viernes, 7 de julio de 2017

LOS VERSOS MELODICOS DE NORA CURONISY Por RODOLFO SÁNCHEZ GARRAFA.

Sanas ambiciones, que celebramos sin reservas, llevaron a que Nora Curonisy,* una geminiana, venciera cierta pereza interior -como ella misma lo dice- y decidiera, finalmente, publicar este su primer libro de poemas: "el canto de la MELODA".

La magia encuentra el sonido

Mi primer comentario brevísimo, pero convencido, fue que los versos de nuestra poeta están cargados de centellas encantadas, con las cuales ha cobrado forma un libro pulcramente editado por Fondo Editorial Cultura Peruana, impecable, atractivo, para una voz incendiada que nos despierta. Con esa carta de presentación puedo pretender decir algo más profundo en esta oportunidad.

Una paloma cuculí, especie territorial muy familiar de nuestro ámbito costero, es elleitmotiv del libro, la idea fundamental que metamorfosea sosteniendo una unidad melódica. La cuculí aparece pronto, espiando en libertad, ella misma es una fuente de clarividencia que expande a la poeta. Nora despierta con su abrazo desde el espejo del tiempo; los poemas imantados entran por la ventana. Nos percatamos, entonces, que la libertad es un ave que cuida sus alas dentro del corazón, porque debe volar, grabar el verso y volar. Incluso las torcazas ciegas cantan sin tener que abrir el pico, escriben historias y extienden sus alas. La poesía es un canto interior que, sin embargo, puede ser escuchado por muchos, pues en su desprendimiento no necesita presupuesto alguno.


Espiando con su ojo añil

Es así cómo la cuculí encarna en la propia poeta, se funde con ella, la envuelve y desenvuelve, hace que viva una sorprendente experiencia, sorprendente y constante. Claro que es difícil lidiar con este inopinado alter ego, difícil establecer cómo y en qué términos dialogar con él. Cuando la poeta cede a su semidivino requerimiento, se derrite en su fuego, se abandona seducida en la eternidad del tiempo sin medida; vive así el éxtasis, bajo hipnosis profunda, para decirnos aquello que solía callar.

En alas de paloma, la poesía de este libro recorre una extensa geografía, a despecho de la natural territorialidad, deambula calles sin nombre, viaja por países lejanos, vuelve a playas memorables, vara en la urbe mórbida del principio, merodea el paraíso. Sus temas son la conciencia de sí mismo, la memoria, la nostalgia, la clarividencia, la voluntad, la libertad, la finitud, toda una compleja problemática fundamentalmente existencial. He aquí unos magníficos ejemplos:

“Como cada mañana/ en la mitad del camino/ arrastras la nostalgia/ con sus ruedas/ tu música entra por el balcón/ llora tu trompeta” (Alone together).

“sueño un río/ crepita la luz/ brilla el ala/ graba el verso/ & calla el corazón” (Decidida & sobrellevando).

“deambula/ mi alma/ indiferente/ desligada/ e insidiosa/ da sus pasos/ de otro modo/ de otro modo/ a otro mundo/ en estas calles/ sin nombre” (Sin mayúscula).

“Si te avergüenzan/ incendia el abismo herido/ empuja la huella y grita/ pero no quiebres la voz” (Si te preguntan)

“Desde el espejo del tiempo/ Con la palabra/ y en el tono exacto/ abrí la jaula/ de la memoria/ y te dije adiós” (Adiós).

La poesía de Nora Curonisy es de aquellas que revelan experiencias profundas, vivencias asumidas en su valor cognitivo. Las alas de la libertad, de cuya posesión toma conciencia, le permiten alcanzar zonas distantes de su propia circunstancia, penetrar en ellas y conducirnos en vuelo vertical que alcanza ribetes magistrales: “realzo lo expulsado/ la poesía consuela mi duda” (Sin mayúscula, p. 23), “acelerando/ el latido/ de mirada/ tan cualquiera”, donde lo cotidiano, lo aparentemente insignificante, se hace sabiduría perfecta, (Estrategia, p. 25), “cuando no pienso soy/ cuando soy/ confundo el río con el océano/ bloqueo los sueños/ con el viento de la vida/ en la canoa del silencio” (Mañana pajarina, p. 30), “Pájaro que me hallaste/ Desde el espejo del tiempo/ Con la palabra/ y en el tono exacto/ abrí la jaula/ de la memoria/ y te dije adiós” (Adiós, p. 34), “nada/ es cierto/ como en tu jaula/ solo la libertad/ dentro de mi corazón” (Nada, p. 41)  en un canto de autoliberación desde la propia intimidad.

