“PAPAMOR” DE JOSÉ
BELTRÁN PEÑA
Por FANNY JEM WONG
(Poeta y Mg. en Psicología).
“Cuando un recién nacido, aprieta
con su pequeño puño,
por primera vez, el dedo de su
padre, lo tiene atrapado para siempre”
Gabriel García Márquez.
“Si del dolor nacen mis versos,
bienvenido seas dolor”
Fanny Jem Wong.
Fanny Jem Wong y José Beltrán Peña.
El poeta,
narrador, investigador, crítico literario y gestor cultural, José Beltrán Peña, ha publicado el
libro: PAPÁmor (Lima, Gaviota Azul Editores & Sociedad
Literaria Amantes del País, 2019)
Las
partes del valioso libro, exceptuando las Dedicatorias, los Agradecimientos,.
Colofón de amor perruno y los Datos bio-bibliográficos del autor, son:
Se abre
el telón (1), Haikus (33), Poemas (45), Comunicados (A-L), Tres poemas finales
(3), y Se cierra el telón (1),
A manera
de epígrafe, Beltrán Peña inicia su
poemario con un fragmento del poema, “Ángel
de la Guarda”, de nuestro poeta mayor, Carlos
Germán Belli:
Que si acaso te ausentas como ayer
nunca más estaría yo de nuevo
erecto sobre el orbe como hoy,
pues yaceré tendido por acá por siempre
como muerto, aunque vivo, sin más ánimo
ni para volar, ni nadar, ni andar,
y de la gran potencia
ni un átomo siquiera habría allí
en el centro del cuerpo,
que sólo las cenizas de un volcán,
deshecho polvo helado,
anticipando la engañosa muerte
por no haber una vida satisfecha.
Indudablemente,
dicha elección no es producto del azahar o por un mero gusto estético por la
alta poesía, más bien tiene que ver con su particular manera de leer, de sentir
y de escribir poemas. Nos anuncia así, que estaremos frente a una obra que, no
solo despertará una marea súbita de emociones, con las que pretende al igual
que Belli humanizarnos, en una época en donde prima el individualismo y los
intereses personales. Enmarcándose en un momento deleznable, en donde llegar a
viejos es sinónimo para muchos de escases, desamparo y en ocasiones abandono,
por parte de hijos egoístas y por parte del Estado.
Nos deja
entrever con recursos teatrales al igual que Belli que al abrir el telón se desangrará y hará lo mismo con
nosotros a lo largo de cada estancia del poemario.
El segundo epígrafe corresponde a un fragmento del
poema, “Los Nueve Monstruos”, del libro “Poemas Humanos” publicado póstumamente
en 1939, de nuestro poeta universal, César
Vallejo:
Señor Ministro de Salud:
¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
Dolor,
impotencia, desgarro y sufrimiento siguen siendo el pan de cada día en muchos
hogares de nuestro país, sobre todo cuando alguno de los padres cae en la cama
de un hospital-clínica.
A nivel
nacional la desigualdad social y laboral son problemas vigentes. Cabe destacar
que, a pesar de la implementación de una serie de Programas dirigidos al
fortalecimiento de políticas para el adulto mayor, envejecer en el Perú no es
nada fácil. Veamos algunas cifras (Serie Informes de Adjuntía, Informe de
Adjuntía N° 006-2019-DP/AAE):
El 94,71%
de las mujeres adultas mayores y el 78,57% de los adultos mayores no están
afiliados a ningún sistema de pensiones. En el caso de las mujeres, la
marginación a su derecho a la pensión alcanza a 95 de cada cien, Lo que significa
que no tienen acceso a la seguridad social.
El 45,87%
de los adultos mayores y el 56,08% de las adultas mayores no recibe pensión, ni
accede a programa alguno de asistencia. Es decir, la mitad de la población,
cifra superior en el caso de las mujeres, no cuenta con ningún ingreso
proveniente del Estado.
Y si
vemos las cifras en cuanto a salud encontraremos que el problema es más grave:
En el Perú el 17,99% de los adultos mayores y el 17,22% de las adultas mayores
no tienen ningún tipo de seguro de salud. El 80,34% de las adultas mayores y el
71,08% de los adultos mayores presentan una enfermedad crónica, de progresión
lenta (enfermedades cardíacas, infartos, cáncer, enfermedades respiratorias y
diabetes).
