sábado, 22 de enero de 2022

JOSE CARLOS MARIATEGUI Y SU AMOR PLATONICO RUTH. Por WINSTON ORRILLO.

 


JOSE CARLOS MARIATEGUI Y SU AMOR PLATONICO RUTH. Por WINSTON ORRILLO.
 
 
“La agresividad que yo he despertado generalmente me envanece a ratos (contigo no debo ser falsamente modesto). Ves que si no valiese algo, si fuera un mediocre como los demás, no sería posible que suscitase sordas hostilidades…En el Perú es necesario ser absolutamente mediocre para no ser detestado. El talento causa miedo y, por ende, reacción”.
“Juan Croniqueur”: José Carlos Mariátegui.
 
 
Se puede calificar, sin tapujos, como un verdadero acontecimiento editorial, la publicación, por José Beltrán Peña, y su sello Sociedad Literaria Amantes del País, en Gaviota Azul Editores, de los Poemas de Bertha Molina, “Ruth”, la amiga –amada, mejor dicho- platónica y epistolar de nuestro, en ese entonces, muy jovencito José Carlos Mariátegui, cuando, incluso, firmaba como Juan Croniqueur. (Juan Cronista, para indicarnos su vocación periodística, ya que la crónica, por antonomasia, ha sido siempre casi sinónimo de trabajador de la prensa).
 

                                                        RUTH EN SU AUTO

 
El ríspido tono del epígrafe, alude a que nuestro joven escritor llegó –y la diferencia con hogaño no parece muy distante ni distinta- a un ambiente literario e intelectual, donde medraba el arribismo y los méritos se evaluaban por el apellido y/o la condición económica del autor.
 
Mellado físicamente y con un origen “de muy abajo”, el futuro fundador del socialismo peruano, se debatía en un medio ahíto de mediocridad, estulticia y oportunismo que lo conducían a síndromes depresivos, de los que saliera merced a la relación sui generis con Bertha Molina Bacigalupo, conocida por su seudónimo de Ruth.
 
Leer a Mariátegui joven es absolutamente necesario porque, a su lado, Ruth aparece como un madero, como un velamen en medio del proceloso mar que era el ambiente intelectual en el que empezara a destacar el futuro autor de Peruanicemos al Perú.
 
Nuestro creador (porque desde siempre lo fue), asimismo, escribe –como una suerte de catarsis- poemas que intercambia con Ruth: en lo que él llamara, con su perspicua mirada autocrítica, su Edad de Piedra (años 1916 a 1920). Pero no era, el futuro gran autor, un plañidero lirida, sino que, igualmente, en crónicas y otros artículos, va diseñando el corpus de una obra que penetra en la urdimbre de ese Perú que, en muchos sentidos, sigue siendo, un siglo después, y en forma lamentable, prácticamente el mismo.
 
De aquí, pues, el papel cardinal que jugara Bertha Molina, hija del también poeta y periodista patriota Modesto Molina Paniagua (1844-1925), conocido en la historia de nuestra literatura como “el Patriarca de las letras tacneñas del Cautiverio”. Y, asimismo, compositor del Himno de Tacna y del célebre libro, ominosamente silenciado, Hojas del proceso, redactado in situ, sin pedestres emociones de bajo nivel, donde se relatan partes subterráneas de la siniestra Guerra con Chile.
 
Para leer el presente libro de poemas debemos, en primer lugar, situarnos en su época y en las circunstancias histórico-literarias en las que advienen unos versos que son mayormente de temática amorosa, pero que, conocida la dificultad del relieve en un campo donde hay tanto y tan bueno, destacamos que la poesía de Ruth es sumamente personal, y que su mirada no se centra solo en su propia circunstancia, sino que no olvida el entorno que la rodea e, igualmente, la sensibiliza:
“Observa el gañán tristemente/ y trilla que trilla:/ el trabajo cansa/ da pena y fatiga…// Mas sigo llenando/ la maleta mía…/ Mi alma labriega/ trilla que te trilla”
 
Nada, pues, que ver con el ensimismamiento aislacionista: la poeta escribe en un ambiente donde no todos son felices, porque no todos son iguales….
 
Su erotismo es delicado y el ritmo, el tono de sus versos la revelan como un ser particularmente sensible, mas pleno de sutilezas para decir lo que quiere revelarnos con su poética:
“Tu cuerpo me llama/ toda yo tiemblo, / ven abrázame:/ me llueve la alegría/ al saberte mío.”
“Repito y repito tu nombre/ y con él en los labios/ me quedo dormida.//Todo eso me pasa/ cuando voy a verte.”
 
Los ejemplos pueden multiplicarse, porque ella –como todos los autores relevantes, se adelanta a su tiempo; de modo que, en sus versos, hay los conflictos de pareja –mare nostrum-, el rechazo al racismo; el amor a los, y entre los, ancianos, y asimismo alusiones a José Carlos y su problema de cojera, lo que no obsta para que amara –nuestro futuro Amauta- las carreras de caballos, ya que fue…¡cronista hípico!:
 
“La niña de la plaza grande/ tiene ojos de vidrio/ y un hombre cojo/ sus penas retiene/ solo cuando pasan galopando/ huyendo del viento/ los recios corceles.”
 
Asimismo, hay actualísimos textos de amor a la ecología, tan necesaria en un mundo que se desmorona y amenaza cada vez más, en especial por las bestialidades de un energúmeno como Trump, al que no le importa, en absoluto, el derrumbamiento de nuestro hábitat, es decir, el que se acabe nuestro mundo:
Bertha Molina, Ruth, en cambio escribe:
 
“Árbol del camino: haz/ que tus ramas húmedas/ abracen mi cuerpo desnudo,/ que las aves vengan/ y en él se posen/ y luego en silencio/ mi alma se lleven. Y no vuelvan más”.
O: “El silencio en la noche/ no es silencio:/ es solo la voz dormida/ del viento.”
Y: “Solo el árbol sabe/ cómo duele la herida/ cuando la hoja cae”
 
En fin, las citas podrían multiplicarse, solo nos queda felicitar al editor por su perspicaz hallazgo, y expresarle que estos Poemas de Bertha Molina, Ruth, no son solo una presea y un descubrimiento que nos permiten saber que el buen gusto de nuestro Juan Croniqueur, no iba solo por la necesaria amistad y la relación platónica, sino que se trataba de una poeta que, a partir de la publicación de este volumen, va a tener que hacer que se reescriban o completen las selecciones de la poesía escrita por nuestras grandes autoras (el dardo va, especialmente a nuestro buen amigo, reputado antólogo de la especialidad, Ricardo González Vigil).
 
Al galgo le viene por raza: Cecilia Molina, relevante escritora peruana, cuya Antología poética personal fue considerada con especial mención, recientemente, es sobrina-nieta de Bertha, la inefable Ruth…

 

 

 

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