viernes, 9 de septiembre de 2016

JOSÉ ANTONIO BRAVO HA FALLECIDO. Por JOSÉ BELTRÁN PEÑA.


Resultado de imagen para JOSE ANTONIO BRAVO

     José Antonio Bravo Amézaga, nació en Tarma (Junin – Perú) el 23 de noviembre de 1937. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la cual se graduó de Doctor en Letras con una tesis sobre Lo real maravilloso en la narrativa latinoamericana y de la cual es Profesor Emérito. Luego de terminar sus estudios de pre grado en 1971 se incorporó a la docencia sanmarquina y dirigió en esta casa de estudios el Taller de Narrativa por más de 10 años. Realizó estudios de Lingüística y Literatura en México, Francia, España y Los Estados Unidos de Norteamérica. Ha sido docente en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad Femenina de los Sagrados Corazones, UNIFE de la cual llegó a ser vicerrector.

     Fue Director Fundador de la revista cultural “Cielo Abierto”, a lo largo de dieciocho números. Recibió en 1973 el Premio Nacional de Novela con su novela "Barrio de Broncas”. Asimismo, colaborador de la revista del Club Social Miraflores.

     A lo largo de su vida ha publicado las novelas: "Las noches hundidas" (1968); "Barrio de Broncas" (1971 y 1972; Buenos Aires, 1974); "Un hotel para el otoño" (1977); y "A la hora del tiempo"(Barcelona, 1978). También tiene en su haber un extenso ensayo crítico: "Lo real maravilloso en la narrativa Latinoamérica actual" (1978) y un ensayo de estructura narrativa " Estructuras y técnicas narrativas" (1999.)

     Entre los años ochenta y noventa, junto a Luis Enrique Tord (Oro de Pachacamac,1985 y Sol de soles, 1998), inicia el resurgimiento de la narrativa histórica, género poco cultivado por los narradores peruanos en décadas anteriores. "Cuando la gloria agoniza" (1989), "La quimera y el éxtasis"(Lima, 1996, novela finalista en el Premio Internacional de novela Rómulo Gallegos, reeditada en el año 2005) y Machipharo (2008) son tres excelentes obras en las que José Antonio Bravo sienta las bases de lo que él entiende debe ser la nueva novela histórica en Perú.

     A través de sus textos podemos hallar las principales coordenadas teóricas, que seguirán años después escritores como Francisco Carrillo, Fietta Jarque, Sandro Bossio o Mario Suárez Simich. Aunque existen otros estudiosos en el tema, como Seymour Menton, que ha realizado una revisión de la última narrativa histórica peruana,

     José Antonio Bravo es el primero en reflejar en sus textos históricos un marco técnico necesario, así como la aparición de una violencia (la que surge en el Perú a partir de los años ochenta) que se inserta en el hilo argumental de sus novelas y desde donde pueden rastrearse las raíces de la historia del Perú.

     Ha publicado también Biografía de Martín Adán (1987), La generación del 50 (1989), Cuando la gloria agoniza (1989) yCrónica en familia (1999)y decenas de artículos y ensayos sobre su especialidad en diferentes revistas y periódicos de latinoamérica.


OBRA LITERARIA DE JOSÉ ANTONIO BRAVO AMÉZAGA:

 

POESÍA

-La torre agónida: poemas, Chosica, Escuela Normal Superior Enrique Guzmán y Valle, 1963.

TEATRO
-Karpat, Lima, Compañía de impresiones y publicidad, 1965´.

NOVELA
-Las noches hundidas, Lima] : Editorial luz sesenta, 1968
-Barrio de broncas, Lima, Milla Batres, 1971
-Un hotel para el otoño, Lima, El Indiano, 1977
-A la hora del tiempo, Barcelona, Seix Barral, 1977
-Cuando la gloria agoniza, Irene Mayó, El brujo: ensayo novelado, Lima, Okura Editores, 1989
-La quimera y el éxtasis, Lima, 1996
-Machipharo(2008)
-Percanta. Memorias de un mirón de azoteas, Lima, editorial San Marcos, 2013.

ENSAYO
-Lo real maravilloso en la narrativa latinoamericana actual, Lima, Editoriales unidas, 1978
-Aportes para el estudio de la narrativa, Lima, Biblioteca Nacional del Perú, 1982
-Estructura en la narrativa, Lima, Ediciones de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón, 1984
-Narrativa breve, Lima, Perla, 1987, contenido: "Estructura de la narrativa (estudio teórico)"; "Constituyentes mínimos del producto narrativo"
-Técnicas narrativas, Lima, Biblioteca Nacional del Perú, 1989
-Estructuras y técnicas narrativas, Lima, Petroperú y ediciones Copé, 1999

OTROS
-Biografía de Martín Adán, Lima, Visión peruana, 1987
-La generación del 50, 1989
-Cuando la gloria agoniza, 1989
-Crónicas en familia, Lima, Libro Amigo, 1999

COMO EDITOR
-Antología y fragmentos de teoría y creación literarias: con especial orientación a la narrativa, Lima, UNIFE, 1984
-Últimos y recientes: narradores nacidos entre 1950 y 1965, Lima, Banco Central de Reserva del Perú, 1997
-Fundadores de la narración en el Perú: nacidos entre 1805 y 1905, Lima, Banco Central de Reserva del Perú, 1999
-Narradores del siglo XX: nacidos entre 1900 y 1919, Lima, Banco Central de Reserva del Perú, 1999.

El destacado escritor y educador, Alfonso Torres Valdivia, en su libro “Pesos y medidas en la novelística de José Antonio Bravo” (Lima, Gaviota Azul Editores & Sociedad Literaria Amantes del País, 2015), ha apuntado muy certeramente lo siguiente:

“La narrativa peruana, desde un punto de vista sociológico, ha permitido formarnos una idea de la fantasía y deseos de los diferentes grupos humanos que conforman el tejido social de nuestra sociedad. Pero había un  vacío en el tejido, un espacio en blanco en ese gran mural,  al cual nadie, o casi nadie le interesó colorear. Bravo con sus cuatro novelas  se encargó de suplir esa deficiencia. Si su personaje central logra captar nuestra atención, no solamente es debido a la abundancia de la información proporcionada, sino por la forma como caracteriza a un tipo social, que pocas veces ocupa un rol protagónico dentro de la literatura peruana.

 El héroe presentado por Bravo, un miraflorino de clase media baja que deambula por general Suarez y Junín, tiene similitudes con los muchachos que Mario Vargas Llosa hace trotar por las calles de Diego Ferré y la avenida Larco. Si hay alguna diferencia entre Zavalita y Miguel Bardales es que el primero de los nombrados pertenece a la clase media alta miraflorina. Su pregunta que lo enajena ¿En qué momento se jodió el Perú? Busca una respuesta en su entorno, en las relaciones interpersonales, no solamente entre los miembros de su familia, sino entre los diferentes grupos que componen la sociedad peruana. Para Bravo lo importante no es saber qué representa el personaje en el  mundo sino lo que el mundo representa  para el personaje y lo que este representa para sí mismo.   En este sentido su obra es más intimista, pero no es una biografía, porque él logra romper el cordón umbilical que une al personaje con el autor.

 Es difícil, formarnos una idea de lo que el mundo representa para  José Antonio Bravo con la lectura de una sola novela. En cada una de ellas, se desarrollan las particularidades psíquicas del personaje central y su relación con el mundo representado.  Es necesario leerse la tetralogía completa para valorar la forma como consigue a través de un lenguaje particular, informar sobre lo que se oculta tras los modales, sueños y frustración de un sector de la clase media miraflorina.  Sus cuatro novelas penetran en la psiquis de Miguel Bardales como un fogonazo y registran las diferentes líneas melódicas del lenguaje, no solo literario, o de su clase, sino las del popular, pero él ahonda un poco más, y en Barrio de broncas, pone un énfasis especial en la replana.

