YENY TEJADA
CUENTO:
“EXTRAVIADA” de YENY TEJADA.
Ella va vestida en jeans,
zapatillas y polo. Camina sin apuros, llega a un campo que nunca antes había
visto, la grama de un verde casi inexistente.
El campo se va haciendo más amplio, la luz es tan fuerte que debe entrecerrar
los ojos. Parpadea con fuerza, los abre
para sorprenderse con lo que ve. Un caballo alado, blanco como la nieve está a
punto de golpearla. Se detiene sorpresivamente y se coloca a su lado. Un apuesto
jinete, vestido de blanco, tan blanco como el caballo desciende y la saluda.
La mujer no entiende qué
ocurre, cómo es que sabe su nombre, quién es este ser desconocido que va en un
caballo alado, de dónde viene. El jinete, casi como si leyera sus pensamientos le
dice que es un mensajero enviado por alguien que ella conoce y le pide que lo
acompañe.
Ella no sabe la razón pero
decide confiar en él y procede a montar con la ayuda del joven. Le pregunta a
dónde van y al escuchar su voz, le parece tan familiar pero no encuentra la
explicación.
Viajan los dos en ese albino
alado, mientras ella no puede creer lo
que a su vista se va abriendo, dejan atrás el azul del mar, traspasan el cielo,
las nubes cubren su visión.
Cuánto tiempo viajaron, no
lo sabe.
Un paisaje hermoso la
sorprende, flores multicolores, campos tan verdes como el lugar del que fue
recogida, unas construcciones extrañas para ella, tan futuristas que no hay
espacios cerrados. El caballo baja muy suavemente, se inclina para dejarla
bajar, jinete y caballo desaparecen en un instante.
Una sensación de paz y
quietud la invade, así como el aroma de las flores la conducen por lugares e
imágenes que no logra comprender.
-¿Dónde estoy?- pregunta
ella.
Alguien se acerca y le indica
que lo acompañe, ella camina en silencio mientras este nuevo personaje le dice que
están en su casa.
-¿Cómo qué en mi casa?-
responde ella.
Un hombre de aspecto fuerte,
pero de mirada tierna le pide que se calme.
-Mírame, ¿no me recuerdas? Soy yo, el dueño de
todo esto, hacedor de sueños, y aun así no pude encontrarte. Amada mía, te perdí
hace tanto tiempo. Soy Zeus.
Ella le responde
-¿Qué tengo que ver contigo?
Devuélveme a mi casa. Yo no te conozco y jamás estuve aquí.
Zeus, tranquilamente le pide
que le permita tomarla de la mano. En ese instante la mente de la mujer abre todas
las brechas del tiempo y del espacio, de los mundos y los no mundos.
De pronto, una luz la
ilumina, un vestido dorado la cubre, brillante como el Sol, ligero como el
viento. Cómo es que siendo una diosa se
extravió por cientos de años en un lugar al que ella le llamaba casa, se
interroga en silencio.
Zeus lee sus pensamientos,
quiere explicarle lo qué ocurrió.
Ella gira la cabeza, mira
hacia atrás y cuando está a punto de entenderlo todo, suena la alarma de su
despertador.
Un pequeño cuento hecho para empezarlo y terminarlo de leer, no siempre los cuentos tienen finales predecibles o tal vez sí. Gracias por publicarlo en el Blog de la Sociedad Literaria Amantes del País.
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