viernes, 8 de junio de 2018

DÉJAME QUE ME DEPRIMA Por SILVIA ORTIZ.




    DÉJAME QUE ME  DEPRIMA


Déjame que me arrope en la oscuridad
de los días en que se liquiden amapolas
en el temporal de los niños, deja que me
abrigue en la fortaleza de los vientos,
mi piel en la angustia de tus pasos, bajo el eco
del mañana, déjame alma de mi alma abrazar
el arroyo de tu cuerpo, cuando llegue a casa,
niégate la despedida, niégate el horizonte
infructuoso en las casas de irreparable lodo.

Déjame soñar en las celdillas de la tierra,
en los pájaros ausentes por su himno, al mar
blasfemo de estos días, deja amado mío que la
luna se reúna en la nostalgia de segundos, deja
que me entierre en el crespón de algún rosal,
y que me funda en el tropical y presumido
afluente de tormentas.

Déjame la tristeza, no lastimes su herida,
ella quedó abierta cerca al santuario en que
cultivo las cuentas de un rosario en carne viva,
mi amado amante, deja que me funda en el
silencio de las sombras, sin tu aroma, sin tu forma
yo no sé vivir, deja que me sepulte la nieve, y en el
sol se muere otra tarde.

Deja el llanto sobre el mundo en llamas,
la escarcha de tu boca en la fragilidad de mi cuerpo,
los aires que soporto cerca al frío esquema de la tez
herida, déjame amor, déjame otros besos que muerdan
el delirio de tu nombre, la inconstancia, la secuencia rota
de las horas, deja, por favor amado mío, deja.



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