A OSWALDO REYNOSO
Anocheció el cristal de su
mirada buena
bandadas de palomas escapan de
sus versos,
irradiando su alma por doquier.
Y yo me estoy deshojando de
dolor
ante su inesperada partida,
me deshojo en silencio, en
callada oración
las penas caen en rocío de
llanto inagotable,
como su talento y su entrega.
La luz del alba arrasa las
tristezas,
y el sol abriga el corazón que
muere de frío
y tu primavera, no tardes,
para volver a florecer a
través de sus libros.
Déjame tocar su sabia frente y
escuchar
a lo lejos con el viento, su
valiente voz
Déjame abrazar su alma
en un tributo de sincera
admiración.
Le daremos la mano a “Los
Inocentes”
para que nos cuenten que “ En
octubre
no hay milagros” y aceptemos
de buena fe
“El goce de la piel”, aunque no se trate de
“Los eunucos inmortales”,
iremos
“En busca de la sonrisa
encontrada”.
O nos sumergiremos en el
misterio
de los versos de Luzbel, tan
paradigmáticos
como la poesía de su blanca
cabellera
o de su vida de inquebrantable
lucha.
María Elena Rodríguez Chavarri, María Teresa Fukushima, JBP, Luzmila Libertad, Gustavo Armijos y Juan Pedro carcelén.
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