(Felicito públicamente a mi entrañable amigo y buen poeta -de los años noventas-, el chimbotano Antonio Sarmiento Anticona quien usó el seudónimo de Braulio Castor, por haber ganado con su poemario, "LA COLINA INTERIOR", la XVII Bienal de Poesía “Premio Copé 2015”. Y lo hago difundiendo las palabras de la poeta carmen Ollé sobre el libro ganador, y rememorando un poema que me dedicó en su memorable poemario, "METAMORFOSEO ORGÁSMICO", uno de los primeros que se editó bajo el sello, Ediciones Amantes del País).
ANTONIO SARMIENTO: POETA GANADOR!!
La colina interior empieza con un ofertorio, simbólico naturalmente, pues no se trata de un momento de la misa en la que el sacerdote dice una oración antes de ofrecer a Dios el pan y el vino, sino la descripción de una excavación con restos fosilizados de una civilización antigua. Le siguen dos partes alusivas también a la arqueología exterior e interior:
Enterrada en la colina hay una calle y El reino en las olas. Si en la primera prevalece la mítica historia de la búsqueda del pasado, en la segunda el mito se convierte en realidad, se aparta del simbolismo y el poeta rasga las fibras sensibles de su laúd terrenal.
Pero La colina interior es una indagación subconsciente a través del paralelo entre la ubicación de la Troya de Schliemann. Es interesante la referencia que se halla en Internet sobre este tema:
“Desde comienzos del siglo XIX el hallazgo de inscripciones en monedas había convencido a Edward Daniel Clarke y John Martín Cripps de que en la colina de Hisarlik, a unos 4,5 km de la entrada de los Dardanelos, en la provincia turca de Çanakkale, estuvo emplazada la ciudad de Troya, al menos cuando esta era una ciudad grecorromana. (…) Sin embargo, no todos los investigadores se mostraban de acuerdo. En 1776, el francés Choiseul-Gouffier había opinado que la antigua Troya estaba ubicada cerca de la aldea de Bunarbaschi, a unos 13 kilómetros de los Dardanelos y esta hipótesis fue popularizada en 1785 por Jean-Baptiste Le Chevalier que, al visitar la zona, consideró que los restos debían estar en la colina” denominada Balli Dag”.( El dilema Hisarlik Bunarbaschihttps://es.wikipedia.org/wiki/Troya)
El paralelo continúa con las excavaciones en otra colina, en el barrio de la Florida, una barriada de Chimbote, a unas cuadras del mar. Lo más entrañable es, en realidad, la búsqueda de la colina interior, en el mundo íntimo del sujeto lírico.
En el comienzo, después de las referencias a las exploraciones, nos encontramos con un poema enigmático, el excelente “Manos cruzadas”; pero este texto no se aparta del camino trazado por el poemario de Antonio Sarmiento, sino que se adentra en otro misterio, no ya el de las reliquias halladas por arqueólogos y aventureros de todo tipo, sino en el secreto silencio del lenguaje de unas manos que le hablan al poeta. Entonces el poema se abstrae, se intimida, e incluso grita e interpela a esas manos cruzadas “¡ea viejas¡, largo de mi camino". “Manos cruzadas” tiene también un toque erótico singular, nos remite al templo de las manos cruzadas de Kotosh en Huánuco que data de hace 4000 años: “las muy muertas se agarraban/ de los bordes colgándose de/ mi sexo enmarañado/ dando vueltas por mis extremidades/ ¡bastardas¡ ¡hipócritas¡".
Ya no son solo restos arqueológicos, son las manos del poeta, su proyección anímica en la inquietud del ser y de la pregunta mayor ¿quién soy? ¿Quiénes somos? que nos interpelan siempre.
En el entramado sobresale el imaginismo, las visiones particulares que rompen la linealidad de las figuras del pasado e introducen los “restos” o vestigios entre comillas del presente, como una bicicleta amarilla, adorada en un santuario entre las ruinas de una ciudadela.
La historia personal se mezcla con la universal, sucede en varios momentos del libro. En “Cenotafio”, por ejemplo, un poema dedicado a su abuela, irrumpe el arte de la literatura con una pertinencia pues le da un vuelco a la lógica literaria, ya que si no hubiera nacido Inés Jara Zúñiga, su abuela, “qué tal fiasco para el arte”, escribe el poeta. Porque si se desterrara la fecha en que nació ella del calendario no existiría ni La tierra baldía, de Eliot ni el Ulises de Joyce ni Trilce de Vallejo; y es que hablamos de algo muy sencillo, no solo es un juego inteligente o ingenioso, sino que no existe el todo sin la parte y viceversa: pars pro toto.
“Pájaro de fuego” es, según mi modo de ver, un poema muy logrado en el que los planos se entrecruzan: arriba/abajo, como vacío y soledad, como sombra y sangre.
En la segunda parte, El Reino de las Olas el mito se hace realidad, nos enfrentamos a hombres rudos, a inundaciones, al destierro, a la ciudad siempre convulsa y ajena,
En La colina interior se puede afirmar que predominan los símbolos personales: la colina, el ave-roc, animal mítico, de origen persa, del que se dice está compuesto por numerosos individuos, es decir, el ave agorera que acompaña al excavador, al arqueólogo, al poeta que es un buscador de fortunas secretas, de misterios y de enigmas, fuera y dentro de él: así se nos impone su historia de vida, las fuentes literarias, la pasión, la poesía, el verso arcaico, todos son elementos que se entretejen en el tiempo, a través de otros tiempos y recalan en el del poeta, como en una partitura todo se integra sin perder su forma prístina y original; he ahí el trabajo artístico de Sarmiento, que ha merecido el ORO en este concurso.
El poemario termina con un poema titulado “Tango” en alusión a épocas convulsas, como Mayo del 68 en Europa, pero también es el despertar adolescente, el amor, y claro como no recordar con “Tango” al París del Último Tango, pero también con ello a Mayo del 70 en La Florida, la marcha universal del pueblo, pues como dice el poeta, en La Florida hubo tango en el ocaso.
EL POEMA:
LEVE CANCIÓN
a José Beltrán Peña.
No es fácil hablar de la muerte
si acabas de engendrarla en tu mirada
y te moja una lluvia que os duele
en mitad del corazón.
Casi podría decirlo
en esta dulce tarde de invierno
que bien tocas el arpa de la lluvia
tu sacro verano tus mejillas encendidas
acariciadas por el sándalo de la muerte
mientras entreteje su rumor el invierno
zurces hábilmente
los hilos de la lluvia entre tus finos dedos
que ahora tañen leves
la leve tristeza de tu santa canción.
Noviembre, 1993.
NOTA: El poemario, "METAMORFOSEO ORGASMICO", lleva comentarios de Manuel Pantigoso, César Toro Montalvo y Luis Hernan Ramirez.
Manera muy creativa de hablar de la vida y de la muerte
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