domingo, 19 de mayo de 2019

EXTRAVIADA (cuento). Por YENY TEJADA.




La reconocida poeta arequipeña, Yeny Tejada, -quien es nuestra representante de la Sociedad Literaria Amantes del País en Arequipa-, en esta semana nos ha sorprendido positivamente, porque el conocido tallerista de literatura, Willard Díaz, en su pagina que tiene todos los martes, en el diario "El Pueblo" de Arequipa, ha publicado el cuento "Extraviada". Por ello públicamente la felicitamos, deseándole éxitos en su incursión en un nuevo género literario. JOSÉ BELTRÁN PEÑA.




EXTRAVIADA

                 Por:  YENY TEJADA.


Ella va vestida en jeans, zapatillas y polo. Camina sin apuros, llega a un campo que nunca antes había visto, la grama de un verde casi inexistente.  El campo se va haciendo más amplio, la luz es tan fuerte que debe entrecerrar los ojos.  Parpadea con fuerza, los abre para sorprenderse con lo que ve. Un caballo alado, blanco como la nieve está a punto de golpearla. Se detiene sorpresivamente y se coloca a su lado. Un apuesto jinete, vestido de blanco, tan blanco como el caballo desciende y la saluda.
La mujer no entiende qué ocurre, cómo es que sabe su nombre, quién es este ser desconocido que va en un caballo alado, de dónde viene. El jinete, casi como si leyera sus pensamientos le dice que es un mensajero enviado por alguien que ella conoce y le pide que lo acompañe.

Ella no sabe la razón pero decide confiar en él y procede a montar con la ayuda del joven. Le pregunta a dónde van y al escuchar su voz, le parece tan familiar pero no encuentra la explicación.
Viajan los dos en ese albino alado,  mientras ella no puede creer lo que a su vista se va abriendo, dejan atrás el azul del mar, traspasan el cielo, las nubes cubren su visión.

Cuánto tiempo viajaron, no lo sabe.

Un paisaje hermoso la sorprende, flores multicolores, campos tan verdes como el lugar del que fue recogida, unas construcciones extrañas para ella, tan futuristas que no hay espacios cerrados. El caballo baja muy suavemente, se inclina para dejarla bajar, jinete y caballo desaparecen en un instante.

Una sensación de paz y quietud la invade, así como el aroma de las flores la conducen por lugares e imágenes que no logra comprender.

-¿Dónde estoy?- pregunta ella. 

Alguien se acerca y le indica que lo acompañe, ella camina en silencio mientras este nuevo personaje le dice que están en su casa.  

-¿Cómo qué en mi casa?- responde ella.

Un hombre de aspecto fuerte, pero de mirada tierna le pide que se calme.

 -Mírame, ¿no me recuerdas? Soy yo, el dueño de todo esto, hacedor de sueños, y aun así no pude encontrarte. Amada mía, te perdí hace tanto tiempo. Soy Zeus.

Ella le responde 

-¿Qué tengo que ver contigo? Devuélveme a mi casa. Yo no te conozco y jamás estuve aquí.
Zeus, tranquilamente le pide que le permita tomarla de la mano. En ese instante la mente de la mujer abre todas las brechas del tiempo y del espacio, de los mundos y los no mundos.
De pronto, una luz la ilumina, un vestido dorado la cubre, brillante como el Sol, ligero como el viento.  Cómo es que siendo una diosa se extravió por cientos de años en un lugar al que ella le llamaba casa, se interroga en silencio.  

Zeus lee sus pensamientos, quiere explicarle lo qué ocurrió.

Ella gira la cabeza, mira hacia atrás y cuando está a punto de entenderlo todo, suena la alarma de su despertador.

1 comentario:

  1. Muchas gracias a Pepe Beltrán, Presidente de la Sociedad Literaria Amantes del País por su comentario y por la difusión de mi cuento. Un abrazo.

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