120 POETAS PERUANAS EN UNA ANTOLOGÍA
Hace poco tiempo en el Club Social Miraflores s e presentó la antología POETAS PERUANAS (Editorial San Marcos) del destacado e infatigable poeta e investigador literario, Lic. José Beltrán Peña, cuya publicación fue seleccionada como la mejor en su género del año 2006 por el distinguido crítico literario del diario El Comercio, Dr. Ricardo González Vigil.
Es una valiosa contribución al conocimiento del nutrido panorama de la creación femenina en el Perú que lleva como carátula una pintura de Alfredo Alcalde (quien ha expuesto con mucho éxito en el mencionado club).
Esta condensada pero significativa muestra es una ventana abierta para vislumbrar la riqueza poco conocida del sugerente universo en el que se mueven las poetas peruanas desde el siglo XX. En ella puede apreciarse la vena delicada de la inspiración de la mujer, su diferente visión del mundo y la emoción que traslucen sus versos. Muchos encontrarán aquí el incentivo y la curiosidad para conocer más de cerca la producción de las antologadas..
Los criterios que han primado en esta selección han sido, según su autor, desplegar una visión panorámica de las poetas mujeres, sin atender a la pertenencia a determinada generación, promoción o grupo de poesía. Consigna también Beltrán Peña que aparece un solo poema por poeta así como que ellas tienen características sociales, culturales, religiosas y diversos estilos y temáticas abordadas.
Entre las seleccionadas hay importantes voces que, en opinión del autor, merecen ser mejor difundidas, estudiadas y atendidas sin ninguna segregación extra literaria. Para ello, anuncia publicar próximamente una antología crítica y analítica.
Una apostilla insertada en la presentación pertenece a Blanca Varela de quien tomamos parte de una vehemente proclama: “Nuestras compatriotas se piensan a sí misas de otra manera y pueden llegar a ser mucho más apasionadas y heroicas en sus aventuras que sus padres, maridos y hasta hijos. Supongo que esto se debe a la inocencia, juventud y osadía con que se atreven a actuar (no importa cual sea su edad) en esos campos de la actividad humana que les había estado vetados desde siempre, y en los cuales se muestran mucho más honestas y capaces que muchos hombres”.
Aunque en algunas de las seleccionadas es visible este tono de insurgencia, una suerte de catarsis por la aventura espiritual de ir a la conquista de las musas, en otras reina la serenidad –y aun la majestuosidad- al ingresar al olimpo de los vates inmortales que presiden seguramente Homero, Catulo y Propercio, ya acompañados desde siempre por la figura legendaria de la admirable Safo.
Desde nuestra perspectiva, y más allá de cualquier valoración, hay una suerte de sensibilidad diferente, seguramente muy propia de la mujer. Un tamiz inasible y misterioso, delicado y fugaz, se yergue como distintivo en medio de algunas turbulencias.
Unas pocas muestras, que hemos espigado, pueden darnos una somera idea de la calidad de la poesía femenina en el Perú. Entre ellas está la tensión de la pluma de Esther Allison:
No te acerques a mí porque te quemo.
Soy flor de hoguera transformada en vida
Y el sutil juguetear, tan femenino y etéreo de Gladys Basagoitia, con ese leve toque de filosofía que tiene la magia de darle un aire trascendente a la sencillez:
Porque soy más que flor y mariposa
más que ave
o carne que perece
.
O los colores fantásticos de visiones atormentadas de la recientemente desaparecida Cecilia Bustamante:
Revirtiendo sus olas
hojarascas
aprisa babea el mar,
translaciones
de turgente mano helada
y lapislázuli
desmanchando rojo líquenes
en el hueco de la memoria.
Sonia Luz Carrillo demuestra que la mujer suele ver cosas que para otros pasan inadvertidas:
Mi hijo conversa con los pájaros
claramente,
con el viento,
con la yerba vespertina
.
Y Raquel Jodorowsky expresa la premonición, esa sensibilidad que entremezcla la visión y el deseo:
Un día
ya no seremos
esclavos
del sonido.
Crearemos una poesía
que no necesite
las palabras
.
Una sorpresa es la presencia de la recordada Viruca Miró Quesada, de la que figuran estos sentidos versos:
Se me ha muerto adentro el mar
Sal frotada entre mis dientes
Leche exprimida en su almeja
Copa magra, vida sorbida, gesto yerto
Lenta queja...
Los sueños, que son como un segundo universo en la mujer, son evocados por Serafina Quinteras:
Yo soy la soñadora y errante alucinada
que sabe el intrincado problema de la vida,
que abarca el insondable misterio de la nada,
que ha visto en el mundo cualquier dolor se olvida.
La inefable Catalina Recavarren aporta esa dosis de humor que no suele ser una característica notable femenina:
Toda mi vida es un embrollo
Voy del “Bolívar” a Santoyo
Y nada acierto a saborear;
Esa sensibilidad delicada de la mujer tiene una expresión visible en Carmen Ollé:
Un estremecimiento ronda en torno a mí
en la tarde soleada bajo la vigilancia de los parientes
he asumido el riesgo del amor
con los ojos repletos de lágrimas...
El diálogo inconcluso de Rosina Valcárcel:
Corazón cantándole a tus ojos marinos...
Cecilia Molina, su ácido sentir por esta Lima que “...come y deglute”:
Nuestros ojos de niebla...
Yolanda Westphalen impone su espacio femenino en estos versos:
Desterrada estoy en la sal del desprecio
despojada en el umbral de la palabra
pero soy única.
Blanca Varela, recientemente galardonada en España con el Premio García Lorca, destaca en esta antología. Expresa la notable constancia de lo femenino en su poema “Ejercicios materiales”:
convertir lo interior en exterior sin usar el
cuchillo
sobrevolar el tiempo memoria arriba
y regresar al punto de partida.
Esta es una rápida mirada a la notable entrega de José Beltrán Peña, que le hace justicia al trabajo poético de la mujer peruana.
La mujer ha recorrido un largo y accidentado camino. Paulatinamente fue pasando de musa inspiradora a inspirada vate, con singularidad que canta su propia poética, y es una feliz vertiente en el panorama de las letras peruanas.
Dra. ROSA LUZ MIRANDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario