miércoles, 29 de julio de 2020

"SOL DEL PASADO". Por ROGER CASALINO CASTRO.



                          SOL DEL PASADO

Sol de los nobles Incas que coronaron el pasado
de estas tierras benditas de mil glorias no contadas,
de caciques victoriosos que resueltos enfrentaron
con valor y sacrificio a las tierras no labradas,
vírgenes invioladas por el pico o el arado.

Cuántas generaciones pasaron para lograr la papa.
Cuántos esfuerzos y lágrimas para cosechar el maíz.
Cuántas plantas silvestres con las manos escarbaron,
trabajando con pasión para mejorar su raíz...
antes que el español cambiara el poncho por la capa.

Cuando la llama era bestia y vagaba en las alturas,
con la alpaca y la vicuña correteando el altiplano,
hombres de la sierra hicieron, aquello que soñaron,
con esa paciencia infinita que enaltece al ser humano
domesticando las plantas en andenes y llanuras.

Quiero pensar en el tiempo anterior a Machu Picchu,
Saqsayhuaman no existía y Ollantaytambo era loma,
se organizaban buscando conservar agua y comida,
porque la raza del Quechua que ya tenía un idioma,
investigaba en la tierra y en los frutos que le daba.

Mirando al Sol del pasado que calentaba la tierra,
cada día comenzaba al brillar en la montaña,
y sin dudar de su ciencia y como honor a la vida,
busca la mejor semilla que atesora en su cabaña,
luego con mucho cariño, la acaricia y la entierra.

Cuando de noche la Luna coqueteaba con el Sol
y se ponía rosada por las cosas que escuchaba,
el quechua que sí quería y la chola que se oponía,
hacen del amor un juego cuando el trueno tronaba
para engendrar nueva vida al Incanato del Sol.

Quiero recordar el tiempo que mi memoria rebasa,
tiempo que fuera de fuerza, de sudor y de trabajo,
tiempos que fueron la base de constancia y armonía,
para que después más tarde se construya desde abajo
un Incanato que corone la grandeza de su raza.

Quiero saber cómo hiciste para enfrentar a los pumas
cómo sobreviviste al frío, a víboras y alimañas,
cómo cuidabas tus hijos, tus animales, tu siembra,
en simultáneo luchabas, sintiéndolo en tus entrañas
al grito de gavilanes que te ofrecían sus plumas.

Pero nunca alzaste vuelo y te quedaste en la sierra
para enseñar a los pueblos cómo se siembra la papa,
para enseñarle al mundo que tu tajlla no se quiebra,
demostrando que tampoco a tu inteligencia escapa,
que eres el hijo del Sol... y eres fruto de ésta tierra.

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