Según
una opinión poco difundida de Juan Gonzalo Rose, los poetas cuando empiezan su
actividad suelen tener mucha fuerza, se expresan a borbotones, solo con el transcurso
de los años van adquiriendo un dominio de las técnicas y escriben de maneras y
modos adecuados. Y eso es lo que predomina en la mayor parte de los aedas. Pero
pocos llegan a esa Ítaca imaginada que es sabiduría. Y si nos ponemos más
exigentes, sólo algunos poetas en algunos de sus versos llegan al conocimiento.
Sirve este introito para ponderar la poesía de Ruth Hurtado Espejo.
Han transcurrido
décadas desde que la escritora se inició en la poesía y frecuentó con paciencia y humildad las clases
y los talleres de verdaderos maestros de la poesía como Washington Delgado o
Pablo Guevara; han pasado lustros que la han visto realizar recitales de
poesía, revistas de humanidades, seminarios y conferencias. Ha sido y es una
organizadora de actividades culturales en el Perú y allende sus fronteras. Ha
publicado sin prisa ni pausa en hojas, revistas y libros sus poemas, pero
recién ahora su presencia en la poesía peruana es alabada sin retaceos.
Se ha
reconocido su nombre en los últimos diez años, pero es hoy que más personas reconocen
la prístina calidad de sus versos castigados. Su poesía no tiene nexos visibles
con la verbosidad de Walt Whitman o la de Pablo Neruda o la de José Santos
Chocano, pero tiene sí, la gracia femenina y el coraje que fueron propios de
Emily Dickinson, y tiene, como no podía ser de otra manera, la marca de lo
peruano y provinciano, esa manera de ver el mundo propia de las gentes de las
comarcas como Paita que entregan la experiencia de conocer el mar a través de los
ojos de la gente sencilla.
Ruth Hurtado Espejo, con delicadeza, con palabras escogidas,
pero no rebuscadas, de ningún modo, entrega
las vivencias de una mujer que se nota que ha sufrido los embates del amor pero
que también ha tenido íntimo contacto con su donaire y su belleza inmarcesible.
De ese encuentro surge la sabiduría que encontramos en varios de sus versos, la
confianza en la vida a pesar de los desalientos, la seguridad de que el camino
de la especie humana es el de la esperanza más allá de los conflictos.
Poesía
suave y sedosa la suya, que sabe decir las verdades más amargas con las mejores
palabras dichas en el momento justo. Poesía para disfrutar y poesía para
meditar. Es una fiesta de palabras que viene a nuestra mesa. Ruth Hurtado
Espejo ha sabido sembrar y cosechar a lo largo de décadas, los más hermosos frutos.
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