Seguramente Diego Vicuña Villar,
todos hablan de lo que fuiste
y no lo que eres.
Y lo que eres es tu verso y tu poema,
el arte de expresar la realidad hecha décima, ritmo y rima.
¡Cuánto contenido en una frase
y cuánto río de vida y pensamiento!
Tu individualidad –ahora deteriorada,
pero seguramente pronto mejorada-
y tu colectividad, que es tu origen, tu familia, tu pueblo,
nuestro sentimiento de vida y de sueño: Canta.
Qué alegría da que reconozcan tu valía,
hecha poesía, canción, sentimiento y amor.
Valía que nació cuando abriste tus ojos
en una tierra peruana que maravillaba los sentidos:
colores de todos los matices, en mañanas, mediodías y tardes,
donde el sol era el danzante de nuestra alegría
ya sea invierno, abril y mayo de verdores y aromas,
verano de caminos y montañas azules;
sonidos de amaneceres que eran trinos,
rumor de agua, silbido del viento, ronronear de abejorros
o estentóreo trueno de peñas y cordilleras;
perfumes de heliotropos, sillwaitas y cantutas.
Tantas reminiscencias y ahí tus rimas
al compás de guitarras o de bandas de músicos
cuando nuestra vida era fiesta pueblerina de canto y de bohemia.
Tenías que ser tú para que recuerdes a los paisanos
lo que somos y para que afirmes en todos los lugares
que hay un sitio en la patria peruana que se llama Canta,
y que canta la bravura de hombres que roturan la tierra
con la energía del presente y la esperanza del futuro.
Es tu palabra, Diego Vicuña Villar la poesía
que estará siempre presente,
a la que hoy yo saludo con abrazo muy intenso,
y me a uno a la amistad y a la expresión de los que reconocen tu valía.
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