Por todo
lo expuesto regresemos al epígrafe: “…hay, hermanos, muchísimo que hacer.” (Vallejo, 1937), Beltrán Peña, nos demuestra que 82 años después de haber
escrito Cesar Vallejo los “Los
Nueve Monstruos”, hoy
más que nunca sigue teniendo razón. Como diría el gran Gabriel Celaya: “La
poesía es un arma cargada de futuro”; mas si revisamos lo que sucede
en otras realidades con los adultos mayores y su salud nos sorprenderemos
porque las cifras son similares. En el resto del mundo, la mitad de los
ancianos más allá de su condición socioeconómica, color o sexo lamentablemente
terminan solos y lo más nefasto casi siempre al final los abraza la muerte en
solitario.
Cabe resaltar que para bienestar del autor y de su
padre, la Clínica Geriátrica “San Isidro Salvador”, resultó ser un escenario
acogedor, profesional y por sobre todo humano.
PRIMERA ESTANCIA: PALABRAS NECESARIAS
“Un homenaje poético a la vida.”
Nada más
cierto lo que afirma José Beltrán Peña,
la presente obra es la recreación de una experiencia sorpresiva, y
sobrecogedora. Si bien sabemos que venimos a este mundo a cumplir un ciclo
vital, no siempre estamos preparados para aceptarlo, luchamos con garras y
dientes para arrancarlos de los brazos de la muerte, a quienes amamos.
La dama
negra amenazaba, llegaba sin previo aviso como suele hacerlo, pues no existe
ciencia humana que nos advierta que el momento ha llegado, y danzó
incansablemente derramando tinta sobre la cabecera de la cama de su padre en
una clínica (que puede ser también de un hospital) durante varias semanas.
SEGUNDA ESTANCIA: SE ABRE EL TELÓN
“Ingresé a la clínica como Hijo con mi Padre
acompañado de la sirena
de la ambulancia en una noche negra sin Luna”.
Al
comenzar a leer, PAPÁmor, lo más
impactante es conocer que se trata de la recreación poética de un hecho casi
fatal, en donde el poeta reflexiona
sobre lo efímera y frágil que resulta nuestra existencia.
Bien
sabido es que, cada relación humana en este caso padre-hijo es diferente y
también cómo se enfrentan las situaciones de crisis. No todos gestionamos el
dolor de la misma manera, en todo caso los poetas escriben y gracias a este
hecho, Beltrán Peña nos conduce
simbólica y metafóricamente a través de la maestría de su pluma a varias temáticas:
dolor, angustia, desesperación, impotencia pero también valentía, amor,
esperanza, fortaleza, gratitud, logrando así capturar al lector.
Al
abrirse el telón, el lector se hace protagonista. Es así que cerebro y corazón
viajan en una ambulancia con un abuelo, un padre, un esposo, un hijo o un
amigo, y quedamos atrapados hasta el final del viaje para conocer el desenlace.
TERCERA ESTANCIA: H A I K U S
XIX
Mi padre duerme / El despertador grita /
Desesperación.
XXII
La voz sonora / Del puñal de la muerte / Cae en mi
cruz.
XXXI
El dolor ladra / Mi padre en terapia / Renacimiento.
XXXII
Mi niño viejo / Sus primeras palabras /
Florecimiento.
Beltrán Peña nos regala una sucesión de 33
poemas breves de tres versos, denominados Haikus (cuya métrica es de 5 – 7 - 5
sílabas por verso, respectivamente). A través de ellos, nos deja impresiones de
instantes especiales del tiempo, convocando la realidad de manera atenta,
reflexiva, catártica, libre y espontánea.
Según palabras del mismo autor en su libro, El haiku
peruano (Lima, Ediciones Amantes del País, 2010. p.12) nos ilustra que: “los Haikus, representan una imagen, un
instante, un momento, una espiritualidad, un ideal, una realidad, un conato, un
soplo, una visualización, un grito, una pulsación, un aliento, una estación, un
símbolo, pero no quieto, no detenido, no paralizado, no estático, ni muerto aún
impreso en un papel sino todo lo contrario, está siempre despierto, atento, con
energía, con vida y con palabras abiertas para dialogar con el lector. Siendo a
veces, infiel con el propio poeta, llevando al lector por otros senderos u
otros tiempos…”.
Beltrán Peña, eterniza en sus primeros haikus
a quienes, de una u otra forma le ayudaron a cargar la cruz de su tristeza,
como diría Kak Sri: “La gratitud es un arte de pintar una
adversidad en una hermosa imagen”, para luego conducirnos a través de su
poética por el devenir de un tiempo que fue suyo, pero que ahora es nuestro.
