EXORCIZAR A LA PANDEMIA CON POEMAS ES UN INTENTO.
Por WINSTON ORRILLO
Todo los días muertos y más muertos. Primero Pepe Vargas, fundador-presidente de la Casa Nacional del Poeta, luego Pedro Novoa, gran narrador joven; y ahora mismo, Luis Revoredo, director del diario UNO, donde el suscrito suele escribir.
Y no podemos quedarnos con los brazos cruzados: esgrimimos nuestra arma. La única que tenemos, la poesía, para exorcizar a esta siniestra pandemia.
Aquí van, pues, nuevos poemas.
Para ustedes, como una suerte de armadura pugnaz y entrañable.
Y bien
Un muerto más
Que se nos trepa.
Dicen que
Estamos muertos:
¡Bienvenida
La vida!
Los dos locos
Hirsutos:
¡Tu corazón
Y el mío!
Relampaguea
Al fin
El ayatola:
Perdió
La su mandala.
Sínodo
De poemas
Ad portas
Del fibroma.
Estrépito
Candado
Endogamia
Resquicio.
Era
Su hipotonía:
Buenos días,
Escombros.
Visceral
Acratista
Intonso
Escurridizo.
Repiquetea
El alba
Que pretende
Enfardarnos.
Me inoculo
Un poema
Asaz escurridizo.
Y así
Me desmoronan
Tantos muertos
Glaseados.
Ronronea
La ausencia:
Se gatilla
El autismo.
Pterodáctilo
Emerjo
Después
De aquel rebato.
Y era
Nueva Zelanda
Donde
Me desmantelas.
Pulimentado
Fui
Luego
De aquel aforo.
Escupitajo
Es que es:
Jamás
Un buen poema.
Me aburre
El campanario
De tu
Rebosamiento
Y fue
La canonjía
Entre
Tus piernas
Térreas.
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