UNA LLAMADA A LO LEJOS
Para José Beltrán Peña.
Eran las 10 de la mañana
y una voz me despertó, a lo lejos...
Era mi padrino
quién con voz alegre
saludo a la poeta olvidada.
Fue una sorpresa inmensa
el amigo, el hermano, el maestro,
con quien empezamos el camino de las letras
quién no desmaya por verme florecer.
Con su risa a flor de piel
me preguntó a través de la línea,
-¿Cómo estás?, e inconscientemente
le respondí con nostalgia:
-Hace mucho tiempo que no escribo
mi corazón es una herida
una lanza penetrante
que me hace desfallecer.
Me respondió con mucho calma:
-Son cosas de la vida, no estés triste,
hay vida después de este mundo,
sí cruzas el umbral es un nuevo amanecer.
-Ellos recorren nuestros caminos
viéndonos crecer lentamente;
y mientras hablábamos por teléfono
miré al hombre que me había dado la vida
quien muy sereno leía su periódico.
Padrino fueron tus palabras,
la música que esperaba mis oídos,
la luz que alumbro mis ojos
devolviéndome el sentido de la vida.
Comprendí lo bello de la amistad
que las palabras nos dan consuelo,
colocando en mis mejillas
rosas rojas de esperanza.
Y continúo diciendo:
-Que el ayer es para recordar a los padres,
los caminos que me tuvo entre sus brazos
las noches y la puesta de Sol a su lado.
-Que solo Dios me lo prestó
para que fuera la semilla de su jardín,
el árbol frondoso de su alma
quién crecerá a través de las letras.
Por eso hoy domingo será
para recordar al padrino, amigo y maestro
quién con la razón me indicó
que a mi viejito lo abrazara otra vez.
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