domingo, 21 de junio de 2020

MI PADRE. Por ESMERALDA CUEVA.




             MI PADRE


Mi padre
llegó a una edad
en donde es esclavo de su pasado
y libertad
es sentarse en la puerta de la casa,
mirar por la ventana,
volar con ojos ensimismados.
Vuela
lo más lejos posible, el parque
y sueña
con otros tiempos,
en donde tenía los dientes completos,
dándolos a verde viento.
Llegar a esa edad
en donde
duelen los huesos de cemento
y pesan
las ojeras de acumulado tiempo.
Llegar a esa edad
en donde
solo el sol acaricia sus tardes
y la risa de un niño
evoca el paraíso perdido.


*
Papá esta más furioso que
diablo en día del juicio,
su tiempo se le acaba y
quiere llevarnos a su nueva casa.
Yo le he dicho que no,
que ya tengo mi casa,
pago luz y agua,
en predios estoy endeudada.
Él no entiende,
es cerrado aparte de sordo.
Aquí tienes comida de sobra,
tienes techo y
un retrete para ti solo, le dije.
Pero él,
terco, quiere plata y
el diablo le ha ofrecido
buen precio por nuestras almas
porque por él, ni un medio daba.


*
Ya se me había olvidado
que tenía padre
Y que de éste
solo el apellido había heredado.
El 1% de su mal genio,
20% de intelecto y
100% de sus responsabilidades para con la familia
me vinieron gratis.
Ya se me había olvidado
que tenía padre
Y que ese viejo que habita en casa,
que habita en estos últimos años
era un perro más
al que no se le niega un plato de comida
Ya se me había olvidado
que tenía padre
Hasta hoy,
que alzó la voz,
no como nos tenía por acostumbrado
sazonada con ajos, cebollas y culebras.
No. Mucho peor.
Ha amenazado con matarme,
hacerme caldo y
tragarme
porque su hambre es mucha,
mucha y
no sabe ganarse el pan,
solo amenazar.


*
Papá es un héroe.
En las calles atrapa choros,
ayuda al extranjero,
se compadece del huérfano
y hasta deja de comer por darle al mendigo.
Papá se enfrenta al delincuente
de traje y corbata
y no acepta plata
por coima
ni favores hechos.
"Soy pobre, pero honrado", se jacta
a sus anchas.
Papá escribe
y lee poemas,
en las esquinas
y en los parques
y a las viejas solteronas, ociosas
y a señoritas de tarifa,
les invita la gaseosita.
"¡Qué buena gente!", exclaman con sonrisa pintadita
y una palmadita
en las nalgas.
"Tu papá es un héroe", me dice la gente
en la calle
y recuerdo que yo
nunca tuve padre,
sólo un viejo villano
que traga y duerme de balde,
un viejo villano
a quien mamá
le tuvo miedo siempre.


*
Un monstruo
merodea a mi alrededor,
siento su presencia
como bestia acechando su presa.
Sus fauses carcomidas,
negras,
amarillentas de hambre retrasado,
babeando.
Sus ojos pequeñitos,
pequeñitos
y en ellos,
yo,
un puntito,
minúsculo,
apenas visible,
titilando miedo.
Sus costillas
las puedo contar con la mirada,
el pellejo todo seco
que ni a la muerte le apetece
guardarlo en su manto negro.
La bestia se acerca
siento su resuello en mi cara,
apesta,
apesta su presencia decrépita,
su presencia impuesta.
"Honrar padre y madre", dicta
el cuarto mandamiento con promesa,
para que seas feliz
y tengas larga vida,
¿y acaso hay un mandamiento
para el padre con los hijos?
proveeras cariño,
abrigo
y sustento diario a tus hijos,
para que tengas una vejez segura,
feliz
y tranquila.
La bestia tiene hambre,
mucha hambre
y va a devorar a sus crías.


*
Mi padre no morirá de vejez,
ni de enfermedad u otro mal
Mi padre morirá de poesía,
de hiel en la herida,
de verdad no dicha,
no oída
Mi padre ha estado viviendo de sueño,
de aire, de balde
y ahora ya tarde, ha despertado
y se ha dado de cara:
él no es ya un niño
a quien mamá sirve el desayuno a su hora,
a quien le toca la mejor presa o se le lava la ropa.
Él no es un hijo más a quien se le tenga que mantener
ni padece de rara enfermedad, salvo la pereza.
Mi padre no morirá de vejez,
morirá de verdad no dicha,
no oída;
morirá de poesía,
de mi poesía.
*
Papá canta,
tiempo que no lo escuchaba cantar.
Papá canta,
no por querer cantar,
canta con sentimiento,
con ganas,
que hasta me alegra escucharlo cantar
¿canciones de su juventud?
¿de sus momentos felices?
¿de algún amor correspondido o no?
No lo sé y no
se lo preguntaré,
porque a papá,
de esas cosas
no le gusta hablar.
Él cuenta sus hazañas:
de cuando se enfrentó a 5 delincuentes,
a puño limpio,
y los dejó tendidos en el suelo.
Claro, uno por uno los fue cogiendo,
que para eso se tiene la cabeza,
para pensar, ¿no?
Cuenta de esa vez que espantó a la muerte,
cuando ella se quiso pasar de viva visitándole
en su cama,
cogiéndole los pies con las falanges frías,
pero no contó
con que él dormía
con una caja de fósforos bajo la almohada.
Silenciosamente,
sin levantar sospecha, cogió un buen manojo,
lo encendió y
se lo tiró a la Parca,
a la que patitas
le faltó para salir corriendo.
¡Papá canta!
¡canta!
¡canta!
que se me olvide
que no tuve
padre.

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