FERNÁNDEZ RETAMAR
CONDOTTIERE LITERARIO CUBANO DEL SIGLO XXI
“Con los pobres de la tierra
Quiero yo mi suerte
echar”
Martí
Por
WINSTON ORRILLO.
Su nombre
tenía una doble sinonimia: por un lado, cubano, por otro gran artista de la palabra, maestro de la escritura, creador
literario.
Y faltaría,
por cierto, combatiente de la Revolución
Cubana.
El trabajaba
(con muy buenos emolumentos, es obvio) en una prestigiosa universidad
norteamericana, de donde vino a incorporarse al proceso de cambio irreversible,
revolucionario, de su patria, con los naturales riesgos que ello implicaba.
Él vino a
asumir las vicisitudes de la construcción de una experiencia inédita: la que le
cupo en la revolución de su Cuba entrañable.
Creador
poético invívito en la edificación de
una nueva cultura, para la que tenía el ejemplo de su –nuestro- José Martí.
Por ello
creaba y combatía, poetizaba y edificaba ese nuevo país que empezara a surgir
un 26 de Julio del 53, y madurara en la
Sierra Maestra, con la dirección de Fidel, hasta expulsar al sátrapa Batista,
un 1º de enero de 1959.
Desde
entonces había que hacerlo todo: la cultura era, apenas, un camino, porque el
pueblo combatiente siempre quería más y
más.
Y tenía
razón.
Por eso no bastaba el verso, la voz del lirida,
sino que había que entrar al ensayo, a la permanente revelación martiana, y así
surgen preseas suyas como “Calibán” y las especulaciones permanentes sobre Nuestra América y su
especificidad cultural-creativa. (Aunque algún critico zahorí ha expresado–me adhiero a ello- que muchos de
los poemas de RFR tienen la tesitura de ensayos: no solo conmueven por su estética sui generis , sino que hacen pensar visceralmente).
Pero esta muy
joven Revolución Cubana (su, nuestra
Revolución) había que defenderla denodadamente, por lo que, vigilante, Roberto
se puso a la vanguardia. Y esto le valió, verbi
gratia, más de una vez el denuesto.
No vale la
pena que ponga el nombre de un poetilla peruano que, ahora mismo, se permitió insultar a RFR por su integérrima
defensa de Cuba revolucionaria. Y lo llamó algo así como “policía cultural” del Régimen, y
él, por cierto, creía que decirle “incondicional”
era agraviarlo:( ¡ojalá hubiéramos más “incondicionales”!).
En fin, pasó el tiempo, el azaroso
tiempo en la cátedra, en el permanente poetizar ahora ya en su patria, y en la
asistencia y orientación a los jóvenes creadores, hasta que, al deceso de la
heroica Haydée Santamaría, casi por su peso específico, asumió la dirección de
esa presea cultural del Tercer Mundo que es la Casa de las Américas.
Aquí lo
conocimos y compartimos sus inquietudes y avatares. Hasta que “aquella” vino a
tocar a su puerta, sin saber que hombres –aristas de la dimensión de Roberto
Fernández Retamar hace mucho tiempo que saben cómo permanecer entre nosotros …y
allende nosotros.
Como se habrá apreciado, este
cronista no ha querido incidir en los premios (Profesor Honorario de la Primera
Universidad de América: nuestra San Marcos), ni en los títulos de su ingente
producción creativa y cultural, fácilmente rastreable en Google.
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