La voz de Miguel, es una voz, no nueva,  pero pocas veces plasmada en una obra literaria. Es la voz de los nietos venidos a menos de la aristocracia que creyó dominar el Perú desde la conquista. Esa línea melódica, a pesar de dominar cinco siglos en el Perú, nunca contó su historia y si la contó se escondió  muy sabiamente detrás del narrador omnisciente. ¿Tenían razones de peso para esconderse por cinco siglos? Sí, pues a ellos, no les interesaba rebelarse, sino disfrutar. En la guerra de La Independencia se vistió con uniforme, pero fue hizo sin entusiasmo, empujado por el eco de esos gritos destemplados que venían tanto del norte como del sur del continente, y esperó en la pampa de La Quinua, días mejores. En el gobierno de Castilla, ese momento tan esperado, llegó con la riqueza dejada por los efluvios del guano de las islas, pero al desvanecerse el olor de esa excrecencia,  no pudieron escapar a su estigma, y después de la guerra con Chile, en la cual murieron sus hijos y sus hermanos, y le quemaron sus pocas propiedades, se encerraron en un mutismo muy parecido a la prudencia. Solo la arrogancia les haría hablar en la reconstrucción, pero cuanto desaliento en su tono de voz.  

Ese grupo social vendió las pocas fincas que le quedaban en el Damero de Pizarro y como si llegaran a una nueva tierra prometida se asentó en Miraflores: en quintas ubicadas en las calles General Suárez y Junín, espacio colindante con Surquillo y San Isidro. La voz y los sueños de esos muchachos, que estudiaron en colegios estatales de Surquillo y Miraflores, a diferencia de sus padres,  no estaba fija en España ni en los grupos de zarzuela que desfilaron por el teatro Municipal, sus grandes y tristes ojos claros  se clavaron  como puñales en la casaca roja de James Dean, así como en la satinada hoja de la página central de la revista ( Playboy).

 Miguel Bardales, personaje central del cuarteto, descendiente directo de Diego de Agüero, conquistador que participó en la captura del Inca Atahualpa, en contraposición a su antepasado deja la espada familiar, y con su pluma, un misil intercontinental, intenta abrirse paso en esa gran urbe de cemento, asfalto y vidrio que es Lima. Tiene ideas, unir la pintura, la música y la literatura: su ambición es  ser reconocido a nivel mundial como el mejor narrador de Boom literario latinoamericano, muy por encima de todas sus estrellas y a la manera de Lázaro de Tormes intelectual, nos  cuenta su vida  desde los infantiles seis hasta los cuarenta y cinco años de edad.

Los radiantes artefactos de la ficción de Bravo en su tetralogía, no sólo son energía lingüística, descripción y creación de un tipo literario, oculto en el follaje de la sociedad peruana, sino un ritmo, una introspección al yo y una mirada fotográfica. El ritmo  es permanente, a veces, el nivel de la historia, para privilegiar su prosa poética, pasa a un segundo plano, pero eso forma parte de su estrategia narrativa  para individualizar a su personaje. El trabajo emprendido  sólo  pudo realizarlo un artista, un amante de los eslabones melódicos de la sintaxis del primer capítulo del Quijote, y también, de las diversas escalas cromáticas del color gris en la pintura de los impresionistas franceses. Especialmente ellos, porque las descripciones encontradas a menudo en las novelas de Bravo son postales, acuarelas dignas de un Monet y nos subyuga esa idea de otorgarle a cada personaje un color, muy acorde con su personalidad. Ese proyecto más interesado en reflejar una fantasía personal que en describir con precisión la realidad externa es quizá uno de los factores del prodigioso éxito de sus novelas.

El ritmo de Bravo donde Vivaldi y el coro de la sonora Matancera se mezclan hasta formar una amalgama muy parecida a una sinfonía, capta mejor esos años de inestabilidad política y social de los primeros años de la década del sesenta. No debemos olvidar que la generación de Bravo soportó con estoicismo tres gobiernos dictatoriales y estuvo a la expectativa del resultado de la Segunda Guerra Mundial. Sus personajes, cuando usaban pantalones cortos y se alejaban de los árboles de mora, se los podía ver en la quietud de esas salas con olor a cera Nicaragua, seguir con atención, en radios en forma de arco de media naranja, las noticias sobre las batallas de Stalingrado y el Alamein.

Las observaciones en las novelas de Bravo, nos permite entender las preocupaciones novelísticas del autor y que no deben pasar  desapercibidas por la gran masa de lectores limeños, pues requiere ser leída, con atención.

