XII
Cuando
me reflejas
se
unía mi presencia a tus raíces,
escalaba
cúspides azules
de
alas y terciopelo,
destrenzabas
racimos de ternuras
en
alma y cuerpo,
porque
abrías de par en par los cielos
al
darme las ventanas de tu pecho
y
escapaba en tus latidos de mis límites
prolongando
mi vida entre tus nervios.
Era
una voz creciendo y remontándose
que
te envolvía en su caudal de sueños
y voz
y amor sin fin se entrelazaban
con
galaxias de luz de sangre y fuego.
Cuando
me reflejabas
te
hallaba en los extremos de mis manos
cerrando
las compuertas de mi tiempo
llevándome
a tu orilla inacabable
a
sustanciar la plenitud en silencio.
Cálido
espejo
que afloró remansos
deshaciendo
cadenas
y desahucios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario