Periódicamente, algunos escritores nuevos con alcance mediático
publican alguna columna tratando de formular,
de bosquejar, de agrupar a los nuevos escritores del país
o del continente que, nuevos como ellos, representan la sensibilidad
emergente que configura su "generación", su "boom", su novedad.
En algunas ocasiones cuentan conque el público no haya leído
a todos los que mencionan, para que no se den cuentan que
están mezclando papas con camotes (porque quien los lee
se da cuenta que los columnistas no han leído ni la mitad).
En otras, las más dramáticas, inventan un razonamiento,
o quizás debiera decir un eslogan, que sea como una idea fuerza.
Pero cuando entran en este afán teorizador,
en el que apelan a alguna tradición que creen reconocer,
uno se da cuenta que no han leído tampoco historia literaria,
que lo que dicen no hace sentido, y entonces,
qué pena con usted.
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