Poesía completa de César Vallejo, edición de Ricardo González Vigil
Buenas tardes,
El doctor Ricardo González Vigil presenta la Poesía completa de César Vallejo. Este libro es un clásico doble. Es la edición de un clásico y el trabajo de un editor y comentador ya clásico de Vallejo. Esta convergencia me recuerda una pregunta que encabeza un ensayo de hace ya muchos años, de título que pareciera obvio en una ocasión como esta: “¿Por qué leer a los clásicos?” de Italo Calvino. Ahí se enumeran catorce respuestas para mostrar que no se trata de una pregunta fácil, sino de una varias veces difícil. No me interesan todas las respuestas, pero sí una directamente relacionada con el acto de comentar y editar. “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”. Es decir, la experiencia de leerlo es inacabable.
Como con la Biblia, cada línea significa algo distinto para cada nuevo presente que interpela a un clásico. A un niño, a un joven, a un anciano el mismo clásico le dice cosas distintas. A los años sesentas peruanos la poesía de Vallejo le ofreció un horizonte de renovación; a los ochentas otro; la cultura peruana y mundial del siglo XX lo escuchó de una forma. Ahora, el profesor González Vigil lo presenta para el público lector del siglo XXI peruano. Porque lo que puede enunciar un clásico sería imposible de volverse público sin la sagacidad y la penetración de los editores a través de los años, de las décadas, de los siglos.
Esta Poesía completa es una versión depurada, de prólogo pedagógico y sintético. Para los que seguimos la copiosa investigación del profesor González Vigil, asombra la reelaboración de un conocimiento muy especializado en un texto preciso, emocional, accesible y, a la vez, sin disminución de rigor. Añade un completo vocabulario final, y en esa disposición, evita interferir con el cuerpo de los poemas. Por lo mismo, González Vigil nos ofrece una edición que favorece la inmersión con apoyatura discreta en la experiencia estremecedora de leer a Vallejo. Es un libro, por lo mismo, para la aventura íntima de los lectores y los poetas del presente, para el subrayado arbitrario, para las experiencias del corazón. En ello esta la convicción de que todo ayuda a la lectura, pero nada reemplaza el contacto de la sensibilidad desnuda con el verso. Que, vallejianamente, y para el caso, no existe experiencia más humana que la intimidad con el dolor y la muerte a los que combaten las utopías del amor y la solidaridad que habita en esta poesía. Sus lecciones son personales, a veces comunitarias, a veces incomunicables.
Y, desde luego, cuando se relee la Poesía completa de César Vallejo, ella interpela también al presente de nuestra cultura, interroga el estado de la literatura contemporánea latinoamericana; nos sugiere preguntas que los vivos hoy ni siquiera consideramos, pero que son parte de los cuestionamientos intelectuales y artísticos vallejianos que se multiplican en contacto con la cultura del presente.
Un primer cuestionamiento a la cultura que la poesía completa de Vallejo es al canon del sistema educativo del país y a los maestros de las escuelas, pero también a otros maestros. Nuestro poeta mayor es inmensamente libre y productivo. Su imaginación es un chisporroteo de inventiva que esta edición testimonia en 600 bien espaciadas páginas. Entristece y mide el estado de nuestra relación con Vallejo que el mayor comercio de los escolares con el poeta, que será, a veces, el mayor contacto con literatura que millones de peruanos puedan tener en su vida, sean dos o tres poemas que se aprenden de memoria. Aquellos que frecuentemente los gurús del exitismo, y del positivismo como mercadotecnia, reducen a la simplificación: “Vallejo, poeta de la tristeza; no hay que ser como Vallejo si quieres triunfar”. La Poesía completa de César Vallejo evidencia con descaro que hay versos sobre el dolor sí, pero también sobre el humor, la alegría animal, el ¡hurra! al trabajo, el amor revolucionario de los pobres, y los goces autónomos del cuerpo, sus funciones vitales y sus exaltamientos y limitaciones. Hay una clase clásica del profesor González Vigil sobre esos temas. Sintetizando, el elogio al cuerpo que digiere, excreta, y que también trabaja en el primer poema de Trilce. Esa clase esta anotada en el prólogo de esta Poesía completa con concisión, habilidad y transparencia. Lo evidencia el primer verso de Trilce I: “Quién hace tanta bulla y ni deja/ testar las islas que van quedando”. Pero también, por decir en Trilce XIII: “Pienso en tu sexo. /Simplificado el corazón, pienso en tu sexo, /ante el hijar maduro del día. /Palpo el botón de dicha, está en sazón. /Y muere un sentimiento antiguo /degenerado en seso”. El botón de dicha en sazón es, desde luego, el clitoris femenino.
La Poesía completa de César Vallejo interpela al profesor peruano del siglo XXI para enseñar la libertad y la amplitud de nuestro poeta, su variedad, incita a liberarlo de la luz triste de las simplificaciones, a mostrar su imaginación explosiva, a sacarlo del puro recitativo que asemeja a Vallejo, en las escuelas, a los artistas oficiales, a aquellos que solo se paporretean en las actuaciones cívicas porque hay que cumplir obligaciones institucionales. Empuja a devolverlo a la plenitud de su condición clásica. Conocer la poesía de Vallejo a través de la compilacion de esta es un acto de restitución.
