Hoy escribo la presentes
líneas a solicitud de un excepcional ser humano, maravilloso colega de la
palabra en libertad, y dilecto amigo que radica fuera del Perú – a miles de
kilómetros-, en la Tierra del Tío Sam, reconocido por sus padres como Armando
Alvarado Balarezo y más apapachado como “Nalo”, quien me ha demostrado ser un
Hombre a carta cabal, con quien sin haber tomado unos tragos, o saciado una
suculenta cena u compartido multifacéticas vivencias desde las santas hasta las
mundanas, él está allí, estamos ahí. Y lo hace no con la sola palabra sincera y
comprensiva –que ya sería bastante-, sino que lo hace dedicando su tiempo a las
cosas buenas, malas o regulares –en verdad que no lo sé-, que realizó dentro del ámbito de
la cultura y de la literatura de nuestro país, pero eso sí de una manera
democrática, independiente y con la bandera de la libertad quizás en algunas
oportunidades con palabras soeces y otras muy formales pero dichas con la
imperfección del animal humano en sinceridad; realizándolo en su muy visto blog Chiquián
y sus amigos. Valoro el tiempo dedicado a difundir mis cosas y cositas,
esos minutos u horas que nunca más volverán.
Cumplo contigo Nalo, a
pesar que uno puede estar en la nostalgia, depresión, webveo, o en una gran y
franca reflexión del paso del tiempo y de la vida misma. No te quise fallar.
Lee barrio:
El 2016, se va con mis
alegrías y tristezas, con mi vida aún con corazón y cerebro pero con el tiempo
vivido encanecido.
Mi familia golpeada con la
visita de la coqueta e insaciable muerte, se llevó a más de una mano de seres
queridos (en una semana a tres), ni una mascota querida se salvó, quién era
mejor que muchos parientes y amistades. En el rubro del ámbito cultural –la
angurrienta- se llevó a mi madre literaria.
Observar cómo han pasado
las primaveras de mis padres, y ahora en el invierno hay que hacer fogatas de
más amor para que entibien su respirar .
Ver y enfrentar
frontalmente las traiciones, envidias, egoísmos e inhumanidades que campean
desde que uno sale de la puerta de su casa, siendo un buen antídoto el amor
compartido tratando de sacarle cachita al
destino y volteándolo a nuestro camino y lecho…
Disculpa pero acá me
detengo porque pensándolo bien, a quién le interesa mi vida, más aún si a nivel
mundial están pensando en otras cosas y en otros apetitos animalescos; y además
no puedo ser hipócrita ni como escritor en pensar que el 2 de enero la vida
mejoró para todo el mundo y que todos somos hermanos humanos. No, no puedo...
Nalo, amigo querido, un
abrazo a la distancia en todos los idiomas y con todos los calores de tu país.
¡Qué
venga el 2017 con fuerza para moldearlo con nuestra palabra corazón-mente y así
abrir nuevos caminos con sudor y lágrimas bendecidas!
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