Tomás G. Escajadillo.
TOMAS G. ESCAJADILLO:
HOMBRE DE LETRAS
Por WINSTON ORRILLO.
“No es un crítico aséptico: asume con lealtad y plena responsabilidad la
orientación de lector”. Antonio Melis
Es una amistad, mejor diría una
relación entrañable de más de medio siglo: cuando, en los sesentas, fui a
dictar cátedra en Chiclayo, él se quedó en el curso que ambos desarrollábamos
para el maestro Augusto Tamayo Vargas.
Era la época del llamado “boom” de la
narrativa latinoamericana, en la que era muy fácil tomar a los nuevos autores:
Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez, Vargas Llosa, entre
otros, mientras se ignoraba o hacía de lado a, “verbi gratia”, la pugnaz
narrativa indigenista.
Pues Tomás G. Escajadillo se dedicó a
revalorarla, con el estudio de lo que llamara un “neoindigenismo”, y el rescate
de autores como Enrique López Albújar.
Además, los 60s, eran los años de
Cuba revolucionaria, martiana y fidelista, a la que nos adherimos indisolublemente
(ambos fuimos jurados en su prestigioso Concurso Internacional de Casa de las
Américas, y, permanentemente, la defendimos –y la defendemos- a capa y espada,
frente a los “arrepentidos” que, luego de
solazarse en la Patria de Martí y de Fidel, al mismo tiempo que leían
los manuscritos del concurso en mención, al poco tiempo hacían como que miraban
para otra parte. Y decían: “no es conmigo”).
El ejemplo paradigmático de lo
anterior fue –es- el de Vargas Llosa que, otrora miembro del Comité Directivo
de la Casa de las Américas, devino y sigue cada vez peor, en defensor del
neoliberalismo y todas sus pústulas: gobierno latinoamericano progresista de
aquí y acullá, tiene su inmediato enemigo jurado en el autor de La ciudad y los perros.
Y bien, Tomás Gustavo hizo carrera
–permanente, única- en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, adonde llegó a su máxima cumbre, la de Decano; mientras todo su
otro tiempo lo dedicara a la lectura –minuciosa, impresionantemente lúcida- de autores y corrientes literarias,
especialmente de lo que llamamos “Nuestra América”.
Lo que todos los que lo han analizado
relevan, es que nunca ha ocultado que su crítica es “de parte”: esto lo
subraya, por ejemplo, Ricardo González Vigil. El poeta, exégeta y periodista connotado, José
Luis Ayala, señala que TGE “nos ha enseñado a leer, releer y amar al Perú esencial, sin prescindir de su legado
histórico …”
Todo lo que, actualmente, se puede valorar sobre nuestro autor, se halla
en “Tomás Escajadillo. Aportes a la crítica y a los estudios
literarios”, donde nada menos que sesenta y seis escritores y críticos del
mundo entero, (un volumen de mucho más de seiscientas página) hacen una
exégesis minuciosa de la obra del gran crítico literario peruano, y su fecunda
labor como hombre de letras.
Lo que brilla con luz propia es que
TE nunca oculta que, sin sectarismo alguno, su crítica es desde una trinchera –la nuestra- pero lo que de ninguna manera lo
hace caer en el sectarismo y, más bien, le permite rescatar a autores relevantes,
pero sospechosamente ocultados, como José Diez Canseco y el mismo Enrique López Albújar, ninguneados por los
catecúmenos del “boom” y otros.,igualmente.
E ignorar a notables escritores como Miguel Gutiérrez, al que no le perdonan
sus atrabiliarios, y algunas veces muy sectarios, puntos de vista.
El nombre de este artículo: “hombre
de letras” lo cojo de una justa valoración del mexicanísimo don Alfonso
Reyes, a quien así lo llamaran.
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