Entre tragos, trampas y malacates
sin sentirlo, perdí el rumbo
un insomne deambular cruzando franjas eriazas
por la sangrante irrealidad…
Los mil destellos de oro en filamentos
se vencieron desde el sol negro al amanecer
atravesando desvergonzados
por entre los faldones de hojas de la arboleda…
Y ya en el pedregal
el fango
la pesadez
recubriendo el alma…
La ría inundó el arrozal
de enjutos rostros, duros y dolidos…
Esa es tierra ajena gritaron desde la cerca…
Se transformó el valle en vil hoguera
al asalto de un trozo de piedra
una cuarta de tierra
una vil semilla u otra…
Las parcelas se partieron en negras columnas
humo denso
tierra extrema…
Allí ya quedan tres piedras
como el viento que gime cada mañana…
Allí el silbido de los cuerpos
torsos endurecidos y sangre…
Allí el recuerdo de cabalgaduras encinchadas
espuelas de plata y doblones de oro…
Allí tu rostro también
de rojos cabellos
intensos ojos puros…
Allí huesos y sangre
en un angosto valle
oscuro en sus recuerdos…
Tal vez la tierra cesó sus grietas
quizás el río recobró su cauce
puedo soñar con que también mis pasos
han calado la montaña
para alcanzar la última cumbre…
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