jueves, 17 de marzo de 2022

ALFORJA DE CIEGO. Por JORGE DIAZ HERRERA.

 


ALFORJA DE CIEGO
Por Jorge Díaz Herrera.
 
 
Noel bebió su té mañanero, se encorbató, se examinó ante el espejo y salió. Una extraña sensación lo turbaba. La noche anterior, su mujer no durmió en casa y presentía que no volvería. Total, se dijo, menos gasto y menos bulto en casa. Se dirigió de prisa al banco, anuló la tarjeta de crédito compartida con ella, vio que el dinero estaba en su lugar, dio una vuelta por el barrio y retornó a su taller, una habitación sobre su dormitorio. Alardeaba de comodidades y era severamente parco en la atención a sus visitas: unas aceitunas, trozos de queso y jugo de la refrigeradora. Anotaba en un cuaderno las minucias del día, el debe y el haber de sus cuentas. Y oraba antes de dormir. La aventura con su segunda mujer fue breve y cada quien en su propia casa. Así resultaba más económico y tranquilo y, lo más importante: no perder el tiempo en arrumacos. Vida muy metódica y de revisiones médicas. Nada de botar la plata al aire, el tiempo es oro. Los años iban pasando y Noel buscó sumar a sus ahorros el brillo de sus antepasados. Anotó el apellido de un virrey y llegó a convencerse de que por sucesión genealógica resultaba ser su pariente más ilustre. Así le llegó la vejez, colmó sus paredes con retratos de personajes anacrónicos. -¿Nos parecemos o no?, preguntaba a amigos y clientes. -Ahí está la marca -contestaban sonriendo. Noel celebraba la respuesta con una carcajada. Una tarde, lo asaltó una duda: no saber si estaba saliendo o entrando de casa. La duda se repitió con mayor agudeza y acudió discreto al siquiatra. -Son cosas pasajeras, con esta receta todo volverá a su lugar, dijo el médico. Al año, le surgieron nuevas dudas: -¿Ya tomé o no la gragea? Al no hallar respuesta, se desvelaba. Y sus recuerdos se iban alejando como llevados por el viento. Una mañana, al dejar la cama, no reconoció su imagen en el espejo. Se perdió de sí mismo por completo. Descolgó del ropero el traje de su primera mujer y vestido con él salió de prisa. -Noel, me espera, exclamó apresurado.

 

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