Nos invita a observar atentamente “fotografías” que conmueven el corazón del
lector. Despierta a través de sus palabras, el sentimiento humano y la mirada
comprensiva que tanta falta nos hace.
Rodríguez Cerdá escribió: “En la literatura japonesa, las formas
distintas de percibir el entorno se funden a veces en imágenes sinestésicas. Es
posible, entonces, ver los sonidos, de igual manera que antes escuchábamos los
objetos silenciosos.”. Es así como Beltrán
Peña, haciendo uso de su habilidad para crear imágenes en movimiento, eleva
los umbrales de su consciencia y hace gritar al despertador, ladrar al dolor, hablar al
puñal y ve florecer por fin las palabras, en un tiempo de aprendizaje
acelerado, en donde logra universalizar la poética de sus emociones.
CUARTA ESTANCIA: POEMAS
1
Las
computadoras se alteran y brillan
como
queriendo ayudar a los elegidos:
nombre,
dirección, teléfono, fichas médicas,
como
también el adiós entre sábanas en cruz.
11
La puerta
del silencio se abre cerrándose
parece
una locura decirlo sin anestesia,
pero una
piedra se burla de mis sueños
estallando
mi hígado con caramelo de limón.
21
El cuarto
es un dado de mil caras
acoge a
los humanos en un juego de azar
tanto ha
visto ganar y perder
que
prefiere jugar ajedrez sin tiempo.
24
La
belleza llora sin luz entre sedas gastadas
sus
nervios y neuronas la hacen bailar, pero
trastrabillan
con la música de la incertidumbre.
Su madre la
mira de reojo y no debe llorar.
41
Las
visitas a las 4 llegan poniendo su mejor rostro
algunos
lloran antes de ingresar a la fiesta infantil
hacen
vida social, se ríen como payasos, chismean a granel
mientras
que el encamado piensa estoicamente: Muéranse.
En esta
estancia los poemas son cuartetos escritos en verso libre, en donde cada verso
posee múltiples significados e interpretaciones. Encontramos simbolismos,
sinestesias, figuras y metáforas muy bien logradas.
Beltrán Peña escribe por lo tanto con todos
los sentidos, sacando provecho a esta habilidad natural en él. Así tenemos que
ante el lector se presenta el gran desafío de interpretar imágenes y símbolos
que solo en apariencia son simples. Leerle implica ir al trasfondo de lo que
expresan las palabras, a su significado oculto.
Encontramos
que el autor, mezcla sensaciones que corresponden a sentidos de origen muy
distintos, con sentimientos y emociones, llevándonos de esta forma al origen y
a la reflexión.
Otros de
los recursos que se deben resaltar en sus figuras retóricas de pensamiento y
que domina magistralmente, es el uso de la ironía y de la hipérbole con las
cuales, logra indudablemente mayor fuerza expresiva ya que a través de su uso
busca que el protagonismo recaiga sobre una acción, exagerándolo de manera
intencional y alejándonos de este modo de la realidad inmediata.
A lo
largo de los 45 poemas veremos cómo cobran vida los billetes, las computadoras,
la sala de espera, puertas, paredes, camillas, cuartos, mandiles y hasta los
huesos. Beltrán Peña, hace uso de
todos ellos para hacernos comprender que cada hombre posee una identidad
simbólica que lo hace único e irrepetible en el dolor y en la alegría, frente a
la vida y de cara a la muerte.
Es así
como el tiempo transcurre en un abrir y cerrar de ojos. Todos somos hijos al
nacer y lo natural sería que sigamos siéndolo, pero tarde o temprano algunos
somos sorprendidos por el destino y terminamos convirtiéndonos en padres de
nuestros padres, viviendo así papeles invertidos.
Para Carl Jung, el arquetipo del Padre
integra las fuerzas psíquicas y sociales. Es así como el padre en sus aspectos
positivos representa lo correcto, la disciplina, la autoridad, la protección,
el amor, la dirección, el ejemplo, el maestro.
Tener que
aceptar el declive de la figura paterna es parte del ciclo de la vida. El hecho
de empezar a cuidarlos, irremediablemente es el aviso del inicio final. Por
esta razón, no debemos dejar de resolver pendientes. No debemos permitir que el
ayer grite, oscureciendo el hoy, pues el mañana siempre es incierto. Es
importante decirles y hacerles sentir a nuestros padres lo importante que son
para nosotros.
