Tania Temoche y José Beltrán Peña
TANIA TEMOCHE
ELEGIACA
“Frágiles revolotean los colibríes./Estelas/
caracoles unidos/ al encuentro con las
aves/ se
Pierden en el ángulo de la
floresta/ del viejo óleo colgante/ espejo de tu ausencia.”
T.T.
La pérdida de
la hija entrañable –Thirza- es motivo más que suficiente para que irrumpa, en
la exquisita sensibilidad de la escritora Tania Temoche, un breve conjunto de
poemas en los que, una vez más, se visibiliza el talento polivalente de la
autora: poeta, periodista, diplomada en Gestión
e Iniciativas Culturales por la Pontificia Universidad Católica, pero,
sobre todo, una infatigable agitadora cultural (ya que fue correctora de Estilo
y Excoordinadora periodística de la revista Vicionario, que fundara y dirigiera el inolvidable y gran poeta
Arturo Corcuera).
En cuanto a su creación personal, destacan su primera
entrega lírica, Delirios, (2014, en Hipocampo Editores); y En el horizonte, Vicio Perpetuo, 2016, texto de ágiles e inolvidables entrevistas y
crónicas literaria.
Su joven obra se halla, sin embargo, incluida en las
antologías Como una espada en el aire,
Azul, 20125, y Esta fugacidad: todo mi
reino, Horizonte, 2016. Es ella miembro del Crupo Cultural Experimental Tetralogos.
Hasta que arribamos a la presente plaquette, editada por La
tortuga ecuestre, que fundara y dirige el infatigable poeta Gustavo
Armijos.
El breve poemario se encuentra ahíto de imágenes que nos
conducen a la imagen de la joven –la hija de TT- a la que, arteramente,
secuestrara la siniestra parca; lo que paradójicamente, nos abre el camino a un
universo lírico y paradigmático, pleno
de flores y deseos –y certezas- de eternidad, que, de suyo, exorcizan a la
muerte, inevitablemente presente.
“Polvo de estrellas en el
viento/ firmamento profundo/no olvides contarme (en mis sueños)/ cómo es el más
allá y de qué están hechas las praderas”
La elegía nos conduce, de la mano de sus versos, hacia
laderas metafísicas que son dignas de recordarse:
“Mujer divina tu memoria discurre como cauce/
sobre las piedras mojadas sin temor a la muerte/ porque lo que muere es el alma
moribunda/ y no la cola del escorpio/ en la marea que evoca la luna”
Pero, sin lugar a dudas, en esta tremante entrega lírica, lo
que brilla es el poderoso aliento creativo de la autora, que, a juicio de este
cronista, arriba a universos, realmente inolvidables y estremecidos y estremecedores.
“Se descascara el aire/ la pálida mañana/ se lleva la
primavera/ los pájaros no le cantan a la muerte// tu memoria se diluye en el
color partido del otoño..// Los geranios se deshojan/ las gaviotas se despojan/
de sus alas agitadas.”
Y, finalmente, el vencimiento de la muerte, por obra y
gracia del poema, de su élan creativo:
“Para tu mudanza/ he
recordado tu pedido/ ven siéntate a mi lado/ necesito decirte algo
(dijiste)//No quiero ser comida/ de/ los gusanos/ quiero ser las flores que tú
escojas (indicaste) //No quiero ser el frío del sepulcro/ ni el olvido
familiar/ ni pisadas desconocidas/ mantenme a tu lado (subrayaste)// Ofréceme
frutas/ velas e inciensos/ góspel o soul/ una sonrisa como ritual”
Esta entrañable plaquette está acompañada, igualmente, de
los verdaderos poemas que son los dibujos de Rosamar Corcuera, cada vez más
lírica, cada vez más creativa.
En fin, una joya por donde se le mire.
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