ISAURA, MI PROFE
Isaura
se llamara siempre,
después
de mi madre
es la
mejor maestra que he tenido.
Era una
diosa, que iluminó y confirmó
mis
deseos de macho.
Recuerdo
cuando le rompí
sin
“querer queriendo”
-cayéndome
al suelo-
su
panty negra levantándole
su
hermosa falda a cuadros
compartiendo
con mis compañeros
el
color de su calzón
recibiendo
por ello.
el primer
coscorrón de mi vida
de una
bella mujer inteligente
sintiendo
una dulce sensación
de
travieso y mágico pecado
notando
en sus labios una
sonrisa
encantadora.
También
recuerdo cuando
con mis
amigos del salón,
en la
pizarra realizamos
nuestra
primera clase gráfica
de
anatomía comparada
referida
al sexo
masculino
y femenino
-no
había más-,
y al
descubrirlo
llamó a
nuestros padres
pero no
era para acusarnos
sino
para que nos aconsejen y
nos
Ilustren sobre el tema,
¡Ya
éramos unos caballeritos!.
Podría
contar más impulsos,
extraordinarias
lecciones,
clavelindos
florecimientos,
pero no
es de hombres
hablar
ni comentar nunca sobre
una dama
aunque ya no esté,
pero sí
les puedo decir libremente
que la
amaré siempre porque
a ella
le debo el ser escritor,
fue
quien me enseñó a escribir.
Ahora,
sí, lo dejo ahí para que flote
en su
cuerpo y en el mío
en su
corazón y en el mío,
en sus alumnos sin fin
en la
travesura angelical de la vida,
las
lecciones educativas
y
hermosamente humanas entre
una maestra
y un alumno;
habiendo
sido fantástica cuando
me
eligió junto con los más
altos y
grandes para
sacar
cara por el colegio
en el
desfile escolar
en el
Campo de Marte
poniéndome
en la primera fila
detrás
de la escolta abanderada
haciéndome
sentir más perfecto
de lo
que soy.
Isaura
estés, donde estés:
¡Gracias
mil!
maravillosa
maestra,
extraordinaria
amiga
hembra
maravillosa
Vales
un Perú.
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