ALAMBRADA
Me aferro al tronco voraz
de la alambrada, tal vez errónea,
tal vez certera, en la fuente
del recodo y sin bandera,
de aquellas tierras agridulces
y de bocas que no saben
del abrazo, del frío intenso
trenzado de tantos
y tantos ¡muertos en vida
tan insana!
Allí los miedos son como
fieras agujas en el lomo
de mil hombres, miedos
que curten la antesala
enrollada de más muertos,
el quebrando diluido,
los hilos extenuados
en calles siempre inciertas,
rincón de los rincones,
la noche se hizo pasto viril
de la inocencia,
mientras duermo
en aguas rojas
que el viento aleja.
¡La Salve-Salve es concebida
en mundos tan siniestros!:
el uno a uno despoblado,
el dos y el tres y más el siete,
sus ríos, sus mortuorios
son como tristes habitáculos,
¡hay tanta culpa de nada,
hay tanta fe mordida,
tanto el vivo pan de la montaña!,
que duele lo dolido,
como duele que te cierres
inculto de otras luchas,
con la mano que siempre
rasga la piel con aspereza
de más y más tejidos.
Aquí yace el sepulcro,
aquí no espera la esperada,
blanqueaba la guarida,
sin lengua que me asista,
sin tierra cual factura,
¡no importan los arbustos,
no importan ojos claros,
azules los repuestos,
azules los mares,
siempre mares,
silencio ... hombre,
final de todo
y final de nada!
Ahora son leves los tumultos,
podrida está la tierra
en cuerpos que se pierden,
y el estribor de las balas
en huesos disecados,
las cortes celestiales
del ego nada humano,
los otros siempre otros,
el mundo ahí no importa
ni el blanco o turbio de sus alas,
mientras atisban las picotas
en fornidos aplausos.
Y allá alambres come hombres,
trincheras de hojalata
en costas del infierno,
abrazos poderosos
en claves escondidas,
el gel pulido estéril
en uno de tus ojos,
ladrón de cuento infame,
la suma siempre suma,
ascensos que no alejan
¡la muerte siempre es muerte!
Y al final silencio de aquellos
hombres mudos, hombres
que se fueron hace horas:
su cuerpo leve pausa,
en pesar del que se muda,
se mudan al tic tac de los relojes,
las tablas estropeadas en ríos
silenciosos, lo blanco y puro
ya se fueron de mis ojos ...
¡total de los infiernos!
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