PAPÁmor, representa una súplica, una
esperanza, una oración, una respuesta, una mirada divina, una nueva
oportunidad.
QUINTA ESTANCIA: COMUNICADOS
C
“Napoleón”
hizo sonreír de felicidad, después de 12 días a mi padre, y hoy cuida su sueño.
¡Gracias, peludo adorado!
G
“Richard”
y “Valentín”, queridos amigo, gracias por su existir, por su lenguaje y el amor
hacia don Pedro, quien no es su amo sino su amigo mayor. ¡Son lo máximo!
H
Hoy día
le hablé a mi padre de poesía y de ser poeta en el Perú, y él me dijo en su
“bola – bola” al hablar: vete, lee, libro… ¡Gracias, pa!
I
Cosas de
la vida: siempre me dijeron que soy un maravilloso oso y un buen hijo, ahora
trataré de ser un extraordinario padre.
L
Hasta en
la muerte se aprende a vivir.
El poeta
nos regala un conjunto de mensajes en prosa, que ratifican lo que expresó: “La vida puede cambiarte en un instante”.
A lo que agregaría, a veces la vida transcurre normalmente y de repente el
tiempo se detiene. Si tienes que llorar, llora; llora tinta y linfa hasta
que logres sentirte más ligero.
Hay
experiencias que nos arrancan súbitamente de nuestra zona de confort, nos hacen
tambalear, pero existen quienes se anteponen al destino y se levantan de las
cenizas. Cuán importante en estas circunstancias, es contar con la palabra de
aliento, la mano y por qué no decirlo, la patita perruna o gatuna amiga.
En
ocasiones, solo el corazón será nuestro único aliado, el que nos indique con
quién podemos contar. Cualquier otra teoría se cae aparatosamente, ante la
amenaza de perder a nuestros padres, sobre todo cuando de PAPÁmor se trata, en donde el “yo real “y el “yo poético” del autor
exorciza bellamente la adversidad.
Algunas
notas:
“Napoleón”, el perrito de peluche, al igual
que “Richard” y “Valentín” se convierten así en protagonistas importantes del
poemario. El primero, “Napoleón”
porque su llegada a la clínica precipitó las primeras respuestas emocionales y
verbales en el paciente. Cabe mencionar que se ha demostrado en varias
investigaciones científicas que los peluches y muñecos poseen un efecto
protector, beneficioso para regular sentimientos y emociones en pacientes de
ambos sexos y de distintos rangos de edad. Se sabe hasta el momento que
determinadas áreas cerebrales encargadas de realizar el procesamiento
emocional, evidencian mayor actividad ante la presencia de un muñeco.
Bajo
estos principios, las terapias con muñecos se vienen llevando exitosamente. En
el caso de los adultos mayores, se evidencian mejoras en enfermedades
degenerativas como el Alzhéimer, demencia senil y otros males. Si a todo lo
mencionado le sumamos que, el peluche en cuestión, era un perrito salchicha, mi
hipótesis como psicóloga fue que, el paciente lo asociaría con sus mascotas, “Richard” y “Valentín”, que también lo son. Y si de mascotas se trata, ellas
según la ciencia hacen más fácil para los pacientes enfrentar situaciones
difíciles de enfermedad.
¡¡¡EUREKA,
no me equivoque!!!, PAPÁoso
sonrío, lloró y hasta gritó de felicidad, pues tiene un nuevo amiguito, y todo
ello pude escucharlo a través del teléfono.
Iniciándose
así un estrecho vínculo entre Pedro y “Napoleón”,
convirtiéndose el peluche en el velador de sus sueños, pues lo acompaña, le da
confianza y lo protege, hasta la actualidad.
SEXTA ESTANCIA: TRES POEMAS FINALES
PADRE INCA
Mi padre,
no vino a Lima
de tan
lejos
vino de
aquisito no más
vino al
centro de un zapato roto,
es
cajamarquino
es
peruano
es inca
y eso es
ser grande.
Es el
mundo raza.
Mi padre,
descendiente del Sol,
es tan
sagrado siendo humano
que
siendo yo
su mejor
amigo
no lo
conozco.
¿Rey, di?
