GRACIAS FANNY JEM WONG. Por JOSÉ BELTRÁN PEÑA.

Los pesares que suceden frente a la delicada salud de mi Señor Padre se traducen en miedo, dolor, impotencia, preocupación y tristeza, y además que él se daba cuenta de todo y no se le podía engañar o dorar la verdad, por lo que había perdido la sonrisa en sus labios o el entendimiento en sus aglutinadas palabras, hasta que llegó el perrito de peluche llamado, "Napoleón" a sus manos, por la delicadeza que tuvo la poeta Fanny Jem Wong en enviárselo a su lecho de enfermo, puesto que ella sabía que él amaba a sus dos mascotas llamados "Richard" y "Valentín", -dos hermosos salchichas-, y ella como buena psicóloga que es y además de una sensible poeta, estaba completamente segura que iba a tener un gran efecto; y así fue el día que se lo di en sus manos, mi padre grito de alegría y se rió de felicidad, después de 12 penosos días. 

Mi madre por los años que tiene y por sus achaques de salud, le impide visitar constantemente a mi padre, entonces yo me he pasado días completos cuidándolo. Un día, al llegar ella de sorpresa a la clínica, se dio el encuentro no programado, en donde ambos se abrazaron, lloraron, se besaron; o sea pude ver el amor que se profesan, todo lo cual, me hizo muy feliz pero no podía bajar la guardia sino que tenía que seguir con mi deber de hijo.

"Napoleón" en la clínica, hoy es más conocido que mi padre, hasta se podría decir que es la mascota del piso donde estamos, puesto que todos, incluidos los profesionales de la salud, familiares, conocidos, pacientes y trabajadores de la clínica, al verlo les causa tanta alegría que se encariñan con verlo u apreciarlo, hasta lo cargan. Bueno es la mascota de mi padre en la clínica y hay veces que me quedo dormido por cansancio, y él vigila sus sueños. Pero quizás lo más importante de todo esto, es que felizmente muchas personas no han perdido su "niño" o "niña" que llevan dentro porque eso hace un poco más alegres sus propias vidas.
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