JOAQUIN PHOENIX, "JOKER". Por SILVIA ORTIZ.
Regreso de una transformación golpiza, una pesadumbre terrible de saberme quizás cómplice más de esa aturdida y compenetrada sociedad que nos consume, que nos destruye y es la historia de estos personajes rutinarios, el peatón vecino, el que asiste a la posterioridad de la oferta de un trabajo, el que sueña la “tinka” de un saberse oportuno en la labor, el que pasa, el que muda, el que atrae la mirada y ofrece laboriosidad de su talento. Cuantos “Guasones” se nos cruzan por la calle, cuantos más en las rejas de un volcán de olvidos, cuantos besos negados a los hijos, a los padres que de ancianos quedaron, en la salas de emergencia, cuantos durmieron en la espera y el féretro en la puerta, y en la ruina de valores frente al otro, un patrimonio negado, un matrimonio en riesgo, un embarazo frustrado, otro es el hijo de aborto, un accidente innegable de tránsito y los muertos como quedan frente al fiscal, que alegremente patrocina una libertad contumaz. Nos esperan quizás, agencias del estado putrefacto en su fango de verdades, la confesión en su viaje y el sacerdote hermano en su catedral negada, nos espera y nos ronda como sacrilegio elegido tanta pobreza en los ojos, tanta fanfarria en la boca y tantas veces podrida de caricias toda el alma entera, nos espera una burla y por siempre en marcha, del que no camina, del que no ostenta aquel título, y del que si lo porta, no hay que darle es muy “cholo”, esas son las apreciaciones que de diario percibimos, en las casas del arriendo, los trabajos sectoriales y casi ya los imperios subastando caderas sobornables en puestos que ofertan, y frente a un joven que aprisiona talento, su lengua, y su esfuerzo enorme que le sabe consecuente y la respuesta que intuye. Los cirujanos en marcha, vende puestos y la curul de la oferta que le place, la desempleada o desempleado del que no es más el padre nuestro en mención, somos la carita inferior del rastrillo en que se ofertan los puestos, oídas y costumbres que ya infectan, infranqueables oficinas, visitantes de opresión, deterioro y de súplica aleatoria incomprensiva, a nosotros nos tiñeron de abarrotes toda el alma, y por eso hoy me deleita este escrito en que puedo y debo subrayar, quizás, lo destacado de este personaje en JOKER, la excelentísima interpretación de Joaquin Phoenix, necesitaríamos y exigiríamos proyectar muchas más preocupaciones con respecto a la salud mental, y esto no suena o sabe a demagogia, no es demagogia, ni paternalismo alguno el atender los menores y álgidos problemas que encierran nuestros pueblos, un mayor y preocupante trato a los visitantes comunes, un mayor y comprometido acto de servicio, la generosidad en su punto, una palabra y no la esquiva, inclusive desde las escuelas. Los edificios macro-económicos, necesitamos otros personajes “Guasones”, y no como una mera y suscrita novela, urge y me sustrae del quehacer anecdotario, el llamarnos concurrentes impávidos de los Jokers asistentes a la feria cotidiana, y esta demoledora incertidumbre de llamarme todavía, si es que debo, la deudora que aturde gravemente el interior visitante, la fragilidad en su psiquis, tragedias irresistibles cada una, y si antes presumía de quizás mi humanidad a casi flote, quizás confesemos hoy nuestra negativa aceptación y qué construcciones maquiavélicas proyectaban nuestro entorno, quizás también confesemos que hemos abrazado dolores, de lejitos nomas, el parir de esta humanidad insensible, de este flagelo destructivo y consecuente de ascendente violencia, el suburbio de tus actos duele y cabe más en una piedra dormida, una de tantas piedras que lastiman los oídos.
Foto SILVIA ORTIZ desde Virginia EE. UU.
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