MANUEL GUERRA:
NARRACIONES POLISÉMICAS
POR
WINSTON ORRILLO
“Si
serán idiotas quienes creen en los noticieros o
en los sermones de los curas…Ya me
gustaría
preguntarles a mis vecinos por qué se dejan embaucar
con tanto cuento, ellos que han sido
arrojados como
hojarasca inútil a las faldas de este
cerro…”
M.G.
He aquí un libro de cuentos que combina el realismo, el
surrealismo, la temática social, la poesía de una prosa que juega con la
elegancia, pero que no olvida el nivel coloquial que acerca sus temáticas a un
lector que no sabe si lo que viene es realismo o fantasía onírica.
El autor, cajamarquino por antonomasia, ha venido
estructurando una obra en prosa que, verbi
gratia, en su anterior novela, Trasiegos,
tiene uno de sus puntos culminantes.
Lo importante es que el narrador maneja el suspenso, la
descripción de mundos interiores y exteriores, donde medran el humor, la
ironía, la sorpresa y aun la ciencia-ficción.
Opinamos que Fátum (el
título actual, el que reseñamos, publicado por Axiara Editons) es un decisivo paso adelante en este escritor que
no es un hombre de gabinete, sino un mílite político de raigambre.
Las veinticuatro historias, largas, medianas y breves, hasta
casi llegar al poema en prosa, nos entregan el mundo en el que su autor
discurre con pleno conocimiento de causa.
No cabe duda que el punto de partida de este libro, y de su
obra entera, es el conocimiento intenso de la realidad que describe –allí salta
Cajamarca- pero, asimismo, imágenes de lugares humildes y vituperados de Limalahorrible (el populoso distrito del
Rímac) y barrios y barriadas donde discurren sus personajes, todos, sin ninguna
duda, premunidos de una gran dignidad.
El autor es un defensor, a ultranza, de la condición humana,
sin que esto lo haga con sectarismo alguno, y sí, más bien, pleno de una concepción que, si no
encontramos otro término más idóneo, le llamaremos “humanista”.
Joven maestro en los finales sorpresivos, no están exentas,
en sus relatos, las críticas, verbi gratia,
a las poses literaria, al juego de escritores y pseudo escritores (paradigma es,
en este sentido, “Poetas del mundo”).
Un elemento que no puede dejar de mencionarse en esta reseña,
es la presencia -¡tan realista!- de la música, especialmente la popular, valses
de Los embajadores criollos y el
mítico Rómulo Varillas, tangos, etc..
Si tuviéramos que escoger un cuento de los más completos, es “Angel
Mejía”, cuya urgente lectura recomendamos. “Niño de Praga” es otra presea que
nos permite columbrar hasta dónde puede llegar este joven narrador, de prosa
breve pero, asimismo, de una gran novela como Trasiegos.
Una buena noticias que nos llena de justificado orgullo: en
momentos que esta nota aparezca, su autor se hallará en el Viejo Mundo, adonde
ha sido invitado para presentar su nueva obra creativa.
Bon voyage!
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