París tiene dagas
Por Marco Martos
Cuando llegas a París y tienes dinero para tres semanas,
No es la belleza de los museos la que te atrae,
Tampoco la magnificencia de los barrios más antiguos,
Solo el Sena, imagen de tranquilidad, con sus melancólicas aguas.
Juegan los niños en el bosque domesticado
Y un fúnebre escalofrío recorre tus piernas y tus brazos,
Tu indómito corazón, y vive en una lágrima.
Has venido para morir, lo sabes, lo has dicho,
Y lo escribirás mañana como aquellos vates griegos
Que contaban el futuro de las naciones en el ágora.
Los dioses te han dado algunos años, los días pasan
Como relámpagos, para que crees y pulas la perfección de tu canto.
Vivirás de barriga a veces, estarás hierático en los hospitales,
Pero tendrás días de auténtica primavera con hortensias
Y no con rosas de numerosas espinas y de espanto.
El tibio sol de los otoños será propicio para tu escritura.
En tus venas corre la sangre de Quevedo, la de Darío, la de Garcilaso.
Los que moran en el Olimpo, reclaman a los mejores,
A los que son como tú, César Vallejo, fuegos rápidos.
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