César Abraham Vallejo
Mendoza (Santiago de Chuco, 1892 – Paris, 1938), es el escritor más completo de
la historia de la literatura peruana, quien no ha recibido un Premio Nobel para
que su palabra se universalice e inmortalice. Siempre se ha discutido –a nivel
académico, literario y político-, si la
poesía de Vallejo es católica o mística, o marxista, para ello, primero hay que separar, al artista del ser humano.
El arte literario en sí, es creación o recreación porque, sino sería biografía,
panfleto, historia. Y Vallejo en su poesía
tiene a Dios como figura
temática, uno de los personajes
imprescindibles en su literatura.
CÉSAR VALLEJO BRINDANDO
Es un poeta humanamente
católico, por ende su poesía no es marxista (porque el marxismo niega la
existencia de Dios y su creencia), pero sí lo es su presencia y accionar dentro
de la vida política, como ser humano comprometido en la lucha y la esperanza de
un mundo más justo y solidario. Los poemas que escribió Vallejo vinculados a la
presencia de Dios y su religiosidad fueron escritos teniendo como fuente de fe
y esperanza a enjuiciar, conjeturar e interrogar lo que está escrito en la
Biblia y no en los preceptos o estipulaciones que dicta El Vaticano o las leyes
canónicas o teológicas, o sea sí hay un enlace directo de identificación,
reprensión, y enjuiciamiento a Dios y su revés, dejando de lado su trabajo con
la palabra lo escrito por las autoridades religiosas, además están
desarrollados varios pasajes específicos, como la Natividad, la Crucifixión, el
Apocalipsis, las palabras de los profetas y la redención de la vida eterna
esperanzadora, apareciendo versos de rechazo y conjetura en donde algunos
estudiosos lo consideran poéticamente como un ateo creyente. Él es un marxista
a carta cabal como persona o sea es ateo; pero para el arte se da la conjunción
entre lo humano y lo religioso, pero también tuvo la capacidad y el talento de
tejer las creencias del mundo andino con la palabra bíblica.
Una prueba fehaciente de
lo manifestado es, cuando estando en su lecho de muerte, el 29 de marzo de
1938, en su último tiempo de vida, a su amada Goergette, le manifestó sus
últimas palabras:
“Cualquiera que sea la
causa que tenga que defender ante Dios, más allá de la muerte, tengo un
defensor: Dios.”
FUENTE: REVISTA INTI DIPLOMATIC, N° 1, 2016.
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