sábado, 27 de junio de 2020

TOMAS G. ESCAJADILLO: HOMBRE DE LETRAS Por WINSTON ORRILLO.





                                                             Tomás G. Escajadillo.





TOMAS G. ESCAJADILLO: HOMBRE DE LETRAS

Por WINSTON ORRILLO.


No es un crítico aséptico: asume con lealtad y plena responsabilidad la orientación de lector”. Antonio Melis


Es una amistad, mejor diría una relación entrañable de más de medio siglo: cuando, en los sesentas, fui a dictar cátedra en Chiclayo, él se quedó en el curso que ambos desarrollábamos para el maestro Augusto Tamayo Vargas.
Era la época del llamado “boom” de la narrativa latinoamericana, en la que era muy fácil tomar a los nuevos autores: Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez, Vargas Llosa, entre otros, mientras se ignoraba o hacía de lado a, “verbi gratia”, la pugnaz narrativa indigenista.

Pues Tomás G. Escajadillo se dedicó a revalorarla, con el estudio de lo que llamara un “neoindigenismo”, y el rescate de autores como Enrique López Albújar.
Además, los 60s, eran los años de Cuba revolucionaria, martiana y fidelista, a la que nos adherimos indisolublemente (ambos fuimos jurados en su prestigioso Concurso Internacional de Casa de las Américas, y, permanentemente, la defendimos –y la defendemos- a capa y espada, frente a los “arrepentidos” que, luego de  solazarse en la Patria de Martí y de Fidel, al mismo tiempo que leían los manuscritos del concurso en mención, al poco tiempo hacían como que miraban para otra parte. Y decían: “no es conmigo”). 

El ejemplo paradigmático de lo anterior fue –es- el de Vargas Llosa que, otrora miembro del Comité Directivo de la Casa de las Américas, devino y sigue cada vez peor, en defensor del neoliberalismo y todas sus pústulas: gobierno latinoamericano progresista de aquí y acullá, tiene su inmediato enemigo jurado en el autor de La ciudad y los perros.

Y bien, Tomás Gustavo hizo carrera –permanente, única- en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, adonde llegó a su máxima cumbre, la de Decano; mientras todo su otro tiempo lo dedicara a la lectura –minuciosa, impresionantemente  lúcida- de autores y corrientes literarias, especialmente de lo que llamamos “Nuestra América”.

Lo que todos los que lo han analizado relevan, es que nunca ha ocultado que su crítica es “de parte”: esto lo subraya, por ejemplo, Ricardo González Vigil.  El poeta, exégeta y periodista connotado, José Luis Ayala, señala que TGE “nos ha enseñado a leer, releer y amar al Perú  esencial, sin prescindir de su legado histórico …”

Todo lo que, actualmente,  se puede valorar sobre nuestro autor, se halla en “Tomás Escajadillo.  Aportes a la crítica y a los estudios literarios”, donde nada menos que sesenta y seis escritores y críticos del mundo entero, (un volumen de mucho más de seiscientas página) hacen una exégesis minuciosa de la obra del gran crítico literario peruano, y su fecunda labor como hombre de letras.

Lo que brilla con luz propia es que TE nunca oculta que, sin sectarismo alguno, su crítica es desde una trinchera –la nuestra- pero lo que de ninguna manera lo hace caer en el sectarismo y, más bien, le permite rescatar a autores relevantes, pero sospechosamente ocultados, como José Diez Canseco y el mismo  Enrique López Albújar, ninguneados por los catecúmenos del “boom” y   otros.,igualmente. E ignorar a notables escritores como Miguel Gutiérrez, al que no le perdonan sus atrabiliarios, y algunas veces muy sectarios, puntos de vista.

El nombre de este artículo: “hombre de letras” lo cojo de una justa valoración del mexicanísimo don Alfonso Reyes,  a quien así lo  llamaran.

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