EXIMIA PLÁSTICA,
BRUNO PORTUGUEZ: DEL SUELO AL CIELO
“¡Jamás, hombres humanos/ hubo tanto dolor en
el pecho, en la solapa, en la cartera,/ en el vaso, en la carnicería, en la
aritmética!/ Jamás tanto cariño doloroso,/jamás tan cerca arremetió lo lejos…”
Vallejo
Por WINSTON ORRILLO
Expliquemos, ahora, el título: “del suelo al cielo”.
Se trata de que el autor, Bruno Portuguez, de humilde origen
chorrillano, ha convivido -¡cómo no!-con los “pata-en-el-suelo”. Mas, luego, la
enorme calidad de su arte plástico, lo ha llevado al cielo, al Parnaso de los
creadores, donde su obra se consolida irreversiblemente, y es un maestro en la
presentación de la dolorosa realidad de nuestra entrañable y maltratada patria,
y de sus siempre invictos habitantes.
Esta nota, aunque tardía, no quiere dejar de rendir homenaje
a su reciente muestra, presentada en un lugar por demás idóneo: el local
histórico de la Biblioteca Nacional, el de la avenida Abancay (donde leíamos,
hasta las 11 de la noche, en la década del 60, y luego tomábamos un cafecito
–él un pisquito, por cierto- con don Rafael de la Fuente y Benavides, más
conocido como “Martín Adán”.)
Allí, en la señera Biblioteca (a la que hoy hay que llegar
luego de un periplo a través del siniestro tránsito capitalino) Bruno presentó
una antología de sus mejores retratos, a peruanos y relevantes extranjeros,
como Ángela Ramos, César Vallejo, José María Arguedas, el entrañable “Che”
Guevara, José Carlos Mariátegui, Tomás Borge, Rubén Darío, Arturo Corcuera,
Manuel Scorza, Augusto C. Sandino; el
inmortal Comandante del Primer Territorio Libre en América, Fidel Castro Ruz,
Panchito Izquierdo Ríos, don Nicomedes Santa Cruz y Mercedes Cabello de
Carbonera, entre varios otros.
Y el sentido de estos retratos era rastrear en personalidades
epónimas, paradigmáticas, desde las cuales podemos –debemos- construir una
patria distinta, y muy distante de la caricatura de país que hoy tenemos,
merced a la corrupción y al desbarajuste realmente reinantes.
Brillante egresado de la histórica Escuela Nacional de Bellas
Artes, Bruno no solo pinta, sino canta y encanta con su obra que rastrea el
Perú en el que todos –unos más otros menos- soñamos.
Es cierto que no es nada fácil hacerse un camino –y un
nombre- en un ambiente “artístico” dominado por las trasnacionales que, aunque
parezca surrealista, dominan, dan órdenes en las artes plásticas (para variar).
Pero allí va el gran artista, Bruno Portuguez, quien, además,
tiene la suerte que su compañera, Fanny Palacios, también se halla en el mundo
de la plástica y en las mismas lides.
Seguimos, pues, con particular expectativa el ascendente
periplo artístico de un artista que, venido de muy abajo, llega -está llegando-
a lo más alto del Parnaso plástico ad usum.
Su capacidad para decodificar a la criatura humana y a su
entorno, crecen más y más.
Y seguirán creciendo, ¡no me cabe la menor duda!
excelente
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