¿Por qué debemos leer a Bravo? Hay tres motivos claros: la primera es que permite conocer y reconstruir una realidad pasada y perdida, y a los que la vivieron. La segunda, porque  educa en determinadas ideas e ideales: hablar claro, y si es posible, dos decibeles por encima de lo normal con absoluta libertad. Porque la libertad no sólo es una palabra hueca que desempolvamos en fiestas patrias. No, la libertad es un arma: una daga con hoja curva en busca de vísceras palpitantes cuando se corre el riesgo de perderla.  La tercera, la literatura es un medio de comunicación por medio del cual se contacta con una voz bastante particular, pocas veces escuchada en la literatura peruana. Particularmente, pienso que debemos leerlo no sólo para contradecir o impugnar su discurso, ni para creer o dar por sentadas sus afirmaciones, tampoco para hallar tema de conversación, sino para sopesar y reflexionar sobre el mundo que crea en base a las vivencias de esos jóvenes afincados en  Miraflores, que no participaron en la guerrilla como si lo hizo Javier Heraud. Si  Bravo amplifica una voz, esa no es  la de los jóvenes contestatarios, muertos en Mesa Pelada, sino la de los estudiantes bohemios, enamorados de la cadena fónica de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, y que aspiraron a ocupar un lugar de honor dentro de la literatura peruana e hispanoamericana. Su triunfo o su derrota no pueden dejarnos indiferentes. Ellos hicieron valientes esfuerzos para delinear artísticamente los modales de su clase social y mostraron su repugnancia ante la injusticia de un mundo que comenzaba a explotar con velocidad de vértigo.
 
La obra de Bravo guarda una distancia prudencial con la novela Política, cuya mejor expresión es Conversación en La Catedral, de  Vargas Llosa. El autor  no aspira, como si ocurre con las estrellas del boom a tocar los grandes problemas sociales de esos años. Su discurso está a una distancia intergaláctica de los escritores, cuyos libros, alguna vez se acercaron a las armas antes de consumirse en una hoguera que hoy no sabemos si está definitivamente apagada. El deseo más grande de Bravo es dar un testimonio individual de una aventura, en un mínimo espacio como lo es Lima. En ese sentido Bravo logra su objetivo y hace compartir a una distancia bastante alejada de la tiranía del tiempo, no solamente los sueños de esos jóvenes,  encarnado en Miguel Bardales, sino sus frustraciones, que dentro de la obra alcanzan las dimensiones de las ciclópeas ruinas de Sacsayhuaman.

La presente lectura, una especie de reflexión en voz alta, me ha permitido introducirme al mundo presentado por Bravo. No es una exégesis, lo que trato es de reparar una injusticia, pues la obra de este prolífico escritor merece un estudio más profundo. Una sensibilidad nueva, que unifique no solamente la espontaneidad de la niñez sino la agudeza mental del adulto.

 El mensaje de la obra de Bravo es el deterioro físico y mental que hace el tiempo en los seres humanos. Al grito estentóreo del triunfo, en la niñez, se contrapone el silencio culpable de la derrota en la senectud. Pero hay otro mensaje implícito dentro de su obra: el amor por la libertad, el deseo de pensar en voz alta y no permitir que otros piensen por uno. Bravo ausculta en la mente de su personaje principal para darnos una explicación individual de la nostalgia, la pérdida, el dolor, la alegría, el amor y de su exigua o nula participación en la solución de los grandes problemas sociales de nuestra patria. Su voz no es un grito desgarrador en medio de la nebulosa sesentera sino de reflexión. Una invitación a sumergirnos en un mundo que no es el nuestro pero que nos permite conocer y comprender la vida de un fanático de la literatura y del arte en general. Sí, porque en Miguel su amor por la literatura, sobrepasa los niveles del fanatismo para constituirse en toda una adicción.  
         
Se acusa a José Antonio Bravo de ser autobiográfico, algunos hasta se preguntan ¿Qué tiene de interesante la vida de José Antonio Bravo? Olvidan que él no se ha propuesto hacer su autobiografía. Bravo, al igual que Lawrence Durrell y Henry Miller, se valió de su experiencia para crear un tipo literario donde completó todo aquello que quedó inconclusa en su vida. Como todo narrador se apega más a la realidad ficticia que a la realidad real. Y si consigue sacar partido, de esta situación, es gracias al favor que goza el naturalismo entre el público lector, sin que por ello pierda su calidad artística. Él es uno de los pocos escritores en el Perú, adiestrados y disciplinados, que tienen algo que decir y al propio tiempo una idea clara de cuál es el mejor modo de decirlo.

