sábado, 2 de abril de 2022

PESADILLA. Por JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ HUAMANÍ.

 


JOSÉ LUIS RODRIGUEZ

 

                           PESADILLA

 

 

Mi mente divaga confundida,

se abstrae en pensamientos nebulosos

me encamino en doliente soledad

a un abismo profundo y eterno,

levito perdido en la oscuridad,

abrumado por voces entre sombras

distorsionadas, guturales, siniestras,

rostros desfigurados, salvajes

provenientes de la profundidad.

¡Vida, dime si aún pienso!

 

Bocas hedientas, profanas,

repugnantes y disolutas

expanden su halitosis

en mi rostro, en mis pulmones,

seres deformes se agolpan

uno sobre otro, aplastando mi cuerpo,

me sofocan, me ahogan,

pretenden llevarse mi último aliento,

mi alma se resiste, grita

un grito apagado en su nacer

que no encuentra respuesta.

¡Vida, dime si aún respiro!

 

Sombras humeantes, azufradas

se acercan, me sujetan,

me conducen entre gritos maldicientes,

a un sendero tortuoso,

doliente, indescifrable

que golpea mi conciencia.

fuerte… tan fuerte…

como el martillo al metal

forjado en el yunque.

¡Vida, dime si aún siento!

 

Y corro... huyo… tiemblo…

de pronto, cancerberos infernales

con colmillos sangrantes,

con gajos de la conciencia

mortalmente herida

colgando en sus fauces,

me acechan, me obligan a internarme

en un oscuro laberinto,  siniestro,

para caer en un profundo pozo pútrido

que parece no tener fin.

¡Vida, dime si aún lucho!

 

Repentinamente llego al final

me sumerjo en un pantano de lodo

pastoso y verdinegro cual silo gigante 

irrespirable, ardiente, repugnante,

con figuras fantasmales, difusas,

gritos lastimeros que horrorizan

pidiendo clemencia y perdón,

me estoy asfixiando y tiemblo de miedo

quiero gritar y no puedo, me estoy quemando

algo me oprime el pecho tenazmente,

me voy hundiendo, me ahogo.

¡Vida, dime si aún vivo!

 

De pronto oigo una voz, la reconozco

es mi voz, que me alienta.

¡Lucha, no dejes de luchar!

Y súbitamente despierto,

en la oscuridad de mi habitación,

sudando profusamente, asustado,

escuchando un grito…  mi grito,

agitada mi respiración y luego,

¡pienso! ... ¡respiro! ... ¡siento! ...

¡lucho! ... ¡vivo!.

 

¡Sí, estoy vivo!, y lo disfruto

hinchando al máximo mis pulmones.

Solo fue eso, una pesadilla,

una terrible y tenebrosa pesadilla,

agitando la tranquilidad de mis descansos.

 

 

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