viernes, 11 de noviembre de 2016

LA RELIGIOSIDAD EN EL POETA UNIVERSAL, CÉSAR VALLEJO. Por JOSE BELTRÁN PEÑA.



César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 1892 – Paris, 1938), es el escritor más completo de la historia de la literatura peruana, quien no ha recibido un Premio Nobel para que su palabra se universalice e inmortalice. Siempre se ha discutido –a nivel académico, literario y político-,  si la poesía de Vallejo es católica o mística, o marxista, para ello, primero  hay que separar, al artista del ser humano. El arte literario en sí, es creación o recreación porque, sino sería biografía, panfleto, historia. Y Vallejo en su poesía  tiene  a Dios como figura temática, uno de los  personajes imprescindibles en su literatura.

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                              CÉSAR VALLEJO BRINDANDO

Es un poeta humanamente católico, por ende su poesía no es marxista (porque el marxismo niega la existencia de Dios y su creencia), pero sí lo es su presencia y accionar dentro de la vida política, como ser humano comprometido en la lucha y la esperanza de un mundo más justo y solidario. Los poemas que escribió Vallejo vinculados a la presencia de Dios y su religiosidad fueron escritos teniendo como fuente de fe y esperanza a enjuiciar, conjeturar e interrogar lo que está escrito en la Biblia y no en los preceptos o estipulaciones que dicta El Vaticano o las leyes canónicas o teológicas, o sea sí hay un enlace directo de identificación, reprensión, y enjuiciamiento a Dios y su revés, dejando de lado su trabajo con la palabra lo escrito por las autoridades religiosas, además están desarrollados varios pasajes específicos, como la Natividad, la Crucifixión, el Apocalipsis, las palabras de los profetas y la redención de la vida eterna esperanzadora, apareciendo versos de rechazo y conjetura en donde algunos estudiosos lo consideran poéticamente como un ateo creyente. Él es un marxista a carta cabal como persona o sea es ateo; pero para el arte se da la conjunción entre lo humano y lo religioso, pero también tuvo la capacidad y el talento de tejer las creencias del mundo andino con la palabra bíblica.
Una prueba fehaciente de lo manifestado es, cuando estando en su lecho de muerte, el 29 de marzo de 1938, en su último tiempo de vida, a su amada Goergette, le manifestó sus últimas palabras: 

“Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios, más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios.”


FUENTE: REVISTA INTI DIPLOMATIC, N° 1, 2016.


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