miércoles, 23 de marzo de 2022

ÓPTICA CALEIDOSCÓPICA de MIGUEL PINTO ZEVALLOS. Por ALFONSO GONZÁLEZ VIGIL REÁTEGUI.

 



ÓPTICA CALEIDOSCÓPICA. Por ALFONSO GONZÁLEZ VIGIL REÁTEGUI.

 

I

 

Acercarse a la poesía concebida por alguien -una persona que dicho sea de paso no deja de ser tu congénere que en este caso escribe y efectúa composiciones de naturaleza lírica-, implica de parte de cualquier lector (desde el menos acostumbrado a frecuentar con su sentido de la vista ese tipo de creaciones literarias hasta aquel que sí está habituado y quien puede llegar a ser enterado e incluso ducho en la materia mencionada) darse la oportunidad de toparse con diferentes mundos, tanto como que cada autor responsable de lo escrito presenta una propuesta propia, evidencia una inquietud expresiva y hace patente una forma de ver las cosas. 

El hecho es que te das la posibilidad de conocer lo cristalizado por otro, y no importa que no sepas quién fue capaz de consumar aquellos versos que te sorprendieron gratamente o que, sin preverlo, produjeron a nivel emocional impensados efectos y repercusiones; no interesa que no conozcas en persona a ese ser terrenal capaz de lograr en ti una identificación con su material redactado. Queda a un segundo plano todo ello porque se impone el vínculo que puede establecer el poeta con el lector en cuestión. Una comunicación que dependerá mucho de la identificación, la empatía (es decir, ponerse o estar en el lugar del otro), la disposición y la amplitud de mira o apertura del receptor para con lo realizado por los demás. Si el receptor-lector no pone de sí, pues el resultado será predecible y la experiencia satisfactoria brillará por su ausencia. 

En concordancia con lo señalado líneas atrás, reitero que la lectura de la poesía plasmada por un determinado creador ofrece la oportunidad de encontrarse con un distinto punto de vista, confrontar la cosmovisión ajena (que puede transformarse en la de uno, si hallan un punto de encuentro, coincidencia, etc.), observar la relación personal del hacedor poético con el lenguaje (hay ejemplos de poetas que llegan incluso a detestar el conocido lenguaje existente y sugieren uno nuevo, propio, con el que se lleven mejor o de un modo más idóneo) y de constatar, aquí gracias a una manifestación literaria, que cada vate representa un mundo en cuanto expone, revela, desnuda y exterioriza lo más hondo de su ser que lo motivó a mostrar su obra, su cosecha, cual prueba de que no se deja de lado la individualidad diferenciada y distintiva que nos hace a cada uno de nosotros distinguirnos de la colectividad; no obstante, sin tampoco llegar al grado de alejarnos ni separarnos del resto, de todos, ya que no se consigue ni pretende desligar a aquellos que integran el prójimo o la masa.

Acercarse a lo elaborado poéticamente por otro, es atreverse a reparar en las motivaciones que llevaron a ese semejante a volcar su inspiración y sus inquietudes expresivas sobre el papel convirtiendo todo ello en un material lírico. Hoy, ahora, se le presenta una ocasión con esas características al lector que tiene este libro entre sus manos, se le brinda la oportunidad de conocer parte de la obra en verso del escritor peruano Miguel Pinto Zevallos.

 


 

II

 

¿Por qué digo parte de su obra en verso? Aunque peque de infidente, aclararé ello: Miguel (me tomo la libertad de referirme a él así porque nos conocemos de años; con mayor precisión, desde la época del colegio) cuenta con una obra poética inédita abundante (es decir, no publicada en formato libro ni difundida en revistas especializadas, ya sean las que suelen recibir la denominación de espacios para la creación literaria, ya sean las abocadas a estimular y divulgar estrictamente la poesía). Más es lo que no ha hecho público en términos de circulación masiva, que lo que ha tenido a bien compartir con el resto, con nosotros, al fin y al cabo. 

