CONSTRUIR UN REINO
Por FANNY JEM WONG.
Existen muchas formas de construir un reino, hace varios años emprendí la tarea.
A veces parecía inagotable.
Le ofrendé mis sueños,
Dejé en ello la vida.
A nadie pareció importarle y a mí menos.
A
sabiendas de lo que hacía, me transformé en parte de las estructuras de
mi creación, en un fantasma en búsqueda de cumplir un sólo objetivo:
Eternizar sus letras.
Hoy afirmo que no lo conseguí, pero al menos lo intenté. Mis poesías sólo fueron letras...letras...letras muertas.
Antes
de haberlas parido...Había momentos en los que pensaba: Qué fácil sería
derrumbar todo ésto, el dolor enloquecía la mente, los ojos no veían, a
pesar de ello aprendí a respirar hondo y a detener el puño.
En ocasiones eran otras las manos que borraban en un segundo todo lo avanzado.
Las estructuras intermitentes a veces desaparecen así. Y sin previo aviso, ves caer lo que tanto esfuerzo te costó levantar.
Años
dediqué mi pequeña existencia sólo a ésto...Edificar mi ciudad de
letras. Desgastando en ocasiones mucho más allá de lo humanamente
permitido, todas mis energías.
Logré
construir casa tras casa, palacio tras palacio, carreteras, túneles,
murallas, infernales laberintos y de cuando en cuando, fastuosos
jardines, fértiles huertos, estanques de aguas cálidas, oasis
placenteros...Pero nada...nada...nada me fue suficiente.
No
conforme con ello, tejí pacientemente noche tras noche, día tras día
una enorme red de conexiones. Debía llegar a Roma, ése era el objetivo.
Hoy creo que elegí la muerte y no la vida.
Me pregunto: ¿Si valió o no la pena? ¿Si algunos de mis hijos sobrevivirán a mí?
Vestí
mi reino de espejos, pinté paredes con lágrimas, alimenté con linfa y
demás fluídos el calor del fuego de cada una de mis casas. Los invadí de
miles de fotografías, de recuerdos, detuve los relojes y los colgué en
un alambre para así congelar las horas.
Mi real ciudad de luces intermitentes, tan fuerte y tan frágil a la vez, construída por mí para refugiar a mi amor por siglos.
Entre
sus muros me vestí de ira, me revolqué en el dolor, vomité entrañas,
parí mis hijos muertos, pero también coseché flores, escuché cantar
sirenas, ví fornicar a la pluma y al tintero...Cuántas
imágenes...cuántas...atropellándose una tras otra, pugnando por obtener
un lugar...otras sólo se estrellaban contra mi cráneo, y allí están
todavía.
Hoy reconozco que soy, lo que soy, por todo lo que he vivido...De nada me arrepiento...ésto fue, es y será por siempre mi reino.
Cuando yo no esté,
quedarán mis versos...
Mi poesía soy yo.
FANNY JEM WONG
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