Ernst Cassirer (2009) escribió: “El hombre es un animal simbólico”, nada
más cierto. Sin embargo, no siempre somos conscientes de ello, porque a través
de simbolismos expresamos nuestra relación con el mundo, con los objetos, con
nosotros mismos, con mayor razón cuando de poesía se trata.
El poema,
Padre Inca, es un canto al hombre provinciano, a sus orígenes, a sus raíces
ancestrales, a su valía cultural. No se trata entonces de realizar una lectura
literal, pues perdería su fuerza, su esencia. Padre Inca representa algo que va
más allá de su significado inmediato (un canto al padre) su lectura requiere
superar el alcance de una limitada razón.
Beltrán Peña, le canta a Cajamarca, a la
hermosa, “Esmeralda De Los Andes”, a
sus 10,000 años de existencia, a su legado cultural precolonial, a la grandeza
de su gente y podría seguir enumerando muchos más atributos. Pero debemos ir
más allá en la lectura, Cajamarca no solo representa al Perú profundo, sino al
Imperio Incaico, del que debiéramos estar orgullosos; pero también Padre
Inca simboliza el choque entre dos culturas que precipitaron la
caída del gran Imperio Inca, la dominación y el mestizaje entre españoles e
indígenas, lo cual se refrenda en los apellidos del poeta. Un detalle a resaltar
el poeta, Beltrán Peña, siempre se
ha sentido orgulloso de ser descendiente del Imperio Del Sol.
6 MESES LA POETA, 3 MESES MI PADRE: NUEVAS VIDAS
A Pedro, mi padre
A Cecilia Molina, la poeta.
El tiempo
siempre jode a todos
te da, te
alegra, te entristece, te quita;
manipula
tus colores y tus silencios
para
decirte al final: vámonos.
El tiempo
te coquetea salvajemente
tus
perfiles, tus amores, tus impulsos
tus
demonios, tus huesos, tu sexo
pero
nunca podrá con tu alma.
El tiempo
hace seis meses
se llevó
a una palabra en libertad
hermosamente
rara y diferente
a una
rara avis bella de la poesía.
El tiempo
hace tres meses
lo
traicionó a mi padre con desayuno
justo en
el cumpleaños de una musa
le hizo explotar
el cerebro.
El tiempo
hace 180 días
se llevó
una sonrisa alegre de hembra
enredó su
lengua con sus cabellos
haciendo
click a su amado corazón.
El tiempo
hace 30 días
desmayó a
un hombre bueno
sentándolo
en el suelo
para
humillarlo y querer matarlo.
El tiempo
en un 22 de noviembre
silenció
el verso, el gemido, el infierno,
la piel,
el sentimiento, la luz, las voces
de
Cecilia, poeta quien respira más vital.
El tiempo
en un 22 de febrero
le movió
el camino a mi viejo hermoso
haciéndole
retroceder sus sueños
convirtiéndome
en padre antes de tiempo.
Sumo 6 +
3 = 9 meses (Vida), y
viendo de
reojo el 22, sumo 2+2= 4
apareciendo
Fanny quien me recuerda
que en la
China el 4 es energía de muerte
y ahora,
sí, le creo…
Escrito
en la Clínica San Isidro Salvador
Lima, 22
de mayo del 2019.
Es un
poema conformado por nueve cuartetos libres, siendo el punto neurálgico en este
poema, el tiempo. Tiempo que existe solo como la manifestación de una sucesión
subjetiva de instantes.
Beltrán Peña, logra capturar en sus versos el
pasado convirtiéndolo en presente, a la par realiza un juego de operaciones
numéricas a las que le otorga significado. De esta manera, el autor, juega con
el tiempo estableciendo conexiones directas con personas, objetos, símbolos y
situaciones particulares, recreándolas de forma vivida y creativa. El tiempo,
aquí existe y a la vez no, porque su existencia -a través del tiempo-, depende
única y exclusivamente de cada instante convertido en presente.
En esta
sucesión de malos momentos convertidos en versos desde la otra mirada, se
encierran los buenos, pues si unos no existieran tampoco existirían sus
opuestos. Es así como el todo está escrito por el poeta en el cielo, más allá
de las bifurcaciones, más allá de los recodos. Más allá de la significación de
los números, por ejemplo, el caso del 4, es uno de los menos propicios para la
Cultura China porque su sonido es semejante a la palabra “muerte” o “muriendo”.
A fin de cuentas, nada permanece en un solo lugar por mucho tiempo, no hay nada
que podamos tomar como definitivo.