Por mucho tiempo, Miguel mantuvo su producción en verso bajo la calidad de secreta, no revelada para con los demás. Tanto es así que cuando yo (que humildemente también soy poeta, escritor) plasmé una composición lírica (la cual me causa orgullo y, asimismo, diferentes personas me han dicho que les genera aprobación y agrado el poema que estoy refiriendo) donde daba cuenta de algunos congéneres que conocía y quienes tenían en común haberse dedicado al cultivo de la poesía; Miguel todavía no estrenaba su página "Poesias" (así figura sin tilde en la red social correspondiente) en Facebook y tampoco había sacado la publicación que recogía una cierta cantidad de su cosecha poética; dicho sea de paso, esto último fue fruto de mucho ánimo y esfuerzo y se imprimió en el país hermano de Brasil. En pocas palabras, aún no se mandaba a poner sus escritos para el ojo y la evaluación ajena. Era más un poeta desconocido o de perfil bajo que lo contrario y en ese contexto es que yo lo ubiqué al escritor Miguel entre aquellos que no muestran sus creaciones literarias a terceros.

Otro rasgo que une a quienes menciono en mi composición lírica viene a ser el siguiente: son seres humanos que por diversas razones no han creído necesario ni oportuno divulgar y hacer de conocimiento público lo que su pluma elaboró en materia de versos. En el presente texto no me toca examinar y reflexionar sobre el por qué decidieron por esa opción o camino y, mucho menos, precisar los motivos que los llevaron a dicha determinación. 

Donde sí me atrevo a ensayar y explicar una serie de respuestas relacionadas con ese tópico es en mi poema cuyo título es "Poesía y vida". Del mismo modo, en mi creación lírica llamada "Poesía y vida" incluyo a Miguel Pinto Zevallos en un grupo de exponentes (casos que yo conociera de cerca) que no se alocaban por publicar libros de su autoría o que no se desvivían ante la idea de transmitir su obra a la sociedad. Dentro de ese conjunto singular de creadores hay quienes se tomaron aquello de que escribir es un acto tan íntimo, tan personal, que había que reservarlo lo más posible.

Unos se entregaron a la poesía en forma total, poniendo empeño diario y afrontando los sacrificios que también supone la creación literaria constante y sostenida. Otros desarrollaron esa clase de escritura durante un breve período de tiempo de sus existencias o la concretaron eventualmente, esto en consecuencia por cómo se presentara el transcurso de su vida; empero, ello no impidió que emplearan los mismos o similares entusiasmos, ganas, deseos, esfuerzos y gusto hacia al proceso creador emprendido. 

Los versos de mi autoría que anteceden a la nómina en la que figura Miguel Pinto Zevallos son los siguientes:

"Yo conozco gente que escribe y ha escrito poesía.

Personas que son poetas con toda una obra concebida,

Pero nunca se atrevieron a publicarla.

Prefirieron que sus versos quedaran inéditos o, en su defecto,

Solo permitieron que parte de sus composiciones poéticas

Fueran publicadas o difundidas y en un caso recién

Se editara lo escrito después de fallecido el autor de los versos".

Se puede apreciar la nítida naturaleza de condición explicativa del extracto lírico parafraseado y Miguel es aludido en la parte aquella de "Solo permitieron que parte de sus composiciones poéticas / Fueran publicadas o difundidas". Aunque no lo parezca, en el fragmento citado de mi poema "Poesía y vida", enumero y especifico el caso particular de cada representante de la lista de bardos que no muestran tan fácilmente sus escritos. "Poesía y vida" es un poema poseedor de una considerable extensión y no en vano su estructura concebida consta de varias secciones cuyo contenido gire en torno a las temáticas expuestas en el título.

 

III

 

Pero volvamos propiamente a la obra de Miguel Pinto Zevallos. Él rompió, siquiera por un rato, lo de no enseñar al resto de sus congéneres sus composiciones líricas cuando sacó en Brasil el libro "Un soño hecho realidad de Perú para Brasil" (2011). Dicha publicación fue una edición de autor y el título que muestra la entrega literaria contiene una palabra escrita en un ingenioso, curioso y extraño portuñol. Me refiero en concreto al vocablo "soño" que presenta; lo correcto hubiera sido colocar "sonho", que viene a ser sueño en portugués, pero como se quería jugar con la mezcla de los idiomas portugués y español, Miguel terminó materializando una nueva palabra que contiene una sílaba de los dos idiomas indicados. 

