canela misma
espolvoreada en sus deliciosos labios, finos, apacibles, deleitantes.
Traía un tifón contenido de pasiones, una cortesía ancestral
de minucias, reverencias y sonrisas a mujeres y varones.
Saltó de las películas en blanco y negro a aquellas otras
de relumbrantes colores. En la soledad de su camarín,
solo hablando con el espejos y las sombras, añoraba,
si acaso, las tierras desconocidas de las que le hablaban sus mayores.
Pasó como un suspiro por los cines, como un viento amable.
Hay gente que la recuerda en distintos puntos del planeta,
y otros que la aman y llevan con orgullo su sangre.
POEMA CON
EL CUAL MARCO MARTOS HA SIDO DESIGNADO MARCA PERÚ
EL PERÚ
No es este tu país
porque conozcas sus linderos,
ni por el idioma común,
ni por los nombres de los muertos.
Es este tu país,
porque si tuvieras que hacerlo,
lo elegirías de nuevo
para construir aquí
todos tus sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario