POBRE
VIEJO
Lo veo caminar muy lento y pausado
como quien le hace “quites” a la vida,
va taciturno y con rostro cansado
cual si tuviese una gran herida.
Sus pasos son torpes como si pidiese
algo, para poder mitigar su pena
se para... continua luego, como sí
fuese
que el dolor que lleva, es su amarga
condena.
¡Pobre viejo! pasar lo veo cada día,
apoyándose a ratos en su “amigo
bastón”,
tratando de sobrevivir en su porfía,
resistiéndose, tal vez de llegar al
panteón.
Pareciera que la vida lo ha olvidado,
que para nadie hace falta su
presencia,
o es la tarea que dios le ha encomendado
para sufrirla y llevarla con
paciencia.
Es un pobre anciano harapiento,
como tantos que deambulan en la
ciudad,
va maltrajeado, sucio y hambriento,
ignorado por esta dura sociedad.
En su juventud de locas ilusiones,
fue tal vez, un joven de presencia
fina,
que despertaba voluptuosas pasiones,
a muchas ninfas en cada esquina.
¿Fue como un árbol que ya dio su
fruto?
y que se marchó muy lejos de su lado,
algún día... sólo vestirán de
luto,
pese a todo el amor, que él le haya
dado.
La ingratitud es mala consejera,
que hiere el alma, en lo más profundo,
por eso mi consejo va de esta manera:
seamos gratos, con todos este mundo.
Cuantos vamos por la senda de la vida,
olvidando a quien un día nos tendió su
mano,
nuestra frágil memoria muy rápido
olvida
al que alguna vez nos trató, como a un
hermano.
Termino perplejo esta narración,
del ¡pobre viejo! que morirá algún día,
dejando herido nuestro corazón,
al ver el gran olvido y su loca
porfía.
FELICIDADES POETA
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