Más allá del homenaje rendido a las lenguas, "Un soño hecho realidad de Perú para Brasil" significó la oportunidad de leer, apreciar y conocer parte de la producción poética de Miguel Pinto Zevallos. El tiraje al ser de pocos ejemplares, constó de diez nomás, igual no permitió que su entrega libresca confeccionada a manera artesanal llegara a un público masivo. "Un soño hecho realidad de Perú para Brasil", sin buscarlo por la cantidad de ejemplares que sacó, se convirtió en una rareza bibliográfica y, dada esa condición, la mayoría de personas interesadas en leer lo consumado por Miguel Pinto Zevallos pues se privaron de la experiencia por la dificultad que supone acceder con una obra de limitadísima edición. 

 

IV

 

Con el presente libro "Óptica caleidoscópica" se intenta no repetir la historia de la anterior empresa literaria. El fruto proveniente de la pluma de Miguel Pinto Zevallos que tienes ahora en tu poder es una selección preparada con cariño, paciencia y amplitud de mira, puesto que se tenía que reparar en el hecho de lo producido por un autor durante más de veinte años de escritura fecunda, constante y, llegando al grado en algunos períodos existenciales, de hasta efectuarla a diario. Tamaña tarea la de disfrutar y revisar para la posterior toma de decisión de cuáles serían los poemas elegidos. El resultado de la misión encomendada no podía ser otro: una reunión de composiciones líricas de variada temática. 

Aunque todo creador poético tiene temas recurrentes, fijaciones e inclusive filias que se plasman en su obra y con mucha mayor razón si es constante, fecunda y cuantiosa, ello no garantiza que el vate escape a la exploración y puesta en práctica de distintos tópicos. En consecuencia, se advierte lo harto complicado que resulta apartarse de la variedad en los asuntos tratados en las piezas que uno elabora. La aparición de lo que un bardo emplea, poéticamente hablando, en los versos que redacta, reparemos que puede responder a una plasmación desarrollada de un modo inconsciente (porque es inherente a ese uno que cumple la función del demiurgo) o, en su defecto, está hondamente ligado al ejercicio de la escritura creadora y creativa propia de la persona.

A pesar de que hay diferentes temáticas y situaciones abordadas en las composiciones líricas aquí agrupadas, un tema clave para la inspiración y el libre fluir de lo que comunica mediante imágenes y versos, sin lugar a dudas, viene a ser el amor. Según palabras del propio autor, responsable de la obra reunida en este volumen, a él le interesa "la bipolaridad del amor" y "trata de entenderla". Aquel intento de comprensión frente a lo que denomina como bipolaridad del amor (en mi opinión, el amor es el eje que mueve todos los universos) lo motiva a acercarse hacia algo que no deja de ser problemático, un tanto misterioso y a la vez familiar; ya que el amor nos enseña esa gama de posibilidades: parece tan intrínseco o, simple y llanamente, lo es, pero conforme uno lo experimenta, vive, te invade la certeza de que no lo conocías en absoluto y cada cosa que te depara ese valor por excelencia significará un asombro constante, porque cada encuentro será el origen de una nueva oportunidad para maravillarse con lo que ofrece ese sentimiento supremo.

Miguel Pinto Zevallos piensa que la bipolaridad vinculada al amor se sostiene en su doble naturaleza, es decir, se la puede conceptuar a la manera de una moneda cuyas dos caras exhiben lo malo y lo bueno que te puede generar las vivencias amatorias. Para él: "el amor es el único dolor que nos da placer sentirlo. Porque ese dolor que sentimos con el amor nos hace feliz. Y nos hace bien. Porque eso es el amor es el único dolor que nos da placer sentirlo". Resulta válido que enfoque lo concerniente al amor de ese modo; sin embargo, no estoy de acuerdo del todo debido a que yo creo que el amor no tiene por qué necesaria e invariablemente presentarnos el panorama doloroso, por más que nos agrade con paradoja incluida ese escenario factible, no implica una obligación que solo se pueda transitar por dicho derrotero señalado, existen también otros que nos ayudan a afrontar y valorar ese sentimiento increíble. Ahora bien, que se da lo expresado por Pinto Zevallos, sí se debe admitir que es una realidad. No es lo único que integra y explica el fenómeno del amor (en caso pudiéramos calificar de fenómeno a ello) pero en definitiva lo compone.

