YOLANDA WESTPHALEN
EL CIGARRO
una mano
sostiene un cigarro
a medio consumir
y desde brumas tardes
desde crecidas noches
viene
hasta nosotros
este olor
tan gastado y conocido
y la mano
lo acerca lo aleja
de sí
y hay como un dúo en delirio
entre ambos objetos
la mano es el hombre
con su sentir
su pensar
su hacer
y el cigarro es la evasión
médano sin límites
de un dolor en libertad
de un gozar en círculo
continuo
evanescente
esfera que envuelve el mundo
y lo acerca
y le pinta un rostro conocido
y le da dulzura a la huída y al retorno
viento y pensamiento
se iluminan
en esa queda luz
y la vida y la muerte se llegan hasta los labios
para robarles el secreto
de su existir
y la boca del hombre se cierra y el cigarro se consume
pero el hurto
de lo más recóndito de su substancia
es sólo resplandor y ceniza
el silencio es avaro en soledad
pero el silencio escondido en el cigarro
es compañía
hombre y humo
se buscan
se gozan o se sufren
porque ambos son un diálogo
absurdo y necesario.
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