viernes, 26 de junio de 2020

ENTRE EL IZAÑO Y LA TARDE JULEÑA. Por BORIS ESPEZÚA SALMÓN.








ENTRE EL IZAÑO Y LA TARDE JULEÑA

                                   
 Por  BORIS ESPEZÚA SALMÓN.



En memoria de:
María Asunción Galindo y Daniel Espezúa Velazco.



Aquí, en medio de éstas pajas silbantes se rompe la sal, frente al lago Wiñaymarka, donde los perros negros hablan con los celajes de Lupakas y Jesuitas, yazgo al lado del Colibrí herido para ahuyentar la muerte que respira en la nuca y en los ojos de la memoria discurre su llanto por las goteras del corazón. 
 
Hay un pájaro dormido en los hombros de aquellos ancestros sin sombras, que nunca perdieron sus nombres y tampoco tuvieron mañanas, sólo ángeles caídos, solo brumas recordadas en frías fogatas en junio, cuando florece la rosa negra. 

Aquí, en medio de los siete centros de la tierra, llegas con el agua que está detrás de la noche, con tu ojo grávido de misterios a tu pueblo de Kusillos, para echar una lágrima de cianuro y una mueca para el desconsuelo. 

Llegas a la tercera mitad de tú latido entre las piedras indóciles y tu conciencia cartesiana que baja a la punta de los dedos del pie, da tres chasquidos en cruz para arriba y tres chasquidos a la Pachamama para abajo, que hacen el trinomio vertical de la respiración.
 
La noche se esconde en el ala del silencio y el relámpago cae al centro de la sombra. Al anochecer aparecen las Luciérnagas y en el camino hacen una objeción al tiempo y al espacio. 

Zumban y alumbran y desaparecen los segundos y el entorno que te cuadricula. Las flores se cierran y el fuego se guarda. Ese fuego partido tiene una mitad de frío. 

Nadie siente sin el otro cuando se desdobla la realidad en tus manos. Nadie cruza sólo los hemisferios lógicos y los ilógicos sin hacer una apacheta en la sonrisa. 

Para unir los contrarios, para polarizar lo cohesionado y hacer aleatorio lo único. 

Encarnado de espíritu, descreído de belleza, desnudas las verdades en semi verdades, para que las paradojas se estacionen en la certeza. 

Ahora sí puedes arrojar tu dolor diverso. Y arrancar de tus raíces la danza que orea en tu piel y tus huesos para endemoniarte en el vacío. 

Ahora tus ojos se descubren, como ayer para mañana ser de aire, para vigilar invisible las espigas, el descarne de los resentimientos el desgaste de los sentimientos. 

Tocas los sikuris sin su canto, chajchas la coca sin su llucta y camino a Chinchanalave aprisionas el instante en tus ojos para oír tu sangre y morder tu respiro. 

Verticalmente, refulge el paisaje para recordarte que eres un fin en ti mismo, que tu dignidad no es una estatua, que tu lloro llora y tu rezo reza  y el huevo de tu genitud sostiene la esfera de tu existencia circular. 

Y que pluralmente, resuene el brillo de tus tejidos, con caitos de ensueños, colores fecundos de surcos y de solsticios. Soy en ésta roca firme.

Hijo de los cantones y sus escalofríos, ahijado del tormento de la Chinchilla, colindante de los verdes truenos que como látigos electrizados persiguen a las primeras lluvias de agosto. 

Soy la media luna en este lago lapislázuli, donde vibra los ajayus de diciembre, y tiemblan los ojos rojos con coágulos de tanto mirarte, de tanto sentirte, Juli, tierra de tarka y de tayacha. 

Frótate con sangre reseca de Lagartija, las fisuras de tu historia, las honduras de tu grandeza. Álzate San Bartolomé frente a los malos designios, al costado de Huaylluni y del Sapacollo. 

Saca de allí tu suerte enterrada y atiza las espinas que dolientes la cuidaban para la fiesta de exaltación, para la fiesta de resurrección. 

Celebra los buenos sembríos visionados donde la naranja lanzada en el Orkofiesta y las flechas cruzadas para esquivar las sequias, aún hacen llagas en el aire. 

Ahora, te das la vuelta. Levantas siete hojas de coca challadas con gotas de vino negro, levantas un Escarabajo que delira y una kantuta que suspira y muerdes una vez más el izaño para despedir la tarde que te ha traído y que hoy te lleva con la brunaluz del equinoccio de setiembre. 




Glosario:
Izaño:        Oca amarilla.
Ajayu:        Espíritu o alma Challa: Rito andino.
Tayacha:   Izaño congelado.
Chajchar:  Mascar coca.
Llucta:       Ceniza de tallo de quinua.


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Boris Espezúa Salmón. Nació en Juli-Puno. Fue Ganador del premio COPE de Oro 2009, autor de poemarios como “A través del ojo de un hueso”, “Tránsito de Amautas”, “Tiempo del Cernícalo”, “Alba del pez”, “Gamaliel y el oráculo del agua” y “Máscaras en el Aire”. Es promotor cultural.  Docente ordinario de la Universidad Nacional de Altiplano de Puno. Participó en diversos Festivales de Poesía en países como Cuba, Colombia, Chile y México. Actual docente ordinario en la UNA-Puno. Se encuentra antologado en la Antología de la poesía peruana / Generación del 80 de José Beltrán Peña. Ha participado en el festival  “La Huaca es poesía” en el año 2019.

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