 

V

 

"Óptica caleidoscópica" representa la oportunidad única de toparse y descubrir un mundo concebido por un poeta consagrado al ejercicio de la escritura continua. Lo que señalara al comienzo de mi prólogo halla pertinencia y saca a relucir un planteamiento certero gracias a lo que puede brindar al lector el poemario de Miguel Pinto Zevallos. El autor nombrado ha creado un mundo con la ayuda de la palabra escrita y las imágenes que le llegan en el momento de la ejecución de la labor poética y eso lo traslada a una hoja de papel o lo tipea por computadora.

La publicación que está en tu poder en su contenido propone una secuencia para los poemas aquí contemplados y aquello pareciera dar la sensación que se ciñen a una secuencia definida. En realidad, el asunto no cuenta con rigidez de por medio puesto que es una apuesta por una aparente secuencia. El orden establecido a los escritos poéticos escogidos concuerda con una intencionalidad: la emoción que patentice cada uno de ellos y según ese patrón seguido se decidía la presencia puntual de las creaciones literarias que comprende este poemario.

Si aplicáramos el siguiente símil: los poemas considerados para este material impreso facilitan que se experimente lo mismo que en una montaña rusa. En verdad, no sería una comparación que calce con exactitud con lo que te origina las composiciones líricas; sin embargo, otorga una idea aproximada de lo que depara su lectura, debido a la emotividad heterogénea que proporcionan las creaciones literarias elegidas. Nos remitimos a los instantes de supuesta calma, los picos de intensidad propiamente dichos y la vuelta a la paz y la quietud que propicia la esperanza depositada hacia un horizonte mejor o el retorno a la tranquilidad perdida.

Miguel ve su obra en verso como la continuación de un mismo poema, donde en la elaboración de cada una de sus composiciones líricas se da el hecho objetivo de una separación; no obstante, si nos basamos en el punto de vista del responsable de los versos es una aparente separación ya que no supone una real autonomía del poema primigenio, del mismo escrito que opta por extenderse, manifestando una homogénea inquietud, pensamiento o visión de las cosas. Al contrario de la presentación formal que muestra cada poema como un material independiente, las creaciones indicadas hallan una continuidad y un sello distintivo de pertenencia. Lo mencionado antes, de manera indesligable, forma parte del personal proceso de concepción literaria realizado por Miguel Pinto Zevallos.

 

VI

 

La escritura en el caso del vate Miguel Pinto Zevallos suele brotar luego de un juego, una dinámica que establece él con su pluma (redacta a la antigua utilizando el objeto en cuestión). Dicho momento en que confluyen el demiurgo y la herramienta que empleará para expresarse, delata la naturaleza lúdica de la actividad desarrollada y propicia el surgimiento de composiciones líricas, cuyos rasgos acentuados son el despliegue de la espontaneidad y la prescindencia de ciertos recursos estilísticos que adornarían en demasía sus creaciones en verso. Hay un manejo adecuado de eso, no abusa de elementos ni efectos expresivos.

Varios quizás se formulan la siguiente pregunta ¿tiene referentes literarios? Y en caso los tenga, ¿cuáles son? Sus influencias rastreables evidencian las lecturas atentas que ha hecho Miguel hacia la obra poética de exponentes de la talla de Walt Whitman, Charles Baudelaire, Paul Verlaine, Stéphane Mallarmé, Arthur Rimbaud y Charles Bukowski. La predilección hacia los exponentes del movimiento literario del Simbolismo francés por consiguiente resalta por su notoriedad.

Y si nos remontamos en el tiempo, el derrotero que ha transitado la formación de una propuesta de un autor comprometido con la lira ha sido el que sigue: al principio sus influencias que lo llevaron a incursionar en la creación literaria no correspondían a cultores de la poesía, más bien pertenecían a otra manifestación artística, me refiero a la música. En orden cronológico, aprendió de las letras de Roger Waters, Charly García y Fito Páez. Roger Waters es un músico de origen británico, quien fuera compositor, cantante y miembro señero de la agrupación de rock progresivo Pink Floyd, además de ser el cofundador de la misma (Miguel es un fan absoluto de la banda Pink Floyd); mientras Charly García y Fito Páez son en esencia cantautores de nacionalidad argentina, aunque al igual que Waters desempeñan múltiples labores.

