JOSÉ LUIS RODRIGUEZ
PESADILLA
Mi mente divaga confundida,
se abstrae en pensamientos nebulosos
me encamino en doliente soledad
a un abismo profundo y eterno,
levito perdido en la oscuridad,
abrumado por voces entre sombras
distorsionadas, guturales, siniestras,
rostros desfigurados, salvajes
provenientes de la profundidad.
¡Vida, dime si aún pienso!
Bocas hedientas, profanas,
repugnantes y disolutas
expanden su halitosis
en mi rostro, en mis pulmones,
seres deformes se agolpan
uno sobre otro, aplastando mi cuerpo,
me sofocan, me ahogan,
pretenden llevarse mi último aliento,
mi alma se resiste, grita
un grito apagado en su nacer
que no encuentra respuesta.
¡Vida, dime si aún respiro!
Sombras humeantes, azufradas
se acercan, me sujetan,
me conducen entre gritos maldicientes,
a un sendero tortuoso,
doliente, indescifrable
que golpea mi conciencia.
fuerte… tan fuerte…
como el martillo al metal
forjado en el yunque.
¡Vida, dime si aún siento!
Y corro... huyo… tiemblo…
de pronto, cancerberos infernales
con colmillos sangrantes,
con gajos de la conciencia
mortalmente herida
colgando en sus fauces,
me acechan, me obligan a internarme
en un oscuro laberinto, siniestro,
para caer en un profundo pozo pútrido
que parece no tener fin.
¡Vida, dime si aún lucho!
Repentinamente llego al final
me sumerjo en un pantano de lodo
pastoso y verdinegro cual silo gigante
irrespirable, ardiente, repugnante,
con figuras fantasmales, difusas,
gritos lastimeros que horrorizan
pidiendo clemencia y perdón,
me estoy asfixiando y tiemblo de miedo
quiero gritar y no puedo, me estoy quemando
algo me oprime el pecho tenazmente,
me voy hundiendo, me ahogo.
¡Vida, dime si aún vivo!
De pronto oigo una voz, la reconozco
es mi voz, que me alienta.
¡Lucha, no dejes de luchar!
Y súbitamente despierto,
en la oscuridad de mi habitación,
sudando profusamente, asustado,
escuchando un grito… mi grito,
agitada mi respiración y luego,
¡pienso! ... ¡respiro! ... ¡siento! ...
¡lucho! ... ¡vivo!.
¡Sí, estoy vivo!, y lo disfruto
hinchando al máximo mis pulmones.
Solo fue eso, una pesadilla,
una terrible y tenebrosa pesadilla,
agitando la tranquilidad de mis descansos.
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