LA MUERTE EN EL PERÚ
Por JOSE LUIS AYALA.
Diario UNO. Domingo 12 de abril del 2020.
El mundo en un brioso caballo negro y cada día es más difícil detenerla, vencerla. El coronavirus de pronto nos hecho recordar las pestes que se han producido durante la existencia de la humanidad en Occidente. Pero, ¿qué sabemos acerca de la muerte en el antiguo Perú? Moisés Lemlij y Luis Millones en el libro: “La muerte en el Perú”, se ocupan de realizar varias reflexiones acerca de un tema tan antiguo como la propia humanidad y la vida. “Pensar en la muerte –aseveran– es un tema que reservamos como desgracia para los demás, pero evitamos pensar cuando se refiere a nosotros mismos”.
Para dar una visión panorámica y didáctica, los autores se refieren a las guerras imperiales, combates rituales y conflictos comunales en la región andina. A los sacrificios humanos, tanto en la época prehispana como en los inicios del sistema colonial, precisamente cuando llega el concepto de pecado a los Andes. Hasta que el diablo occidental se convierte en el personaje central de la cristianización. Muy diferente es el supay quechua o el anchancho aymara. Han hecho bien en haber considerado a los maestros curanderos como al demonio norteño. Están ausentes, sin embargo, los yatiris aymaras y el supaya (diablo).
Un aspecto importante como reflexión para realizar tan valiosa investigación, es el hecho de que Moisés Lemlij y Luis Millones hayan determinado, que el tema además de ser sensible y complejo, implicaba la necesidad de realizar un trabajo interdisciplinario. Es decir, recurrir a las ciencias sociales que sin duda han hecho grandes aportes para conocer mejor el Perú. Es por esa razón que afirman: “La muerte es un complejo de temas, que si seguimos a Freud, preferimos silenciar, salvo que se estudie el deceso de otras personas, que podemos lamentar, juzgar o describir con frialdad o regocijo, siempre y cuando no se refiera a nosotros mismos”.
Hay la creencia que la muerte envía mensajes claros a quienes van a morir, lo hace a través de los sueños o ciertos anuncios cifrados. Los animales tienen un lugar específico en la simbología que solo algunas personas dotadas saben leer. Lemlij y Millones han determinado estudiar a los animales y la relación que tienen “con el más allá”, entre ellos el mono, el perro, el gallinazo; la zarigüeya, muca o carachupa; siervos y venados, la serpiente y el jaguar.
María del Carmen García Escudero, en el prólogo hace una importante aclaración conceptual entre la visión cristiana y existencia del inframundo andino. “Durante la colonia, la información sobre el inframundo, y por extensión sobre la muerte, se transformó y adaptó a la doctrina católica. En cierta medida el Hurin pacha / Uku pacha y sus habitantes fueron simplificados y catalogados, en algunos casos de manera muy artificial, involuntaria en la mayoría de los procesos, pero óptima para la expansión del evangelio. Estas transformaciones, que simplificaron el entramado de la cosmovisión, la relación del hombre con su entorno, ahora es un entorno de transformación, que expresó en el concepto de inframundo; entre otros muchos aspectos socioculturales.” 1
¿Había demonios en las culturas andinas antes de la invasión hispana? Sí, el supay, el anchancho, etc. ¿Había el concepto de infierno? No. El llamado proceso de evangelización sin embargo, no pudo destruir la existencia de los apus, wamanis, ni achachilas. Protectores de la naturaleza, la vida y existencia de comunidades. Ahora, durante las fiestas de Las Cruces de mayo, primero se hace la ch’alla (ceremonia a la pachamama), después viene la misa.
Lemlij y Millones aseveran que: “El infierno que llega a América tiene una larga historia europea. Para algunos autores su percepción como supremo castigo y la de su personaje central es poco precisa antes del año mil, su percepción se suma a las tradiciones variadas que podrían ser calificadas como supersticiones. El Concilio de Toledo del año 447, lo describe como un ser grande y negro que despide un olor sulfuroso, con cuernos y garras, orejas de asno, ojos centellantes, dientes rechinantes y dotado de un gran falo”. 2
Con el paso de los siglos, la idea del infierno se fue transformando, modificando, según las necesidades del poder político, económico y control del subconsciente colectivo. La contribución de Dante Alighieri con “La divina comedia” (¿1304?) fue fundamental, sirvió de texto didáctico para demostrar que el infierno sí existe. Al mismo tiempo que se depuraron, consagraron los conceptos de cielo y purgatorio. Aunque el Papa Francisco haya dicho que el purgatorio no existe.
Hasta que la idea del infierno que ahora tenemos, llegó al Perú con las primeras explicaciones que el cura Valverde en 1532, le suministró a Atahualpa, pero el inca no creyó. Sin embargo, aceptó ser bautizado para no ser asesinado en la hoguera.
A Jean Paul Sartre un periodista le preguntó qué significaba la muerte. El filósofo francés respondió: “En términos generales es el fin del viaje y la vida. Pero con la muerte no acaba todo para eso está la filosofía, la literatura, las religiones, los dioses que la humanidad ha creado y lo seguirá haciendo. Pero a mí no me pregunte sobre mi muerte. No pienso morirme por ahora”.
1.- Moisés Lemilij y Luis Millones. Reflexiones sobre la muerte en el Perú. SIDEA. Pág. 9. 2017. Lima.
2.- Moisés Lemilij y Luis Millones. Reflexiones sobre la muerte en el Perú. SIDEA. Pág. 94. 2017. Lima.
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