El caos que vive y nos describe Miguel en Un hotel para el otoño ha dado lugar a la soledad del hombre maduro en A la hora del tiempo. Entonces inferimos que la consagración de Miguel como novelista  es una fábula y su moraleja no coincide con sus acciones, y que él, en última instancia, no es dueño de esas fuerzas oscuras que lo arrastran a la soledad.

En las novelas del cuarteto, no hay una explicación materialista, ni intentos de explicar con teorías materialistas el fracaso de Miguel frente al amor; en Barrio de broncas, el personaje reacciona con soberbia al romper una relación nacida en la infancia, y en  la última novela del cuarteto, con un tono blanduzco, excesivamente educado e inepto para luchar, deja escapar el amor de su vida. Ya no hay fuego, Miguel solo es capaz de amar,  cuando este sentimiento se le presenta como regalo.
  
Han pasado cinco siglos de La Conquista del Perú, y por fin, la voz de los descendientes venidos a menos de los conquistadores ha sido registrada en la literatura peruana. Es una voz poética, no carece de humor, pero hay tristeza, ráfagas de soledad y una secreta fascinación por el pueblo como consecuencia de un vago sentimiento de repulsa hacia sus primos: políticos influyentes o dueños de fábrica que nunca disponen de tiempo para detenerse a conversar y recordar, cuando todavía eran niños,  esas incursiones a la poza de Higuereta o al depósito de los tranvías.

La voz de los otros nietos de los encomenderos, “los triunfadores”, es una voz que nunca dejó de expresarse a lo largo de quinientos años de instaurarse en el Perú. Esa voz la traían Ventura García Calderón, Diez Canseco, Bryce Echenique, Vargas Llosa, a veces, Julio Ramón Ribeyro, como en el cuento “El marqués y los gavilanes”. Refleja, la parte vistosa del centro de Lima y el parque Kennedy; ha heredado las costumbres del siglo XIX, así como su humor escéptico, su no conformismo se limita a la lectura de  Caretas o a pasear en su carro de doble tracción por los balnearios del sur de Lima.

El itinerario y las aventuras de los “perdedores”, contada por José Antonio Bravo, me parecen más rica, más auténtica, porque al describir la vida de Miguel Bardales traza una interesante reconstrucción generacional. Es claro que al autor de la tetralogía lo animan otros propósitos, presentarnos  una interpretación o una visión del caos de la vida moderna, de comunicar a su arte un sentido de la realidad inmediata, y de convertir el lenguaje popular en material artístico. Ese propósito ha proporcionado a su obra un carácter especial dentro de la literatura peruana, prueba de ello es la tetralogía, un logrado testimonio de la batalla por la actividad creadora, a riesgo de triunfo o fracaso”.


       Su obra literaria, también ha sido reconocida y valorada por distinguidos intelectuales y críticos literarios como: Julio Ortega, Ricardo González Vigil, Luis Alberto Sánchez, Guillermo Saravia Giraldo, Diana Castelar, César Toro Montalvo, Antonio Cornejo Polar, Juan de Salinas, Edgardo Rivera Martínez, entre otros.

                                                               +++++++++++

     El miércoles 28 de octubre del año 2015, habiendo sido ratificado y evaluado la destacada trayectoria literaria de, José Antonio Bravo; la Sociedad Literaria Amantes del País y el Club Social Miraflores, le otorgaron el Premio / Medalla “Palabra en Libertad” y el Diploma de Honor, respectivamente.



                                                             
PREMIO / MEDALLA "PALABRA EN LIBERTAD" 
DE LA SOCIEDAD LITERARIA AMANTES DEL PAÍS

 ++++++++++++

     Lamentablemente, ayer, 8 de setiembre del 2016 falleció físicamente el caballero, don José Antonio Bravo, dejándonos con mucha vitalidad y arte su importante obra literaria.

