miércoles, 3 de enero de 2018

"ARDIENDO" Por TEOBALDO LLOSA ROJAS.





ARDIENDO en mañanas como leña fresca
la fruta madura brotada en mis piernas
se ha prendido en tu arbusto como alucinación de araña
reventando en arterias, latiendo mi perfil junto al tuyo encendido,
agitado, disparado hasta t para no tentar que me esquive tu cuerpo,
para no fallarte en el centro, para que no te revuelvas en clímax solitario,
moviéndome las olas de tus hombros, acechándome,
sin miedo a que te hagas totalmente mía!
de pronto, agitada tú te vas contra el espejo y vuelves como elástico soltada desde lejos
estallando en astillas mis deseos de orgasmos,
crujiendo entre las llamas de mi fiel rama erecta,
activando las sístoles que golpean canallas cada lamento tuyo,
azotando la hoguera, quemando algodones como señal de indios que calientan el cuarto,
ardiendo nuestro techo con vapores de alba, burbujeando tormentas por venir sobre rayos;
te miro entonces, toda, estamos por juntarnos con deseos siameses,
te tomo con las manos, me abrazas con tus alas de paloma mullida,
te desvisto y mi ropa cae junto a la tuya, todo estoy yo en vertical desnudo,
me recuesto en tu piel, en tu alfombra erizada, me envuelvo con tu cuerpo,
te trenzas con el mío, mis piernas y tus brazos, tus pechos y mi espalda,
ah!,
que locura de curvas, que colores de olores, te he engrampado a mis uñas,
me he clavado en tus glúteos en tu dolor ajeno, el timbre de tu >>>mínima voz,
el ángulo de tu vientre, mirando hipnotizado tu cascada de espumas,
tu eco vaginal, tu húmeda cresta esperando caricias,
otra vez tu cascada como velo de novia, avalancha de himen con óvulos maduros
bajando tus quebradas en busca de mi historia,
y en medio de los truenos >>susurran tus piernas al abrirse,
<<suspira>> como rosa tu ano que fue virgen, su tapete de vellos
tratando de esconderme tus carnosas vertientes, mi gimnasia de saltos en la almohada,
la sombra cóncava de la cama sudada arqueada por mi adicta-apetencia-de-ti
y a veces también por tus asaltos glúteos clavados como cruz encima de mi abdomen 
con tu galopar de arre y arre y tú, pintada más allá de tus tonos,
tú, desnudamente ajena recostada en tus lomas, cubierta solo con el mechón del pubis,
visible apenas con perfil de laderas,
estás tensa sin sombras, reflejas pura aurora en mi espejo de palmas 
y estiro mis arrugas en tus poros abiertos, rebusco con mis dedos tu pozo iluminado
y mis manos ardiendo extraen el fuego de tu hoguera como arena caliente
haciendo erupcionar el volcán de tu cuerpo,
ah!,
tu boca abierta como un cráter de brasas, tu lengua hirviendo en busca de la mía
sin soltar palabras pero llena de lava que no deja cenizas,
tus dos ojos felinos, nuestras cuatro pupilas brillando en el espejo
viendo cómo te entro, cómo capturo tus chispeantes muslos
agarrando tus pechos huidizos y tú nos ves, nos miramos felinos,
con todas las sangres abajo en nuestros vientres,
y desde allí resbálate en mis dunas, así, acá, entrégame tus piernas, ábrelas ahora,
míralas otra vez en el reflejo y dame a beber el agua de tu carnosa copa,
entrégamela ya y deja que te lama para avivar tus llamas,
grita cuanto quieras, y grítalo más fuerte, y  déjame nadar en las burbujas de tus olas,
el mar es nuestro como tu cuerpo es mío y el mío es de nosotros,
súbete más, agárrate a mi remo, estoy braceando encima de tus piernas
buscando otra vez la entrada a tu cueva, ábretela así, delicioso valle donde estoy echado,
tú, sin esperar jálame a tus fondos, a la calentura de humos de nuestra fogata
y mójame la cara con tus aguas frescas, ah!, qué veranos ardientes en solo un segundo,
dame en la lengua tu manantial secreto, abre otra vez tu boca, catedral de altares
donde tu lengua perdona mis pecados, y deja sumergirme en tus fondos salados,
si, gime en burbujeos de tus brotes marinos y vuelve a burbujear entre gemidos,
muérdeme y te muerdo, si, así, como te gusta, con lamidas de gato,
como siempre has querido con mordiscos de perro allí donde te encrispas,
pon tus manos sumisas donde nacen tus muslos,
destapa lentamente el santuario de fuego y déjame besar tu perla consagrada
y tú,  otra vez tus piernas, esos peñascos bañados de ternuras,
así, te duele?
deja entonces que pele mis manzanas en tu oasis de arenas movedizas,
tómalo ahora y mételo tu misma, muévete así, así como tú sabes,
como sólo tú sabes que lo sabes, más rápido, no pares, ya no pares ahora,
ni lo intentes, sí, voy a sembrar los surcos de tu valle
con la avalancha que viene como huayco de mieles desbordadas,
siéntela así, así como te gusta, es toda tuya, si, es sólo tuya, no te miento,
ya sé que tú eres solo mía, sí, te creo, siente como te riego, toma todo,
si, también en el desierto fértil de tus pechos de dunas,
pídemelo otra vez, desesperada, y toma ya esta catarata de pasiones ordeñadas…
déjame flotar ahora en tu regazo, dormir entre tus ojos sorprendidos
sin la sábana cómplice de arriba, deja que te mire completa en el espejo,
pareces un pescado atrapada en la red de mis abrazos,
quiero mirarte de nuevo en este instante, estás oliendo a mujer como tú, madura,
tus sudores son de leche tibia y de mariscos, coloca de tus frutas naranjas en los labios
y hazme un jugo de simientes en tu boca, ven aquí a mi lado hembra querida,
cierra suavemente los ojos, cambia el tiempo en silencio y arrulla tu sonrisa con un soplo,
y tú quédate quieta, desvanecida al lado de mis muros, apacigua los nervios de tu yegua,
el relincho de tu útero inflamado
y deja que me baje de tus ancas coronado de jinete victorioso, y así,
con mi látigo agotado por zurrarte deja que te jale a mi costado
y enganche con mi mano tu cintura y tú sécame la frente con tu pelo;
quiero acariciar tu rostro de alborada
donde reflejó amarilla la mañana y reventó la tarde a media noche.
Hay ahora en tu pelvis un cántaro vacío
y no queda más lumbre en el hogar de nuestros cuerpos
y nosotros, tú de mí y yo y compartidos,
descansando detrás de las mejillas y amarrando fuertemente nuestras lenguas
recogemos con las manos las cenizas de la leña fresca que ardió en la mañana.
  

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