TRES CUENTITOS DE "TAITA SERAPIO" DE SOCRATES ZUZUNAGA HUAITA
CANDELITA PAL CIGARRO
Un día, en la chacra, Taita Serapio quiso descansar de la faena quistaba realizando. Buscó un árbol y se recostó bajo su sombra.
Y, en eso, tuvo hartos deseos de fumarse un cigarro.
Diuno de sus bolsillos, sacó un cigarro Inca, pero no tenía candelita con qué encenderlo.
Entonces, vio a un picaflor quistaba picando una flor de qantu. Entonces, se le encendió una lucecita en la cabeza.
Con toditas sus mañas, con harta paciencia, logró atrapar a esa linda avecita. Le amarró la patita con un hilo y, soltándola, le dijo: anda tráeme la candelita del sol.
Y el jinchito se jue volando y volando hacia el taita inti; picó con su pico un pedacito de sol y, con esa candelita, regresó a encender el cigarro del taita Serapio.
Así, dicen que jue, aunque ustedes no me creyan.
EL ARCO IRIS
Taita Serapio tenía que viajar hacia unos lejanos pueblos de la banda. Para esto, tenía que pasar por una gran quebrada. Y le daba flojera bajar hacia el fondo del huaico y volver a subir por la otra cuesta del frente.
Entonces, dijo que mejor voy a esperar.
Y esperó hasta que empezó a chirapear, en pleno sol del mediodía. Entonces apareció un gran arco iris atravesando la quebrada, de banda a banda.
Entonces, él, ni corto ni perezoso, se subió a su caballo y cruzó la quebrada, galopando sobre ese bonito arco iris, rumbo hacia los pueblos de la banda…
LOS HILOS DE LA LLUVIA
Una tarde, Taita Serapio no tenía ni hilo pa coserse un parche en la camisa.
Y, en eso, empiezó a llover. Muchos hilos de lluvia empiezaron a cayer del cielo.
Entonces, cogió un fino hilito de lluvia, lo ensartó a su aguja y cosió el parche en su camisa.
Pero, al día siguiente, nuestro Taita Serapio, quedó harto insatisfecho y frustrado.
Porque, cuando salió el sol y calentó, se secó el hilo de lluvia y el parche de la camisa, diún de repentecito, se desprendió…
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