Debo escribir esa historia
Los sentimientos, en tanto estados de ánimo y emociones que impresionan afectivamente, se instalan con holgura en los cantos de la meloda: cuando observa una ventana, una claraboya, unos vidrios, un balcón, una taza de café, que hacen flashes en la memoria; cuando penetra en un lugar cargado de energía intemporal donde la palabra cobra vida propia, en el silencio junto al río, en los olores de una u otra estación del año, escuchando el canto de la cuculí en primavera; donde, en fin, el susurro de la inspiración venga en ayuda y rescate al ser de la soledad que siempre acecha.

Sentimientos de nostalgia, de ausencia, dan a la vida de Nora el halo de una peregrinación, en tanto búsqueda del reencuentro indispensable con la memoria, dentro de un proceso que adquiere el carácter de una purificación ritual. Lo concluyente es que la real humanidad de la poeta, al desprenderse de toda sobreestimación, acaba venciendo a los contrastes que pudo confrontar en el curso de una vida que valió la pena de ser vivida.

No sé si me pregunta
En el canto de la MELODA, Nora evidencia un buen dominio poético y criterio constructivo. Invita a leer, desde el primer momento, y atrapa con su lenguaje accesible, sus figuras precisas y cargadas de sentido, en ningún caso rebuscadas. Habla del amor de manera muy sutil, reservada y allí está su encanto, en el piso impermeable, intacto y compacto, donde residen las caricias del fauno, el deseo escondido, la música del macho cabrío y el eros presentido. Nora nos pone en disposición de acompañarla a tomar un energizante café, a caminar por su paraíso lúdico, a columpiar los recuerdos, a destapar la sombra del alma y abrir la jaula de la memoria, a seguir el rastro de huellas pisadas, a dar vueltas en el letargo de un tango azul, a Huanchaco, a las queridas playas del sur -me estoy autoinvitando-, a seguir creyendo en los arenales ciegos, a convertirnos en un soplo dormido. No sigo por aquí, porque sería interminable. 


Presentación en el Instituto Raúl Porras Barrenechea (Miraflores, 26.06.17).

Concluyo, tengo que hacerlo, señalando que la fascinante poesía de Nora Curonisy es una clara muestra de que la renovación del impulso vital es posible en el ser humano, como es también posible el apuntalamiento de la voluntad y el sostenimiento de aquello que ha sido decidido más para bien, como en este caso. Para Robert Penn Warren, el celebrado literato estadounidense “En el fondo, un poema no es algo que se ve, sino la luz que nos permite ver. Y lo que vemos es la vida”. Según veo, los poemas de Nora Curonisy, sus cantos de meloda, irradian una luz que a nuestros ojos puede hacer más visible nuestras propias vidas. Qué gran logro querida poeta. Te abrazo y te celebro.

Miraflores, 26 de junio de 2017.


*Nora Curonisy Lostaunau (Lima).- Docente, licenciada en planeamiento de la educación por la PUCP. Hermana del conocido poeta Walter Curonisy. Escribe crónica, es fotógrafa, viajera y poeta. Ha sido incluida en Como una espada en el aire, Azul 2015, asimismo en Esta fugacidad: Todo mi reino, Horizonte 2016. La serenidad de los días, Ángeles del Papel Editores 2017, La tortuga ecuestre Nº 360 presenta seis poemas suyos. Aparece también en publicaciones virtuales como Redacción Popular de Raúl Isman,Socialismo Peruano Amauta de Luis Miguel Anamaría y Ángeles del Papel de Alberto Jiménez Melchor. Ha vivido muchos años en Francia. Integra y participa en el colectivo Macondo. Es miembro del Círculo Andino de Cultura.

Acaba de publicar su primer libro de poemas “el canto de la MELODA” (Fondo Editorial Cultura Peruana. Lima, 2017).

1 comentario: