MURIÓ EL
“POETA DE LOS HUMILDES”
Cuando un poeta muere,
¡No ha muerto!,
porque sus poemas quedan incólumes,
para hoy, mañana y siempre,
el hombre morirá,
pero su palabra está viva,
es voz incendiada en la piel del hombre.
¡Ha muerto Teodoro!
¡Ha muerto Rosales!
¡Y también ha muerto Ramos!
Su cadáver:
es una arquitectura de palabras y quimeras.
Pero no ha muerto "EL POETA DE LOS HUMILDES",
simplemente,
sus sandalias ya no sonarán por las calles de Barranca
y las avenidas del mundo.
¡Su sombra caminará!
¡Su voz apagada vibrará!
los ecos,
los ecos entonarán sus himnos y canciones;
las flores,
las flores primaverales guardarán sus poemas
en sus románticos capullos
para los niños, para los jóvenes
que nacieron y nacen con una rosa
entre los labios.
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