JURAMENTO
Volveré a
ser el mismo,
yo creo
que no voy a morir
más bien
va a morir la muerte
porque
siempre le falta vida…
Sobre el poema Juramento,
mientras recorro cada verso recuerdo aquella frase de Jung que dice: “Lo que niegas
te somete, lo que aceptas te transforma”, nada más cierto, pues si cambias
tú y tu percepción de lo que te toca vivir, todo cambia, hasta tu visión de la
muerte que se transforma en un centelleo de luz, es así como la comprensión se
abre camino y llega al fin la calma.
SEPTIMA ESTANCIA: SE CIERRA EL TELÓN
“Salí como Padre con mi Papá en el automóvil en
silencio,
en una mañana brillante con alegre Sol”.
Se cierra
el telón, el silencio grita desde la primera estancia. Terminé el viaje hoy, 22
de noviembre del 2019. Por fin, llegué a la séptima estancia y no puedo
evitar recordar que el sonido del 7 para los chinos se parece a la palabra
“certeza” y no dudo ni por un segundo que, después de leer este libro, no
volveremos a ser los mismos.
PALABRAS FINALES
Desde la
elección del título del libro, PAPÁmor,
el cual, se confirma en la realidad, nos encontramos frente a un poemario de
calidad y originalidad literaria por su estructura, por su composición, el uso
de una serie de elementos y recursos retóricos, y porque abarca dos géneros:
poesía (en varios estilos) y prosa poética.
El poeta
de principio a fin nos invita a la reflexión profunda y existencial, en una
época crucial, en donde los valores de las unidades familiares y lo que
representa el padre en ellas, se ha desfigurado dramáticamente; a través de su
poesía nos demuestra que el tiempo invertido en ser buenos hijos, jamás es
tiempo perdido, más aún si nuestros padres son ancianos y se encuentran
enfermos.
El autor
recrea y exorciza su experiencia, universalizándola, otorgándole personalidad y
actitudes humanas a los objetos más inverosímiles, -entre ellos “Napoleón” el pequeño peluche-,
demostrando con maestría y gran sabiduría que para su poesía no existe ser vivo
o inanimado que se resista. Allí su gran aporte a la poesía peruana, no solo
porque no existen poemarios en su totalidad dedicados a la figura del padre
sino porque tampoco existe un poemario en donde el escenario sea un centro de
salud (en este caso una clínica geriátrica). Su versatilidad como escritor es
una fuente inagotable y queda a lo largo de todo el poemario por demás
demostrada.
¿Por qué
leer este libro?
1.- Por su valor terapéutico. La poesía nos ayuda a exorcizar
el dolor, sobre todo cuando se trata de la pérdida de un ser querido o la
amenaza de que esto suceda. El arte-terapia, al igual, que la poesía-terapia
han demostrado científicamente su efectividad, sobre todo en enfermedades de
origen psicosomático. Cabe recordar que la palabra poética desde tiempos muy
antiguos ha acompañado al hombre en sus oraciones y fórmulas mágicas. Escribirla,
leerla y recitarla tienen efecto sobre nuestras cogniciones, nuestra percepción
del mundo, nuestra conciencia y nuestro organismo.
2.- Por su valor humanístico: En una época
en donde el tiempo es escaso, las presiones sociales, económicas, y
psicológicas abrumadoras, no es difícil suponer que todo esto ha tenido
consecuencias dramáticas en las familias. Si a esto le sumamos que, los jóvenes
perciben a los ancianos como una molestia el asunto empeora. PAPÁmor por tanto es un modelo a
seguir, es un artístico ejemplo, porque nos dice y demuestra que todavía, hay
esperanza para un mundo mejor.
3.- Por su valor filosófico: El autor nos
enfrenta no solo a dilemas morales sobre los deberes de un hijo sino también al
cuestionarnos sobre la esencia misma del “ser” y del “estar”, no como meros
espectadores sino como protagonistas del drama de la vida. Nos enfrenta así a
situaciones que por lo general evitamos, la idea de la muerte del padre para
muchos resulta lejana.
Felicito
a José Beltrán Peña, porque su obra
universalizada toca las fibras más profundas del corazón y del ser de todos,
planteando situaciones que todos enfrentaremos en algún momento y que ojalá la
suerte nos acompañe, dándonos así una nueva oportunidad.
NOTA: Lo publicado, es el prólogo que Fanny Jem Wong escribió para el libro de poemas, PAPÁmor de José Beltrán Peña.
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