NANA GUTIERREZ UNA INMORTAL ANTIPOETA CHILENA
Por WINSTON ORRILLO
“La eternidad/ la eternidad/qué me importa/ a mí la/eternidad”
N.G.
Cuando me piden, desde Arica, participar en un homenaje a Nana Gutiérrez, acepto sin dudarlo. Aunque la única duda me sobreviene al recordar si fue verdad o sueño su presencia, en/durante el par de días que estuve, en la década del 70, en la patria de Pablo Neruda, por otra parte su amigo y admirador.
Su nombre –digamos- civil fue Yolanda Teresa Gutiérrez Bonelli, y mi encuentro con ella fue en una noche fortuita, la víspera de mi partida de Arica, concluida la reunión literaria para la que fui invitado.
Entre dos poetas lo usual es intercambiar versos, y eso hicimos.
Larga plática que interrumpiera el advenimiento del tiempo humano: al parecer nos reconocimos en nuestros poemas. Tanto que, algunos meses después, para sorpresa mía, me llegara a Lima, Calendario, cuaderno-libro de versos, hecho por ella, con textos de ambos.
Menuda sorpresa.
La lírica de la creativa poeta ariqueña, marcaba un constante afán rupturista que, posiblemente, le ganara la admiración –por eso mismo-de Nicanor Parra; y no está demás decir que, lo de ella era, “avant la lettre”, antipoesía.
La agudeza social y su permanente cariz humorístico e irreverente, están, plenos, presentes, en sus composiciones.
Ella vivió (1924-1985) y ahora en plausible labor, en su patria pequeña, se trata de rescatar y devolver, a su cultura, la imagen de una creadora de una “rebelde con causa que, en primer lugar, era el terror de las “poetisas” contra las que despotricara en forma incesante (lo cual explica, en parte, el manto de silencio que en torno de ella se tendiera).
Pero los tiempos cambian y aquella que escribiera contra las poetisas “que acabarán, les digo, /con todos los géneros literarios.” Ella misma está siendo rescatada por los siglos de los siglos.
Hoy en día, y no es casualidad que nos refiramos al Chile que acaba de enviar al albañal –de donde procedía- a la Constitución pinochetista, es tiempo que Nana, y todas sus pares, retornen al seno del pueblo, de donde proceden.
Lo merecen, en el caso de Nana, su versatilidad, coraje y desparpajo, y esa suerte de presencia feérica con la que se me apareciera, en una inolvidable noche ariqueña: alta, irónica y ahíta de esa vitalidad que ahora mismo me vuelve, cuando evoco su ser pleno de melancolía y de ternura, igual como esos seres que, a veces, nos parecen inventados por nuestra soledad, pero que están allí, tal vez adentro de nosotros mismos, a la espera de la menor ocasión para emerger, porque, en realidad son esas ínsulas adonde nos dirigimos, a veces sin saberlo, aunque intuyéndolo.
Nana Gutierrez es una gran poeta ariqueña con quién fui amigo en los setenta. Hace pocos días se lanzó un libro que recopila tres obras suyas. Se encargaron de ello algunas personas que no la conocieron ni saben mucho de ella. Lamentable...otro mal trabajo de la municipalidad y algunos más. Pésimo para la gran antipoeta. La cultura de Arica sigue entre comillas.
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