                                                             +++++++++++++

       Su velatorio se realizará hasta el viernes en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (UNIFÉ), en La Molina.


            






UNA ENTREVISTA MEMORABLE
JOSÉ ANTONIO BRAVO: Viaje al pasado

Fuente: Correo, Lima, 25 de Octubre del 2009.

José Antonio Bravo obtuvo, con Barrio de broncas, el Premio Nacional de Novela; sin embargo, desde hace varios años ha sido seducido por la historia. Cuando la gloria agoniza y La quimera del éxtasis son dos irrefutables evidencias de sus actuales horizontes creativos. Machipharo (Fondo Editorial de la U. Inca Garcilaso de la Vega), siempre dentro de los linderos del ensayo novelado, combina el suspenso de la trama con el rigor del dato histórico. En esta charla, Bravo nos revela pormenores sobre la escritura de este libro.

Correo: Tú has señalado que tus libros son ensayos novelados?
José Antonio Bravo: Claro, en mi caso yo hago ensayo novelado. El ensayo novelado es una modalidad de la narrativa que generalmente se apoya en la historia, pero que procura establecer ciertos patrones verosímiles (que viene a ser la invención), ciertos patrones de la verdad (que es el discurso de la realidad). La novela histórica y la historia novelada no llevan bibliografía, el ensayo novelado debe llevar bibliografía. Hay que colocar allí, por ejemplo, qué fuentes han servido para el uso del vocabulario.

C: Requiere mayor rigurosidad formal?
JAB: Mira, Umberto Eco, que es un maestro a seguir en este tipo de trabajo, pone hasta apostillas, que tienen que ver con el ensayo novelado. ¿Y las apostillas qué son? Son notas aclaratorias. Hay un personaje que se llama Sgorg, que es un monje ciego que aparece en El nombre de la rosa, y que cuida la biblioteca. Entonces, Eco en sus apostillas dice que ese personaje no es otro que Borges. Es un homenaje a él.

C: ¿Cómo surge Machipharo?
JAB: La novela tiene dos vertientes: una tiene que ver con Antonio de León Pinelo que escribió una crónica muy grande de mil páginas en donde demuestra que el Paraíso sí estuvo en América. Y que además la fruta no fue la manzana, sino el plátano. Pero claro, nadie lee mil páginas de crónicas, porque es sintaxis compleja. Y por otro lado, la Biblia, que habla de cuatro ríos del Paraíso.

C: Quien te sugiere escribir esta historia fue José Saramago, ¿verdad?
JAB: Sí, sucede que yo hablé de Antonio de León Pinelo en un Encuentro de escritores que hubo en Oporto. Y tuve la suerte de ser el primero en hablar en una mesa en la que estaba José Saramago y Jorge Couto. Y cuando le tocó hablar a Saramago, me miró y me dijo: "León Pinelo, el Paraíso en el nuevo mundo. Bravo, tiene ahí una novela". Pero en ese momento no agarré el disparo, me di cuenta dos o tres años después.

C: ¿Cuánto tiempo te demandó escribir el libro? Uno encuentra en él mucha información, incluso gastronómica?
JAB: Claro, mira, casi 30 años. Porque esto no viene solo. Viene porque antes escribí, Cuando la gloria agoniza y La quimera y el éxtasis. Esto es parte de un paquete grande. Después de éste va a venir La monja alférez y después Los caballeros de la capa.

C: ¿Qué te seduce de aquella época, del siglo XVI?
JAB: La cólera. A mí me dio cólera, uno, que Ricardo Palma no hubiera escrito una novela; escribió tradiciones. Dos, que Ricardo Palma dijera que sí había escrito una novela llamada Los marañones y que los chilenos la quemaron en la guerra con Chile. Y bueno, yo he estudiado eso bastante y me parece que es una mentira de Ricardo Palma. Pero bueno, era bonito decir que la había escrito. Y tres, que teniendo tanto material con las crónicas e, inclusive, con las Tradiciones de Ricardo Palma, no surgiera como movimiento perfecto para el Perú la aparición de novelistas históricos. Entonces, reinventar la historia, es decir, la verdad pasada, para mí es un juego, una diversión.











No hay comentarios:

Publicar un comentario