Un acontecimiento crucial, que aportaría nueva y más reveladora información a Miguel, radicó en el hecho de asistir a un Taller de poesía que dictó la reconocida escritora e intelectual peruana Carmen Ollé en el Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar (CELACP). Ahí su aprendizaje consistió en el descubrimiento y la asimilación de determinados conocimientos, conceptos y técnicas, además de referencias literarias con las que no se encontraba familiarizado. La relevancia de su participación en el taller apuntado resulta innegable. Generó tal eco en el autor de "Óptica caleidoscópica" que una de las consecuencias fue la de motivarlo a que por su propia cuenta continuara con la búsqueda, la exploración y la identificación de las lecturas que le proporcionasen afinidad y algún tipo de conexión. De manera que, al proseguir solo con la instrucción literaria, obtendría un incremento en su saber en cuanto a letras se refiere.

 

VII

 

Un viejo adagio en latín sentencia "Nulla dies sine linea", el que traducido al español quiere decir "Ningún día sin una línea". Este proverbio se atribuye a Cayo Plinio Segundo, más conocido como Plinio el Viejo, escritor, científico, militar y naturalista romano (23-79 d. C.), que relataba la historia del griego Apeles de Colofón, pintor oficial de Alejandro Magno, quien según parece no pasaba ni un día sin dibujar aunque solo fuera una línea.

Si bien tradicionalmente se ha aplicado a los escritores, aconsejándoles que no deben dejar transcurrir un día sin escribir un renglón, desde el punto de vista simbólico, esta actitud convertida en aforismo señala que es un día perdido aquel en el que no se hace algo de provecho. Se cuenta que era la frase favorita del compositor alemán Ludwig van Beethoven, quien llegaba incluso a escribirla junto a algunas de sus partituras para no olvidar lo que recomienda esa máxima.

Asociado con lo tocante a los escritores, existen quienes han modificado el clásico refrán y su variante postula lo siguiente "Ningún día sin poesía". Obviamente, que aquellos que gustan y conciben poesía fueron los entusiastas responsables en hacer y acuñar la nueva expresión. Miguel Pinto Zevallos de un tiempo a esta parte pone en práctica aquello de no pasar "Ningún día sin poesía" (ya había anotado en un apartado anterior de este prólogo sobre el particular). La mayor cantidad del tiempo respira ese arte que convoca a las musas y a la libre inspiración. Esto es debido a que el representante nacional de nuestras letras mencionado, que a su vez nos entrega el presente libro, vive la poesía; y lo ejecuta, cueste lo que cueste el acto de abrazar la opción elegida.

Miguel se ubica entre nuestros congéneres que no contentos con el consumo de poesía en su rol de lectores también la cultivan a diario, por eso lo de cumplir al máximo lo que comunica ese dicho de "Ningún día sin poesía". Algunos partidarios de la frase la han adoptado como un axioma indiscutible. Podemos hallar simpatizantes del aforismo cambiado (recuerden que proviene de uno añejo) que proponen otras alternativas tales como "Ni un día sin poesía".

Existen hombres de letras que piensan que el primer libro de poemas tiene que defenderse solo, no se ve bien que en su contenido figure un prólogo. Yo no siento que infrinja lo que sugiere esa idea. Recuerden que este no es el primer poemario de Miguel Pinto Zevallos que se publica; estrictamente, viene a ser su segundo libro. Será el primero que se acoja a la experiencia de un tiraje mayor y el cual apunta a ser más masivo, en comparación, con su hijo primero en términos de la obra que lleva editada.

En resumidas cuentas, he prologado una publicación valiosa que no se circunscribe necesariamente a lo que algunas personas advierten que es preferible omitir para que el poemario debut saque cara por sí solo. Estoy casi seguro que he abusado a la hora de redactar unas palabras introductorias poseedoras de una considerable extensión. No es algo que uno haga de malo. La finalidad principal es la de invitarlos a que se atrevan a leer lo materializado por el bardo Miguel. Es la oportunidad que se te ofrece de encontrar la presentación del mundo ideado por un congénere dedicado al quehacer lírico.                                     Lima, 12 de septiembre de 2019

 

Alfonso González Vigil Reátegui

 

 

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