Un segunda lección que se obtiene de la Poesía completa involucra a los estudios culturales y la teoría política. González Vigil señala, sin prejuicios, la conversión de Vallejo al socialismo, un dato interesadamente borrado (como si fuera mejor o peor que ser aprista, leguista, sanchecerrista u otra militancia de la época). Hay, pues, que desvelar el socialismo de Vallejo porque no conocerlo desfigura la lectura de la mayoría de los Poemas humanos y de España aparta de mi este cáliz. Además, hay que destacar que es un Vallejo políticamente heterodoxo, es decir, un marxista raro. Junto a Mariátegui, junto al alemán Walter Benjamin, junto al italiano Gramsci forma parte de esa selecta legión de socialistas inventores de una aplicación local y original del socialismo, una plagada de utopía y, por qué no, de religión y milagro. Ello se evidencia de manera muy original y muy cristiana incluso en el tan conocido poema “Masa” de España…, que no es el poema de la solidaridad humana por excelencia, a secas. “Masa” es el poema la victoria del amor de la multitud de los soldados socialistas, que también son trabajadores, que han logrado ser la masa que transforma la historia, la que por amor lo puede todo, es decir, puede vencer la muerte. “Masa” y España aparta de mi este cáliz hacen una mezcla explosiva entre socialismo y una religión de la vida basada en el amor y en la redención, en la resurrección. Un socialismo tan original y raro como el marxismo mesianista que propone Walter Benjamin en sus Conceptos de filosofía de la historia.
Marx, seamos sinceros, no aceptaría que el amor venciera a la lógica del capital, de las armas, a las bases materiales de la burguesía, a la explotación de la plusvalía, al odio de clase. “Masa” nos dice que sí. Y es un amor particular. Es un amor de los cuerpos resistentes a la violencia de la guerra, de todos los cuerpos. Son los afectos de los cuerpos de los trabajadores de los que proviene el poder de la multitud. Recién en el siglo XXI, los estudios políticos exploran las teorías de la multitud. Han entendido que es una lógica práctica que escapa al control de la psicología y de la razon y que se impulsa por los afectos. Es decir, es irracional, pero ello no la hace absurda, sino poderosa y comprensible en sus propios términos. Está siendo explorada por Toni Negri, Michael Hardt, por John Beverley y Jon Beasley-Murray, y lo fue por el finado Ernesto Laclau. La Poesía completa de César Vallejo ofrece a los estudios culturales del siglo XXI una nueva manera de pensar la política y la poesía, fundada en la redención, como lo hace el marxismo mesianista de Benjamin, pero desde el Perú, Latinomérica y los afectos. Desde esta perspectiva, España aparta de mi este cáliz ofrece un territorio complejo de aprendizaje sobre la multitud, el amor, la guerra, la lucha de clases que también es de afectos, y un ensamblaje de ideas literarias y políticas, en las que, desde la reflexión contemporánea, queda mucho por decir.
Desde luego, como clásico elocuente, a la obra de Vallejo la cultura de cada nuevo presente genera infinidad de interpelaciones. Enumero algunas más al azar: los desafios al arte conceptual y comporáneo del vanguadismo original de Trilce, las relaciones entre visulidad cinematógrafica y poema en las disposiciones estróficas y versales vallejianas, las tensiones ideológicas entre arte popular y culto en las elecciones artísticas y las reflexiones estéticas de Vallejo, la inscripción de tales tensiones en las dinámicas del exilio artístico peruano de los años treinta, etc. La brevedad de la ocasión hace innecesaria esa lista detallada. Quiero, no obstante, señalar que toda esa lista resultaría ociosa sin la permanente incitación a descifrar que implica la misma poesía de Vallejo. No solo la invitación del clásico a significar, sino la certeza de que es una poesía que, junto con su carga emotiva, contiene de origen una provocación a la práctica de leer como descifrado (una práctica antigua). El caso más obvio es el título de del segundo poemario de Vallejo, Trilce. ¿Qué quiere decir, o sugerir, o dar a pensar?.
Conviene hacer énfasis en que Vallejo, visceral, sin disminución de ello y a la par, exige una diligente actividad intelectual para atender sus más reconditas vibraciones. Resulta pues de justicia que su edición corresponda a quien entienda sin duda y practique la lectura como ejercicios de decodificación radical de las sugerencias artísticas de la literatura, es decir, quien la busque leer hasta sus últimas concecuencias imaginativas y retóricas. Contra la opinión común, es una forma de especializarse en los estudios literarios cada vez más infrecuente (seducidos porque el concepto es más facil de adquirir que la sensibilidad y la intuición, los estudios literarios prefieren hoy la familiaridad con los temas y no con las formas artísticas) El profesor Ricardo González Vigil, editor de la Poesía completa de Vallejo, no es así, desde luego. Él es el representante más cabal y vivo de una dilatada tradición de maestros decodificadores literarios entre nosotros. Y, con justicia, a él más que a ninguno de quienes estudiamos literatura en este presente, le correspondía editar al mejor poeta que hemos tenido nunca.
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